Se instaló en un barrio hace 9 años con un motorhome

Por Pablo Tomino |LA NACION|

Barrio de casas bajas, a tres cuadras de una popular avenida porteña. El ladrido de un perro sin nombre es el único sonido que interrumpe la hora de la siesta. O casi: también la curiosidad de un cronista que decide llamar a la puerta de un motorhome afincado en una esquina y con una enorme una antena de DirecTV en el techo. La inquietud es saber quién reside en esa morada circunstancial y por qué sentó sus bases en un viejo colectivo. «Pasá, muchacho, pasá. Te cuento, pero no pongas dónde estoy. En este lugar llevo nueve años y no quiero ser famoso», dice el hombre, que invita, sin ningún reparo, a conocer su casa. Entonces, apaga el televisor.

casa rodante

El hombre se llama Norberto Carlos, es un argentino de 69 años, de pequeños ojos celestes y una larga cabellera blanca que ata con un elástico como una cola de caballo. Cuenta que es un ex piloto de avionetas que decidió vivir en un colectivo porque de joven se acostumbró a la vida itinerante. «Vivía en casillas rodantes cuando trabajaba para un patrón que tenía avionetas y fumigaba campos. Así conocí varias ciudades del mundo. Y no hay nada más lindo que vivir acá arriba», dice.

Viejas fotos pegadas en el interior del vehículo le dan vida un lugar que está equipado con microondas, heladera, tostadora, licuadora, computadora y cocina. «Para vivir en un colectivo hay que ser respetuoso de la gente. Uno no puede usar la vereda como el patio de su casa. Yo salgo y hago los mandados como cualquier vecino», dice este jubilado, padre de dos hijos y con cuatro nietos. No obstante, cuenta que allí no recibe visitas.

Norberto toma mate en la misma proporción en la que fuma. Y cuenta: «Esto me da independencia, pero a la vez me obliga a tener buena onda con todo el barrio. Algunas vecinas no me quieren; los hombres, sí. Yo me baño en la casa de un familiar, pero, la verdad, no podría vivir en una casa. Acá seguiré hasta que se termine», dice. Lo que se termina es la charla. Norberto saluda, cierra la puerta de su mundo y vuelve a encender el televisor. A su vida.

VILLA URQUIZA, ¿EN PLAN DE ABANDONO?

«Villa Urquiza tiene todo lo que el gobierno porteño pregona que no debe existir: numerosas veredas están rotas; hay una enorme cantidad de baches, como en Blanco Encalada, entre Baunes y Constituyentes, y muchas de las bocas de tormenta están tapadas. Es una muestra del abandono del barrio», dijo el vecino Roberto Piñero.

SE OLVIDARON DE RETIRAR LA BASURA

El vecino José Montero contó que en la calle Cabot al 1700, en Boedo, hace casi una semana que la Ciudad no recoge la basura. «Ya hicimos múltiples reclamos al 147 y nadie nos brinda ni siquiera una explicación. El presidente de la Comuna 5, Marcelo Bouzas, tampoco nos atendió el teléfono. Esperamos una solución», dijo Montero.

EL BANCO, UN TRISTE REFUGIO

La imagen se agudiza los días de lluvia y frío: en la avenida Quintana al 400, entre Callao y Ayacucho, Recoleta, hay personas que duermen dentro del lobby de los cajeros del banco Comafi. Esta dolorosa situación se repite en otras entidades bancarias de la ciudad.