El cáncer de páncreas es de los tres más agresivos junto con el melanoma avanzado y el glioma (tumor maligno del cerebro). Hasta el momento no existe ningún tratamiento eficaz para este tipo de cáncer: cuando se disemina, las terapias actuales, basadas en quimioterapia, logran una sobrevida que no supera el año.
Ahora, en un modelo experimental, investigadores del Instituto Leloir (FIL) abordaron un enfoque diferente: modificaron por ingeniería genética un adenovirus (causante habitual del resfrío común) para lanzar un ataque selectivo contra el tumor. Los resultados son alentadores: lograron inhibir en un 80 por ciento el crecimiento de cáncer de páncreas diseminado.
“Este efecto antitumoral inédito se obtuvo sobre tumores de origen humano implantados en ratones y en modelos de hámsteres”, destacó el líder del avance, el doctor Osvaldo Podhajcer, jefe del Laboratorio de Terapia Molecular y Celular de la FIL e investigador superior del CONICET. “Los tumores fueron crecidos en el páncreas y se diseminaron hacia órganos adyacentes como bazo e hígado antes del inicio del tratamiento”.
Estos virus se comportan como vacunas terapéuticas ya que llevan en su interior genes que estimulan al sistema inmunológico para que actúe como respuesta al ataque viral
Podhajcer agregó que es la primera vez que se logra inhibir “casi en su totalidad” el crecimiento de tumores de páncreas diseminados a partir de la administración sistémica de un virus oncolítico, esto es, aquel que infecta y destruye las células cancerosas. “No sólo conseguimos inhibir el crecimiento y diseminación del tumor, sino que en algunos casos también se logró su desaparición completa”, dijo.
Además, “en seres humanos estos virus se comportan como vacunas terapéuticas ya que llevan en su interior genes que estimulan al sistema inmunológico para que actúe como respuesta adicional al ataque viral”, destacó el investigador.
Caballo de Troya
El virus oncolítico utilizado tiene un tamaño 100 veces menor al de la célula y fue diseñado para funcionar como un caballo de Troya, explicó el doctor Eduardo Cafferata, investigador del CONICET y codirector de la investigación. “En su superficie introdujimos proteínas específicas que funcionan como si fueran llaves que reconocen receptores, especie de cerraduras presentes en la superficie de las células malignas de páncreas. Una vez que ingresan, los virus comienzan a multiplicarse y a eliminar a las células malignas, evitando atacar a las normales”, agregó.
Para inhibir el crecimiento tumoral, los científicos combinaron los virus oncolíticos con quimioterapia. “La aplicación de virus terapéuticospermitió reducir significativamente la dosis del fármaco que se usa habitualmente en pacientes con cáncer de páncreas (gemcitabina) y que suele tener efectos tóxicos adversos en tejidos sanos”, subrayó Cafferata. “La estrategia terapéutica resultó ser eficaz y segura, sin toxicidad asociada a órganos normales como pulmón, hígado y riñón.”
El doctor Guillermo Mazzolini, especialista en medicina interna y hepatología y jefe del Laboratorio de Terapia Génica de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral, señaló que el trabajo es “un aporte sustancial en la búsqueda de nuevas alternativas de tratamiento efectivo para pacientes con cáncer de páncreas, que en el 85%de los casos son diagnosticados en estadios avanzados”.
La estrategia terapéutica resultó ser eficaz y segura, sin toxicidad asociada a órganos normales como pulmón, hígado y riñón
De hecho, los resultados son tan alentadores y sólidos, que para Podhajcer, “el siguiente paso natural sería pasar a la fase de ensayos clínicos para probar si esta novedosa estrategia terapéutica puede mejorar la salud de miles de pacientes que sufren cáncer de páncreas”.
Por su relevancia, el trabajo fue publicado en “Clinical Cancer Research”, publicación de la Asociación Estadounidense de Investigación en Cáncer, que se sitúa dentro de las cinco más destacadas revistas científicas en ese campo de estudio.
En el estudio también participaron los doctores Santiago Werbajh, Edgardo Salvatierra, Cecilia Rotondaro y Leonardo Sganga, del laboratorio de Podhajcer en el Leloir, así como investigadores del Hospital Curie de Buenos Aires y de las universidades de la Frontera de Chile y de Washington, en Estados Unidos. El proyecto fue financiado en Argentina por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y por AFULIC de Río Cuarto, Córdoba.
(Fuente – Agencia CyTA-Instituto Leloir)