La propiedad es de valor patrimonial, lleva tres años deshabitada y hasta fue usurpada. En el barrio los vecinos quieren convertirla en un centro cultural.
La pintura del frente completamente descascarada, ventanas con vidrios rotos y rejas que dejan ver un interior lleno de suciedad y muebles en desuso. En ese estado se encuentra el edificio conocido como Casa de Urquiza, un inmueble de valor patrimonial ubicado en la avenida Alberdi al 1000. El lugar lleva más de tres años vacío y una comisión de vecinos propone recuperarlo como centro cultural para el barrio.
“Es una pena que este lugar esté así”, dice Ángel, un vecino de la casona, con la mirada perdida en la fachada que, aún ruinosa, sigue atrayendo a grupos de escolares de la zona, periodistas o estudiantes de fotografía. Está sentado en el bar lindero a la construcción pintada de negro, con dos grandes portones, y sus compañeros de mesa rápidamente asienten.
La casona está vacía desde hace más de tres años, cuando la Municipalidad clausuró un boliche que acumulaba denuncias por disturbios y ruidos molestos. El abandono es evidente. “Los días de humedad es imposible sentarse en las mesas que están en la vereda por el olor a pis de gato que sale de la casa. Y hace un par de semanas hasta tuvimos que llamar a la Policía porque había un par de personas durmiendo adentro”, advierten los vecinos.
El edificio de avenida Alberdi 1040 es el único volumen que sobrevivió de lo que fue la estancia de descanso de Justo José de Urquiza a mediados del siglo XIX, en la época del Ejército Grande. “Fue una de las primeras construcciones del lugar y consistía en un gran patio, ubicado entre las calles que hoy denominamos Génova y José Ingenieros, con un galpón en cada esquina y uno central, de los cuales quedó uno solo”, recuerda el arquitecto Gustavo Fernetti.
En 1905 la inmobiliaria El Arroyito montó allí sus oficinas para la venta de loteos en el barrio. Y, aunque víctima de sucesivas modificaciones, parte de la construcción aún se conserva.
No obstante, no solo su linaje hace atractiva a la antigua casona. Durante mucho tiempo sus vecinos aseguraron que en su interior se oían ruidos de cadenas y gritos, y la vivienda pasó a ser conocida como “la casa de los fantasmas”, “por los presuntos ruidos de cadenas que según los vecinos se escuchaban en su interior, que motivaron la reticencia para habitarla”, describe Rafael Ielpi en su libro Rosario del 900 a la “década infame”.
Hace cuatro años, el Concejo Municipal sancionó la Ordenanza Nº 8.526 que declaró a la construcción como patrimonio histórico y de interés cultural de la ciudad. Tres años después la norma fue derogada, pero el programa de preservación y rehabilitación del patrimonio del municipio y la Facultad de Arquitectura de la UNR incluyeron a la “Casa de Urquiza. De los fantasmas” en el catálogo de edificios a proteger, “considerando que representa un testimonio arquitectónico e histórico de nuestras historia como ciudad, y por el significativo valor cultural”.
Enamorado de la historia
“Toda la historia de esta casa está acá”, afirma Diego, y muestra una carpeta donde recopila notas periodísticas, ordenanzas, croquis y proyectos (Ver aparte). Con esos mismos documentos, un grupo de vecinos del barrio ya se reunió varias veces con funcionarios de la Secretaría de Gobierno del municipio, primero, y con coordinadores del área de Cultura del Distrito Norte, después, para proponerles colaborar en la recuperación del edificio.
En las últimas décadas, recuerdan, la casona fue un club social, una unidad básica, jardín de infantes, local de compraventas, restaurante de moda y, por último, boliche.
“Con la intervención del municipio, el lugar se podría convertir en un centro cultural para los jóvenes del barrio. Se podría gestionar desde alguna escuela o una biblioteca y nosotros colaboraríamos en el mantenimiento”, imaginan.
Mientras tanto, en el barrio intentan mantener la construcción libre de intrusos y, cada tanto, le barren la vereda o refuerzan los alambres que mantienen cerradas las rejas. Esperan que, alguna vez, la casona recupere el esplendor que el tiempo se encargó de robarle.
De las escuelas a la televisión
La casona de avenida Alberdi 1040 de Rosario no solo está presente en la memoria de los vecinos del barrio Arroyito.
Su historia forma parte del juego Aprender la ciudad que, desde hace varios años, la Dirección de Educación del Municipio distribuye en escuelas de la ciudad.
El entretenimiento, una especie del emblemático juego de mesa Carrera de Mente, cuenta con decenas de tarjetas que indagan sobre distintos espacios públicos, diferentes edificios patrimoniales y actividades culturales relacionadas con la ciudad.
El programa: Aguafuertes: Crónicas del Litoral producido por la Universidad Nacional de Rosario (UNR) también le dedicó uno de sus capítulos.
Con el título de La casa de los fantasmas, la realización repasa la historia del lugar y los múltiples usos que tuvo en distintas décadas.
Ahora los vecinos iniciaron su cruzada para rescatarla del olvido. Mientras tanto, la casa de Urquiza se muestra muy deteriorada. (Diario UNO)