*Desterrar la arrogancia en la entrevista a los desterrados…*Los miembros del Sindicato Entrerriano de Trabajadores de Prensa y Comunicación –Setpyc- llamamos la atención sobre la discriminación negativa que ejercen algunos medios masivos de gran alcance contra los pueblos originarios en la Argentina.
Lamentamos que esa actitud altanera y prejuiciosa nos prive de conocer en profundidad saberes, modos y luchas de nuestros pueblos hermanos expulsados y perseguidos por siglos.
En algunas entrevistas públicas, mientras a un terrateniente le dan pie para que se luzca con sus respuestas sin interrupciones, a los dirigentes de comunidades originarias en cambio los muchachean, les discuten sobre la marcha con opiniones infundadas y un arsenal de prejuicios, y en medio de un atosigamiento les ceden con suerte cinco segundos para que desarrollen un pensamiento.
Ese trato desigual con los desposeídos es fruto en parte de la vieja consigna racista y violenta expresada en el lema “civilización y barbarie” y es tanto el daño que ese esquema mental ha producido al país que conviene estar prevenidos.
Algunos medios masivos parecen lanzados a la descalificación ligera, y eso contrasta con la respuesta serena, respetuosa, frontal de los entrevistados de nuestros territorios. No es función del periodismo burlarse o desacreditar. Tampoco corresponde discutir sin fundamentos, y a veces con llamativa ignorancia de nuestra historia. Ni corresponde interrumpir cada respuesta o truncarla, con la sola fuerza del monopolio del micrófono. Menos aún echar en cara al entrevistado el hecho de brindarle un espacio, cuando no es el periodista el dueño de la comunicación.
Negar el genocidio de nuestros pueblos originarios del Abya yala (América) es propio de una mirada colonizada, y resulta tan violento como negar el holocausto, porque ese genocidio se produjo aquí, sus mentores siguen siendo “próceres” de una argentina racista que se potencia con el poder económico, corporativo y mediático concentrado en la metrópolis, y sus víctimas sobrevivientes siguen siendo discriminadas, desterradas, hacinadas en pleno siglo XXI.
El periodismo debe abordar los temas con libertad en forma y contenido, pero medir con la misma vara y nunca mezquinar espacio a los expulsados ni atropellar con los modos de la metrópolis. Nuestro aporte no consiste en aceitarles el camino a los poderosos sino en buscar la verdad, y facilitar la expresión de aquellos a quienes se les ha negado la posibilidad de participar.
Se hizo un hábito la propaganda disfrazada de periodismo. Ni la concentración de los medios masivos en pocas manos ni la partidización de los medios del Estado son vías para el ejercicio del periodismo. Y hay un margen (aunque siempre estrecho), para el trabajo digno que debe ser aprovechado no tratando de caer simpático a ciertas clases sociales o ciertos anunciantes y propietarios sino ofreciendo un auténtico servicio de noticias, interpretaciones, entrevistas, para que los receptores saquen sus propias conclusiones.
El sistema actual menosprecia a tal punto a los pueblos llamados “del interior” y a las comunidades originarias que en muchos casos los medios de mayor alcance, aun recibiendo fuertes sumas del Estado, no registran siquiera corresponsales en las provincias, en una demostración clara de hegemonía.
Mandato del Estatuto
El Estatuto del Setpyc contiene un capítulo especial sobre los saberes de los pueblos antiguos del continente y sobre nuestra determinación de no eludir los debates públicos. Por eso nos manifestamos.
El Estatuto llama a “la extensión y profundización de la democracia en los medios de información, al debate sobre contenidos y selección de temas en el periodismo con criterios claros y capacidad de discernimiento; y a la generación de conciencia sobre la importancia de la libertad y la multiplicidad de voces en nuestros medios”.
También a “tomar injerencia en las discusiones de las cuestiones fundamentales para la vida del país y de los pueblos de Nuestra América, y de los trabajadores del mundo, fijando la posición del gremio, y generar conciencia sobre la milenaria y vigente unidad de los pueblos y los daños de la atomización y la balcanización de nuestros territorios”; y a “combatir el sectarismo y la discriminación negativa de cualquier tipo y procedencia”.
En otro párrafo, el Estatuto convoca a “promover en los trabajadores el conocimiento y la aplicación de la filosofía de los pueblos del Abya yala (América) sintetizada en la complementariedad, el espíritu comunitario y la expresión sumak kawsay, suma qamaña o tekó porá (agregaríamos kume mongen, kume felen), traducida como vivir bien y buen convivir en armonía con el resto de la naturaleza; entre otras razones, porque los trabajadores de prensa y comunicación no pueden ofrecer los mejores frutos de sus funciones intelectuales sino con tiempo, espacio y ámbitos naturales propicios para conocer, meditar, intercambiar”.
Sindicato Entrerriano de Trabajadores de Prensa y Comunicación –Setpyc-
Filial de Fatpren
Paraná, Entre Ríos, setiembre de 2017.
*Portal Larroque*
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