Un notable maestro, director de Coros – Gustavo Maldino: todas las voces, todas.

*El maestro es un referente de la música Coral en el país y en el mundo; en Córdoba -donde nació y vive- como apasionado fue nuestro maestro en el canto coral en el Coro de Arquitectura en el estudio en el disfrute de la música, de convencer a cada coreuta de sus cualidades vocales y de explicar a cada instante de la importancia del canto compartido. Responsable, trabajador incansable, amante de los grupos, dado de corazón para enseñar a sus discípulos y solidario, un reconocido tango que está preparando Coral Larroque fue enviada por él a los directores. De este querido director aprendimos lo escencial para desarrollar y llevar adelante un grupo Coral y de hacernos amar con pasión la actividad coral; dirigir este grupo de locos lindos que son parte de una resistencia cultural puesto que la mayoría de las veces pagamos para ir a cantar!
Gracias Maestro, gracias Gustavo! Nuestra admitación y respeto por siempre!!  
*Mario Escobar.

*A continuación publicamos la extensa pero interesante Nota que le realizó al Maestro Gustavo Maldino, La Voz del Interior el diario de Córdoba. (*Por José Playo)

Maestro Gustavo Maldino - director de Coros - Córdoba.
Maestro Gustavo Maldino – director de Coros – Córdoba.


Gustavo Maldino es reconocido en el ámbito nacional e internacional como un referente en materia de dirección coral. Nació en San Vicente y recorrió el mundo frente a agrupaciones de distintas geografías. Es fanático del billar, la poesía y la buena mesa.

La única vez que Gustavo Maldino se quedó mudo fue en Italia, más precisamente en la iglesia del pueblo de Frascaro, hasta donde llegó rastreando la casa de su abuelo, nacido allá. El abuelo solía cantar en el coro de la Parroquia. Tras un periplo casi cinematográfico con viajes en taxi y buenos samaritanos, Maldino ubicó el pueblo, gente que recordaba su apellido y la iglesia en cuestión, donde sus genes habían empezado a levantar la voz. Él, que hace años dirige coros, cambió ese día las palabras por un llanto emocionado y no pudo decir ni mu.  

Maldino trabaja en el Teatro San Martín, en una oficina que está justo al final de una caminata laberíntica que incluye acompañamiento con trombones, tropiezos con gente que lleva estuches y escaleras y muebles de madera que dejan la boca abierta. Detrás de su mesa de trabajo hay un mural de cajas. Son cajas que se apilan con prolijidad sobre estantes que trepan casi hasta el techo.  

El primer acercamiento a la música de manera no amateur fue en este mismo edificio: “Tuve por suerte el primer contacto musical con Herbert Diehl, uno de los más importantes pedagogos que hubo en Córdoba. Fue una suerte estar ligado a él desde muy chiquito”, recuerda. Se refiere a la época en que Diehl había pedido en el techo del teatro dos aulas para que funcionaran como jardín de infantes, proyecto que pronto se convertiría en la Escuela de niños cantores. “Recuerdo haber hecho el jardín acá y recuerdo subir las escaleras y ver los carteles de palcos, balcón, tertulia, cazuela, paraíso”. Toda esa estructura evolucionó y se mudó a la Ciudad Universitaria, pero la profesión de Maldino lo ha devuelto acá.
Tuve por suerte el primer contacto musical con Herbert Diehl, uno de los más importantes pedagogos que hubo en Córdoba

La Cañada en Córdoba...
La Cañada en Córdoba…


A viva voz…

“Mi madre fue la que más hizo para que yo me acercara al canto. Y no vi la escuela como una puerta hacia la música, sino con la naturalidad de ir a una escuela. Además, varió el proyecto original, que era una escuela de niños músicos que consiguieran salida laboral con un instrumento. Cuando sacan a Herbert del proyecto, se volcó más a los coros. Él fue el que creó el primer coro de niños acá”, cuenta Maldino.

El niño Gustavo se hizo joven y terminó, con 16 abriles, dirigiendo el coro de la Municipalidad de La Francia. “Era chiquito pero tenía una alta dosis de inconsciencia –dice–, me gustaba tanto, lo hacía con tanta pasión, que creo que se me respetaba por eso”.

Para Maldino la edad es sólo una circunstancia, y entiende que en materia de interpretación y dirección no hay barreras etarias. Por caso, los directores grandes para él son como esas salsas que se vuelven reducciones. El secreto es hacerlo hasta que te dé el chasis. 

Luego de esa experiencia entró en la Escuela de Artes para estudiar dirección y composición. “El estudio de la composición me brindó una mayor comprensión de la música –explica–. La apertura que te da conocer los mecanismos de la composición fue muy provechosa para la interpretación y el análisis”, resume.

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Maldino define su formación como panteísta (del verbo estudiar de todo). Y quizá esa formación le permitió aprender con pasión de maestros como César Ferreyra, a quien un buen día sucedió. El chiquilín Maldino pasó de la fila de las voces al comprometido rol de director. “Tuve la suerte de poder dirigir durante 14 años el Coro Polifónico de la Provincia, y llevo cinco años frente al Coro de Cámara, además de dirigir coros vocacionales y coros como invitado”, cuenta. 

