Vestigios del guaraní anterior a la Colonia, en Gualeguaychú, por Daniel T. Fiorotto.*

Descubriendo Entre Ríos. La interjección que cautivó a los lingüistas y da pistas sorprendentes; por Daniel T. Fiorotto.

Guaraní y Colonia…

Se trata de una voz que no encuentra explicación sino en un idioma antiguo de este suelo y con forma arcaica. La probable raíz estimula estudios sobre la identidad.

Cuatro lingüistas de renombre en el mundo coincidieron en sugerir una raíz indígena a la interjección “eyacuero” o “ijhacuero”, usada en zonas campesinas del departamento Gualeguaychú.

En las preliminares los lingüistas se mostraron admirados por el lugar del hallazgo, si bien es conocida la presencia de guaraníes en el sur entrerriano al momento del arribo de los europeos. (Sin contar que algunos investigadores suponen que los que se comieron a Juan Díaz de Solís fueron precisamente los guaraníes, en caso de que esa historia fuera verdadera. Entre guaraníes, la antropofagia era un ritual, y en cambio no se conocen experiencias de ese tipo entre charrúas).

La curiosa voz estimula otras búsquedas para dar con herencias opacadas. En otro ámbito, recordamos que el estudioso oriental/argentino Marcos Sastre señaló en El Tempe Argentino la hospitalidad de las mujeres y los hombres de las islas del litoral como una marca bien regional. Y no es difícil, hoy, ver el parentesco de esa condición con el jopói guaraní, el sistema de “manos abiertas mutuamente”, de dar sin pedir a cambio.

La minga, trabajo grupal, desinteresado y festivo, es un caso similar. Martiniano Leguizamón habló de las mingas en las lomadas de nuestra provincia, en sintonía con costumbres de pueblos milenarios de este suelo.

Claro que no son exclusividades: la hospitalidad y el trabajo comunitario han sido comunes en todos los continentes por milenios.

Respuestas de ayer

Hallar vestigios de esos modos nos da una idea de supervivencia y nos llena de entusiasmo, porque responden desde la antigüedad a problemáticas muy actuales como el individualismo, la contaminación, el antropocentrismo que degrada la biodiversidad, etc.

¿Cuánto queda de antiguas usanzas, en nuestros modos actuales, habituales? ¿Cuántas costumbres, cuántas voces, hablan de una cuna distinta de la que pregonan las escuelas occidentalizadas, colonizadas, eurocentradas, que supimos construir?

Así como en Paraná y La Paz escuchamos la expresión “curuvica” de raíz guaraní en referencia a fragmentos de algo roto (una voz que ha sido elegida como muy representativa del Paraguay); en la zona de Pehuajó en el departamento Gualeguaychú se usa una expresión que podría constituir un tesoro de la lengua. Algunos piensan que pudo permanecer en el habla popular por siglos, mezclada en el castellano, como rastro casi imperceptible de una cultura que sufrió los embates de la conquista. E incluso pudo quedar con formas arcaicas, es decir, estructuras que con el tiempo perdió el propio idioma original. Para otros, la voz quizá llegó y se aquerenció, quién sabe.

Puede ser un grito de advertencia, una reacción espontánea ante el peligro, o puede ser una suerte de celebración franca al evitarse un accidente grave. El caso es que la palabra “eyacuero”, o “ijhacuero”, despertó el interés de expertos de universidades y centros de investigación de la Argentina, Brasil y Alemania, y en diálogos informales sostuvieron que estaríamos en presencia de un verdadero tesoro guardado en la lengua zonal, insertado como una piedra preciosa en el idioma castellano de uso común. A lo que se agrega una mención bien señalada, de una voz similar, en un libro del profesor Antonio Serrano, sobre la lengua abañeé.

400 años atrás

Esa interjección habría atravesado los siglos con una forma anterior incluso a los más viejos registros del idioma guaraní, de Antonio Ruiz de Montoya, en el siglo XVII, alrededor de 1639, es decir: anotaciones de hace casi cuatro siglos.

