09/04/2015 – Investigadores del Ceprocor hallaron una sustancia que transporta la droga oncológica directamente al tumor y con menos efectos tóxicos. La innovación está en una etapa preclínica, pero por su potencial ya fue patentada en varios países.
Por Marcela Fernández y Lucas Viano
A partir de nanotecnología, investigadores cordobeses desarrollaron un nuevo proceso, para suministrar una droga contra el cáncer de mama, que resuelve dos problemas de los tratamientos oncológicos actuales: minimiza los efectos tóxicos y mejora la efectividad de la terapia al transportar el agente activo directamente al tumor.
La innovación, aún en etapa experimental, fue llevada a cabo por científicos del Centro de Excelencia en Productos y Procesos de la Provincia (Ceprocor) y del Conicet, dirigidos por Dante Beltramo. También colaboraron profesionales de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), quienes llevaron adelante los estudios en animales, con resultados prometedores.
Por su potencial médico y económico, el hallazgo fue patentado en casi todo el mundo y licenciado esta semana a una firma argentina para encarar los estudios sucesivos, entre ellos, los ensayos en seres humanos.
La innovación consiste en haber hallado el vehículo perfecto para transportar por el torrente circulatorio una de las drogas más usadas en quimioterapia y conducirla hasta el interior del tumor, donde recién “se abre” y libera el fármaco.
El vehículo es un nanocarrier, es decir un conjunto de moléculas (micela) cuyo tamaño es casi mil veces menor a un glóbulo rojo. Cuando entra en contacto con el fármaco, casi como un “Pacman”, lo absorbe y forma una esfera con la capacidad de navegar por el torrente sanguíneo sin desarmarse hasta llegar a las células cancerosas.
“Es un compuesto natural, un lípido, que se purifica a partir de cerebro porcino y que espontáneamente se autoordena y se autoensambla”, explica Beltramo, quien trabajó en este desarrollo desde 2009 con los investigadores Ismael Bianco, Victoria Leonhard y Roxana Alasino. “La clave –considera– está en el conocimiento de cómo funcionan las moléculas y cuáles son sus características físico químicas, para poder seleccionar aquellas que hagan lo que necesitamos”.
Por qué funciona
Una de las drogas más usadas en quimioterapia se llama paclitaxel, muy usada para tratar el cáncer de mama. “Es muy efectiva, pero se trata de una molécula completamente insoluble en agua. En la presentación convencional está solubilizada en aceite de ricino y etanol. Son diluyentes tóxicos que cuando se inyectan traen muchos efectos indeseados”, comenta Beltramo.
Además, como no es soluble en agua, no circula por las arterias el tiempo necesario para llegar hasta el tumor.
“Como no es soluble, enseguida es absorbida por las paredes de las arterias y no circula, por lo que se reduce su efectividad y aumenta su toxicidad”, profundiza.
Laboratorios de todo el mundo están tratando de encontrar una mejor manera de suministrar el paclitaxel. Hace 10 años se patentó el primer nanocarrier, una estructura nanoscópica basada en albúmina (proteína del plasma sanguíneo) que con un tratamiento especial puede cargar la droga en su interior. Está aprobada con el nombre comercial Abraxane.
El desarrollo cordobés supera a esta presentación porque se genera una formulación más estable, que dura más tiempo y que es de muy fácil elaboración. El secreto está en un lípido, un ácido graso, que se purifica a partir del cerebro de cerdos.
Sin ningún tratamiento, este compuesto espontáneamente adquiere una estructura de 15 nanómetros, muy estable. “La superficie es muy soluble en agua y el centro tiene afinidad por los lípidos”, explica.
Por este último, espontáneamente captura la droga en su interior. “No necesita de ningún equipamiento o tratamiento especial para elaborarse, como ocurre con el Abraxane”, insiste el investigador.
Y agrega: “El resultado es una molécula con la superficie soluble en agua y un corazón con la droga. Eso le da estabilidad cuando circula por las arterias por hasta cinco meses. Está lista para ser inyectada”.
Todo suma
Beltramo indica que ya están terminando los estudios preclínicos en animales. “Estamos evaluando la capacidad que tiene para bloquear o disminuir las metástasis en tumores en ratas. Los resultados son los que esperábamos”, dice, y aclara que estos estudios se llevan a cabo en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNC.
Además, destaca la importancia del conocimiento básico sobre la biofísica de los lípidos que desarrolló Bruno Maggio, investigador de la UNC y Conicet, ya jubilado. También reconoce el aporte de Héctor Barra en el conocimiento sobre los microtúbulos, estructuras internas de las células sobre las que actúa la droga oncológica.
El desarrollo tiene mucho potencial porque además puede cargar dos drogas oncológicas e incluso un antimicótico usado en pacientes oncológicos porque tienen el sistema inmune decaído, y pueden cursar cuadros profundos de micosis.
A pesar de que hay otros desarrollos similares en camino, Beltramo asegura que su proyecto es más tentador por dos motivos: la facilidad para obtener la materia prima y el procedimiento para preparar la formulación del nanocarrier. “Los otros desarrollos tienen más complejidad, en nuestro caso es todo espontáneo”, dice.