Además, dirigió en muchos otros lugares, como Estados Unidos, Europa (Italia, España, Francia, Alemania y Eslovaquia) y Cuba. Estuvo en la primera America Cantat (evento coral internacional itinerante que se hace cada tres años para reunir por ocho días seguidos a directores, coros y coralistas de talla mundial) en La Plata y ese evento serviría para vincularlo con otros países y otra gente. Su nombre terminó sonando como referente para muchos y en eso anda, regando la voz en muchos convites.
La amistad y los afectos constituyen lo más importante; mi actividad es una parte, no es el todo…

A los cuatro vientos

Maldino jamás canta en la ducha; de hecho, cree que no todo es tan lírico, aunque vive con música en la cabeza todo el día. Para distraerse, apela a una terapia grupal de amigos con los que frecuenta “el bar del pelado”, en Alta Córdoba, donde se disputan celosos partidos de billar. “Es maravilloso porque tenés que enfocar la atención en algo que no es justo ni injusto –dice–. En palabras de un habitué, ‘siempre se le echa la culpa a la mesa, pero no es la flecha, es el indio’. Eso, si lo aplicás en otros órdenes, sirve para muchas cosas”, resume. 

Maldino se define como hedonista (del verbo tener amigos, afectos, comer bien y regar las mesas). “La amistad y los afectos constituyen lo más importante; mi actividad es una parte, no es el todo. Eso redunda en beneficios del director, nunca al revés. Alguna vez puse mucha libido en la profesión, pero es una encerrona, porque el Gustavo contiene al director, y si el Gustavo disfruta de la vida, eso va a redundar directamente en beneficio de la interpretación”, explica. 

A Gustavo le gusta el cine, el fútbol, el voley, el frontón y el paddle, disciplina que abandonó cuando un par de esguinces le engrilletaron los tobillos. También es fan de la poesía. Esto sí se relaciona directamente con su oficio: “En el repertorio coral hay mucha música con texto. Hago mucho hincapié en eso. Cuando doy talleres para directores digo que la llave de la interpretación es el texto. Generalmente el compositor recibe un tema y le pone música. Eso quiere decir que hay un huevo antes de la gallina. La música se ha pensado en base a un texto y esa poesía está puesta debajo de las notas”, resume.

En vínculo directo con el hedonismo se ubica la importancia que el maestro le da a los recreos. “En los coros es casi tan importante el ensayo como las juntadas alrededor de una parrilla. En este oficio están tan institucionalizados el ensayo como los encuentros extras”, explica. 

De acuerdo a su visión, esta es una de las actividades de conjunto más sanas y con más sensación de pertenencia, trabajo en equipo y camaradería. “Los integrantes de los coros forman una tribu especial –dice–. Sobre todo en los coros vocacionales, donde la gente va porque le gusta cantar. Ves desde matrimonios que se forman hasta familias que se suman. Lo que más me atrae como intérprete es cómo de un variopinto de individualidades se puede hacer algo único”. 

A veces se da la paradoja de las personas que de cuna traen una gran aptitud, y por quedarse sólo con eso, llegan a un nivel menor que aquellas personas con buena formación y no tanta aptitud

Coro- de Cámara de Cba. dir. Gustavo Maldino.
Coro- de Cámara de Cba. dir. Gustavo Maldino.


Bajar el tono

Para Maldino, la dirección no puede ser de una sola vía, y en esto radica la magia, cuando se aúnan en una sola interpretación varias individualidades. Claro que entiende que hay aptitudes con las que se nace, pero también sabe que hay muchas que se pueden aprender: “A veces se da la paradoja de las personas que de cuna traen una gran aptitud, y por quedarse sólo con eso, llegan a un nivel menor que aquellas personas con buena formación y no tanta aptitud –explica–. Para llegar a un nivel profundo deben darse las dos cosas. Algunos músicos intuitivos abjuran de lo académico y eso está cambiando por suerte, hoy hay enormes músicos populares que tienen formación; es que si nacés con una predisposición y encontrás buenas herramientas para determinado arte, en lo académico, o con maestros, pienso que la responsabilidad es desarrollar”, agrega. 

Aprovechando el voleo, también sería interesante repasar el rol de los formadores de oídos, que son las grandes compañías. Maldino parece haberles sacado la ficha: “Yo estoy en desacuerdo con que a la gente hay que darle algo porque sea muy escuchado. Hay gran responsabilidad en cuanto a lo que se difunde, eso es un problema porque si no conocés, tenés un rango bastante acotado, generalmente asociado a lo que ves en la tele u oís en la radio. Es una opción comprimida. Es difícil generar curiosidad para salir de ese molde”, dice. 

Si Maldino fuera el indio del ejemplo del billar, su flecha apuntaría siempre al corazón. 

Para él importa mucho la energía del amor que se vuelca en el oficio: “Uno puede ser un gran conocedor, pero lo que importa es lo que suena –dice–. El nudo está en si emociona o no lo que hacés, si llegás al corazón de los demás. El pecado mayor que podés cometer musicalmente no es desafinar, es aburrir”. 

En la paleta de colores de las pasiones que hacen hombre al hombre, cantar debe ser una de las más primitivas. Esa propensión natural a emitir sonidos melódicos es inherente al ser humano. Como juntarse en grupo y compartir. 

Si lo vemos de esta manera, Gustavo Maldino puede cantar estas verdades sin necesidad de levantar ni un poquito así la voz. 

*Gustavo Maldino nació en Córdoba, en la República de San Vicente, hace 57 años. En la actualidad dirige el Coro de Cámara de la Provincia de Córdoba y el Coro de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, además de otros coros vocacionales, como el de La Voz del Interior. Dirigió durante 14 años el Coro Polifónico de la Provincia y ha estado al frente de coros en Estados Unidos, Italia, España, Francia, Alemania, Eslovaquia y Cuba.

G. Maldino, junto a los integrantes de uno de los Coros que dirije...
G. Maldino, junto a los integrantes de uno de los Coros que dirije…