Nadie dijo esto en forma taxativa, pero sí lo expresaron los expertos a manera de aproximación, como empezando a evaluar los quilates de la palabra entrerriana.

Sorprende saber con qué atención recibieron los lingüistas esta expresión y el tiempo que le dedicaron, al considerar que surge de un lugar, el sur de Entre Ríos, donde no podía esperarse este aporte cultural heredado.

En un intercambio amistoso de ideas entre estos lingüistas destacados en el estudio del guaraní, la voz fue analizada desde distintos ángulos y los resultados de la primera mirada fueron muy amplios. Es decir, los lingüistas le dan a “eyacuero” o “ijhacuero” grandes chances de pertenecer a una forma antiquísima del guaraní.

La expresión quedó incorporada al idioma de familias criollas y acriolladas entrerrianas como una interjección, una expresión de sorpresa, de asombro, o quizá de advertencia ante un riesgo, o alivio ante un percance que no pasó a mayores. En castellano, quizá pueda ser sinónimo en parte de la interjección ¡epa! O de ¡guarda! ¡Cuidado!

Los que dieron su primera impresión fueron cuatro reconocidos lingüistas y hay que decirlo: entre ellos figuran los más sólidos del mundo en investigaciones sobre el guaraní y sus variantes, con publicaciones que son libros de cabecera en esta disciplina, como el caso de Wolf Dietrich.

Palabra con historia

Los expertos aceptaron analizar esa palabra que es usual en zonas rurales de Pehuajó Sud, en particular en los aledaños de Irazusta y Larroque, y no sólo estimaron que vale la pena investigarla, sino que de entrada señalaron que, a primera vista, podría tratarse de una verdadera perlita.

Todo, claro, en intercambios informales que, para alcanzar mayor fuerza exigirían otros testimonios y estudios, que probablemente se darán con el tiempo.

Para fortalecer nuestros conocimientos (el autor de esta nota es originario de la zona en cuestión, donde se usa esa palabra), buscamos más al norte en la zona de Caseros, y también en Paraná, con unas pocas consultas, pero no encontramos rastros. Sí en Larroque, donde no menos de diez personas de distintas familias confirmaron (por si hacía falta) que sí: es una expresión del habla vulgar y habitual, no es allí una rareza. Y como se trata de una suerte de grito, hasta ahora no se lo había registrado como una palabra con identidad propia
. Y vaya si tiene historia, si nos atenemos a las primeras observaciones de los investigadores.

La interjección es usada en una sociedad de costumbres campesinas, que no parece tener otras herencias de los idiomas de pueblos originarios, por lo menos visibles, que no sean la toponimia y los nombres de vegetales y animales, allí sí con abundante y profunda herencia indígena. Hay publicaciones diversas que subrayan la honda y extendida presencia de idiomas del Abya yala (América) en esta provincia, pero más en sustantivos.

Podría ser guaraní

La palabra que cautivó la atención de los lingüistas es “eyacuero”, o “ejhakwéro”, o “ijhakwuéro”, que algunos pobladores campesinos o habitantes de zonas semi-rurales pronuncian a la manera de una exclamación, sino un grito, como respuesta a un hecho que los asusta, que los toma de sorpresa, y que los lleva a retroceder en forma brusca, a echarse para atrás, a esquivar.

Y despertó la atención de los expertos, más de lo que podía esperarse. En algún caso hasta se mostraron sorprendidos. Es que, como se ha dicho, no hay muchos registros de rastros del guaraní en el habla vulgar de la zona de Pehuajó Sud, en el sur entrerriano, sacando los nombres tan comunes de aves (morajú, biguá, pirincho), peces (surubí, patí, pacú), mamíferos (yaguareté, carpincho, aguará), insectos (isoca,  arará,  mamboretá), árboles (curupí, ñandubay, ubajay), hierbas (camambú, cata-i,  caraguatá, macachín, mburucuyá), ríos (Gualeguay, Paraná, Gualeguachú, Nogoyá, Guayquiraró), parajes, islas, etc.

