El 8 de diciembre de 1854, Pío IX advirtió que, al momento de nacer María, la madre de Dios, fue preservada del pecado original. Por ese motivo, la fecha fue proclama como el Día de la Virgen Inmaculada Concepción, también el día del armado del árbol navideño.
Hay, también, una historia mundana que se suele escuchar. Una leyenda cuenta que un niño perdido fue recibido por una pareja de ancianos leñadores. El niño no encontró mejor de agradecer el gesto que cortar una rama de un pino para que lo sembraran. De ese árbol crecieron manzanas de oro y nueces de plata.
