24 de Junio – Consideraciones en el Aniversario de la muerte del «Zorzal Criollo», Carlos Gardel…

Un Aniversario más de un notable cantor popular y artísta …

images (2)*Carlos Gardel fue un notable cantante, compositor y hasta actuó en películas del cine. Es el cantor por excelencia del Tango nacional incomparable por su estilo, interpretación y por su Voz, es el más famoso de los respresentantes del dos por cuatro. El «Zorzal» fue el iniciador del «tango canción«, intérprete ícono de la música popular que cautivó al mundo en el siglo XX, con su melodiosa voz.

No hay unanimidad sobre el lugar y la fecha de su nacimiento. La teoría uruguayista sostiene que nació en TacuarembóUruguay, un 11 de diciembre entre 1883 y 1887. La teoría francesista sostiene que nació en Toulouse, Francia, el 11 de diciembre de 1890. Hay unanimidad en el hecho de que vivió desde su infancia en Buenos Aires y se nacionalizó argentino en 1923. Falleció en la cúspide del éxito en un lamentable accidente aéreo en Medellín Colombia un 24 de junio de 1935.

Gardel-Esperame11Gardel, fue y será objeto de idelatría popular en Argentina y Uruguay ya también el venerado en Colombia donde falleció; mito y símbolo cultural, vigente por siempre.
Finalmente considerar que en 2003 la bellísima Voz de Gardel, fue registrada por la Unesco en el programa Memoria del Mundo, dedicado a la preservación de documentos patrimoniales.4

*A 80 años de su ida al silencio…Atahualpa Yupanqui sobre Carlos Gardel (Memorias)

*Caminé aquel Buenos Aires anterior al año ’30. Escuché, desde la vereda de la angosta calle Corrientes, a casi todas las orquestas de la capital. Caminaba la noche por todos los barrios buscando trabajo, estableciendo relaciones con cantores y guitarristas, con periodistas, con provincianos nobles y también con otra clase de gente: conocí la amistad y la ayuda de rateros, de ladrones de tranvías, de carteristas, de gente “calavera”.
25862Hacía menos de una semana que estaba en la gran ciudad cuando conocí el calabozo de una comisaría. Yo ganaba mi vida tocando la guitarra, sin cantar, en los boliches de Avellaneda, de Puente Alsina, de Boedo y Chiclana, del Bajo Belgrano. Dondequiera que me daban permiso, me sentaba entre parroquianos, obreros, gente de paso de las tabernas sin importancia, y tocaba la guitarra. No esperaba ni exigía silencio. Sólo tocaba, y siempre en forma confidencial, sin bulla en el instrumento, sin brillantez alguna. De treinta personas, seis me alcanzaban una moneda. Y cuando me ofrecían un trago de algo, yo, que en aquellos años no bebía nada de alcohol, pedía un vaso de leche. Era mi alimento, mi solo alimento.
1232990463153_fUsaba una pequeña guitarra desprotegida. No tenía estuche o cofre para guardarla. Una noche, en la calle Corrientes que crujía como terremoto cuando pasaba un verde tranvía Lacroze (que muchas veces me sirvió de dormitorio a cinco centavos el viaje “de obrero”), llegué hasta la pieza de un amigo y le confié la guitarra por esa noche solamente. Tenía un pedazo de queso y un vaso de leche, y con el peso restante hice un gasto extraordinario: me fui al teatro de la calle Esmeralda a escuchar a Carlos Gardel, que había llegado de Europa. Disfruté enormemente durante casi dos horas.
Yo, que nunca fui tanguero, que jamás aprendí a tocar un pedacito de tango, recibí con fuerte emoción la voz de Gardel, su acento, su forma de marcar las palabras, su temperamento, su simpatía desbordante, su calidad de artista nacido para producir, en ese género, la más pura belleza popular.
Como decía mi amigo Reguera, “engordé de emoción escuchando cantar”. Me paré a medianoche en la vereda de “Los 36 billares”. Llegaba hasta la calle el rumor de los bandoneones del bar vecino. Eran Aieta, o Minotto, o los hermanos Scarpino, o Vardaro-Pugliese.
images (1)Un rato después, con amigos de caras emocionadas y felices, pasaba con paso lento don Carlos Gardel. Todos lo saludaban al pasar. Gardel era como Buenos Aires después de haberse confesado, con penas y nostalgias, con rabias y amores. El alma de la ciudad cabía en él, honrosamente. Yo me había quedado sin un centavo, estaba cansado pero feliz, conmovido, agradecido de la noche. Había ganado la noche. Nada perturbaba mi mundo sensible. ¡Qué noche memorable!
Caminando por la calle Lavalle, llegué hasta el teatro Colón. Frente a él, la plaza Lavalle. Me senté a descansar, a ordenar mis adentros. Y sin darme cuenta, me quedé dormido. No sé cuánto rato le concedí al sueño. Pero una mano firme me tocó el hombro. Era un policía, y creo que serían ya las tres de la madrugada. El hombre me pidió documentos. Se los mostré. Me los devolvió enseguida, diciéndome: “Acompáñame”. Y me llevó a la seccional tercera de la Policía. Allí expliqué los asuntos de mis pobres trabajos y justifiqué, con el billete del teatro, las horas anteriores. Pero me tuvieron hasta el mediodía siguiente. Me dejaron libre con un consejo serio: “Aquí no queremos vagos”.
images (3)Salí lleno de vergüenza y rescaté mi guitarra de la pieza de Páez, hombre de la noche, que dormía como un lirón. Y me fui a los barrios, buscando tabernas para ganarme la vida.

(Atahualpa Yupanqui Oficial)

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