El argentino Pedro Viegas Barros (Conicet), los brasileños Emerson José Silveira da Costa y Víctor A. Petrucci (Universidade Federal de Campinas, Brasil), y Wolf Dietrich (Westfälische Wilhelms Universität Münster, Alemania), coincidieron en buscar orígenes de esta interjección en el guaraní.

Serrano dio la punta

Enviamos a Buenos Aires una carta por correo electrónico al lingüista Viegas Barros, que ya estudia en Paraná los interesantes aportes de Blas Jaime sobre la lengua Chaná.

Y aquí otro dato: además de los cuatro lingüistas actuales, está el aporte del profesor Antonio Serrano (en una obra de 1936) que generó la duda y la consulta.

Escribimos: “Pedro: en la zona rural de Larroque, Irazusta, distrito Pehuajó Sud, departamento Gualeguaychú, usamos siempre una expresión que nos ha llenado de dudas y usted  quizá nos ayude a develar su origen. Cuando aparece de improviso un peligro, una víbora, algo violento, nos echamos para atrás y en vez de gritar ¡guarda!, ¡la puta!, ¡ay!, ¡epa!, gritamos: ¡eyacuero!, o ¡iyacuero! Bien, esa expresión nos parece interesante. Hemos comprobado que no la usan en otras partes, pero no sabemos dónde se usa. En nuestra zona sí, allí, en Pehuajó Sud”.

“Revisando la obrita de Antonio Serrano, Etnografía de la Antigua Provincia del Uruguay, encontramos en la página 154 algo que podría darnos una pista. Dice que en el idioma abañeé de los guaraníes, “atrás” se decía jhaquïcuéri, y en ñeengatú, sacacuéra. Es tanta la coincidencia, que nos deslumbra. ¿Podrá ser? –le preguntamos al lingüista-. Nosotros, ante un peligro abrupto, en vez de decir ¡atrás!, gritamos en abañeé ¡eyacuero! o ¡iyacuero! Sería, en ese caso, una verdadera perlita”. Hasta aquí nuestra consulta.

Respuesta de Viegas

El lingüista, que entonces se encontraba en preparación del doctorado en su especialidad, contestó de inmediato: “Es muy interesante esta palabra que menciona, creo que nadie la había registrado antes. Y ya eso solo la convierte, como usted dice, en una perlita. Por el momento, no podría decir nada sobre su posible origen más de lo que usted sugiere. Me parece que tiene, efectivamente, un ‘aire de familia’ a guaraní, pero no soy especialista. Igual voy a ver qué puedo averiguar preguntando por internet a quienes saben algo del guaraní nuestro de cada día. Sería interesante saber cómo se pronuncia exactamente la letra <y> en <eyacuero> o <iyacuero>: ¿como la <y> del inglés <yes> (semiconsonante palatal)?, ¿como la <g> del francés <rouge> (fricativa palatal sonora)? ¿o como la <sh> del inglés <show> (fricativa palatal sorda)? En el castellano de Buenos Aires los tres sonidos tienden a confundirse, no sé qué pasará en el área rural de Larroque. Conocer la pronunciación de esta letra puede dar una pista para saber si es plausible o no la etimología propuesta por usted. El Arte de la Lengua Guaraní del jesuita Antonio Ruiz de Montoya, una de las primeras obras sobre esta lengua, está ahora disponible en Internet y se puede bajar gratuitamente”.

Al mismo tiempo Viegas Barros consultó a otros lingüistas, y recibió respuestas muy interesantes de dos brasileños y Dietrich, de una universidad alemana, expertos en el guaraní. Viegas Barros se ha especializado en varias lenguas de pueblos originarios, empezando por una docena de lenguas de los pueblos de la Patagonia argentina y chilena, y otras del norte argentino (Lule y Vilela), y como es un protagonista permanente de los congresos lingüísticos, sus conexiones fueron muy útiles para este caso también. Además, vale recordar que sus contribuciones luego de varias visitas a Paraná permitieron que la Unesco reconociera que en Entre Ríos se da el caso de la lengua de un solo hablante: el chaná.

Dietrich y Montoya

El brasileño Emerson José Silveira da Costa envió la primera contestación, y luego llegó la de otro de los máximos investigadores de las lenguas guaraníes, el Dr. Wolf Dietrich.

