Sus caricias eran muy sensuales, empezando por la nuca hasta llegar a su espalda.
Después acarició sus hombros, bajando lentamente hacia
sus senos y parando justo después de su ombligo.
Después puso su mano en el interior de su brazo
izquierdo, acariciando el lado de su seno, bajando por su costado,
sobre la nalga, hasta llegar a la pantorrilla.
Siguió hacia arriba por el interior de su pierna
parándose en la ingle.
Repitió las mismas caricias en el lado derecho y de
repente paró, se dió vuelta y se puso a ver televisión.
La esposa, que estaba muy excitada, le dijo, con una voz muy dulce:
– «Lo que estabas haciendo estaba maravilloso… ¿por qué paraste?»
Y él respondió:
– » Ya encontré el control remoto de la tele»!!