Se trata de un gran investigador del chiriguano, guaraní y otras lenguas tupí-guaraníes, y conocedor de la lingüística comparada de esa familia, con publicaciones muy citadas. Su opinión es particularmente autorizada.

Dijo Dietrich: “Estimado Pedro: yo estoy convencido de que la expresión contiene la interjección cháke ¡cuidado!’, que ya está en Montoya, y la raíz -akykwe ‘parte trasera’, que en su forma plena es -akykuéri en Montoya, -akykuéri y -akykuére en el guaraní paraguayo moderno. Probablemente se trata de una contaminación de ambas formas”.

Vale insistir: estamos ante respuestas informales, no ante conclusiones que llevarían más tiempo, pero los aportes de los expertos resultan por demás atractivos. Sigue Dietrich: “Tapykue es una variante tradicional de takykue. En el guaraní paraguayo moderno tapykuévo significa ‘hacia atrás’. Podría tratarse, pues, de la contaminación /combinación de cháke con tapykuévo. Un abrazo, Wolf Dietrich. Romanisches Seminar, Westfälische Wilhelms Universität Münster (Alemania)”.

¿Cuatro siglos?

Ahí no termina el aporte de Dietrich. Al otro día sintió que podía dar más, y siempre a  modo de opinión espontánea, informal, arrimó una sugerencia por demás importante para posibles estudios posteriores: “Estimado Pedro, quisiera agregar a mi comentario de ayer que creo que el origen de la interjección cháke / háke del guaraní es el siguiente: -ke es un sufijo que se combina con imperativos e intensifica el requerimiento. De ahí que -chá- no pueda ser otra cosa que una forma abreviada del imperativo e-hechá del verbo hechá ‘ver’, o sea las formas e-(he)chá-ke o bien e-h(ech)á-ke están a la base de cháke / háke, con el significado de ‘mirá!’, de ahí ‘cuidado!’. Estas formas explicarían también la vocal inicial (que sería e- ´segunda persona imperativa´) de las formas ehakwéro / ihakwéro. En todo caso, se trataría de la documentación de formas muy antiguas –añadió Dietrich-, formas que conservan el morfema del imperativo original, perdido ya en las formas atestiguadas por Montoya. Además, la conservación de rastro del guaraní vivo antiguamente hasta en el sur de Entre Ríos me parece altamente llamativa. Nuestro trabajo de campo (para el Atlas Lingüístico Guaraní-Románico) llevado a cabo en el norte de la provincia (San José de Feliciano y La Paz) dio como resultado que algunos habitantes tienen recuerdos del guaraní, pero que nadie lo habla que no sea un correntino trasladado allá. Un abrazo, Wolf”.

Este último aporte de Wolf Dietrich resulta conmovedor y nos interroga. ¿Podríamos haber conservado una voz tan pero tan antigua, con una forma arcaica, que data de casi cuatro siglos? El experto dejó la puerta abierta. (Siempre, claro, en intercambios informales, no como resultado de investigaciones que aún faltan). Pero ¿por qué aquí, en el sur entrerriano? Wolf Dietrich reconoce que eso le resulta “llamativo”. Y nosotros quedamos expectantes.

La sola posibilidad de que hayamos guardado por tantas generaciones este tesoro nos llena el alma. Además nos sugiere que, en este camino, nos podemos reencontrar con identidades que fueron vapuleadas, menospreciadas, enterradas, ninguneadas, como todo lo que no proviniera del centro del poder. ¿Cuántas maneras están entre nosotros un poco perdidas u opacadas, y nos llaman a una relectura de nuestra propia esencia? La minga, la hospitalidad, ¿no son luces también encendidas en el fondo de los tiempos, y fogoneadas por nuestros pueblos sin reparar en su origen, para alumbrar las oscuridades de hoy? (*Daniel T. Fiorotto – diario Uno)

*PORTAL Larroque*
e-mail editor@portallarroque.com.ar
Face Portal Larroque revista.
Cel.- 03446/ 15. 581619 –