Relatos familiares de Larroque a 200 años de una hazaña – por Daniel Tirso Fiorotto

*Relatos familiares de Larroque…
*Unos amigos de afuera de la provincia que escucharon la canción Dar en milonga me preguntaron por algunas referencias. Les expliqué entonces aspectos de mi pueblo porque en el poema se cuelan nombres como en un diálogo familiar, donde nos entendemos, y he visto que a otros les resultan un tanto herméticos.
La canción tiene aires de milonga y candombe, en homenaje a la unidad indisoluble de entrerrianos y orientales, bien expresada en los larroqueños.
Digo larroqueños porque cuando era gurisito escuchaba ese gentilicio venido del barrio, popular. Luego se impuso un poco más el “larroquense”, y no lo descarto para nada, pero me siento mejor identificado con el anterior. Como me siento a gusto con la imagen de esa alfombra celeste de los linares de antes, un regalo para el corazón, y no con el verde sojero de hoy.
El poema evoca a los pueblos originarios que poblaron la zona, en el nombre chaná, aunque no fueron solo chanás, y también a los descendientes de africanos y europeos, de ahí las primas y el tambor.
Tal vez haya cierta intensidad en eso de marcar las distintas vertientes, y en especial la de los aborígenes y negros, porque en la historia más conocida de Larroque han prevalecido nuestros ancestros italianos o alemanes, por quienes sentimos obviamente un reconocimiento, y eso no hace justicia con la honda constitución criolla de nuestro pueblo, de tanto gringo acriollado.
Hay alusiones a la tala rasa que desnudó las lomadas y provocó tremendas erosiones del suelo por décadas, en sus suelos vertisoles, gredosos.
La canción está inspirada en dos mujeres, María Esther de Miguel y Teresa Peralta, una escritora, la otra docente, ambas con luz propia, y diferentes: una de ojos celestes y más inclinada al radicalismo, la otra morocha peronista. Y hablo de los tiempos en que decir esas cosas valía la pena, y de alguna manera se complementaban mutuamente.
A María Esther la leímos, por supuesto, de chicos, y en lo personal le hice algunas entrevistas más tarde, lo mismo que a su esposo que dirigía la excelente revista geopolítica, que seguíamos. Teresa Peralta era una queridísima profesora que podía enseñarnos la química y el amor a la patria al mismo tiempo, con una personalidad única. Bien plantada. Además, éramos amigos con sus hijos. Pero en ellas dos nombramos a muchas, a todas.
Juan Bellaco era un personaje típico que divertía a los niños imitando al caballo. También lo menciono en la novela Si dijeras Gondwana, que guarda muchos personajes de Larroque y Gualeguaychú.
El Tola Albarenque era un paisano de los alrededores, caracterizado por sus bellos relatos lugareños, sus pescas antológicas; y el cura no es otro que Alberto Paoli, tan afecto al teatro, la música y otras artes. Fue mi profesor de música y otras disciplinas. Los alumnos solían faltarle, cariñosamente, el respeto, la verdad sea dicha, pero de una u otra forma disfrutábamos de sus clases. En mi pueblo domina una inclinación especial hacia la poesía y la música; en aquellos tiempos era una delicia escuchar a los hermanos Olivera, el Nani y el Tito, a Claudio Ronconi, a Celia Taffarel, a Claudio González, qué lindas voces, qué amor a la canción; y podría nombrar así a decenas, en las tenidas entre amigos, o disfrutar de los artistas un poco mayores como el Gringo Lonardi en el chamamé y la milonga.
Siempre pienso que si un apellido representara a Larroque podría ser Lonardi, porque la voz y la capacidad expresiva de Luis (el Gringo) y la conducta deportiva de Pirincho, que eran primos, marcaron de algún modo nuestras vocaciones culturales, sea en los deportes como en la música.
Pirincho, un deportista de excepción, mecánico y piloto de automovilismo en una categoría que hizo historia, la Fórmula Entrerriana. 
El río de Ortiz es, claro, el Gualeguay, y nos referimos a Juan L. Ortiz, que se inspiró en sus orillas y vivió muy cerca de Larroque, en su casa de los pájaros. En las costas del Gualeguay se afincó un tiempo también Yupanqui, cerca de Tala, y él mismo recordaba su paso por Cuchilla Redonda o Urdinarrain, donde nació su primera hija. Cómo no recibir las irradiaciones de su presencia universal.
Artigueños
Cerca de Larroque y Cuchilla, en las puntas del arroyo Cevallos, irrumpió el genio de Francisco Ramírez puesto a las órdenes de Artigas, con ánimo demoledor. En la próxima Navidad se cumplirán 200 años.
Algunos historiadores discuten ese combate, lo sitúan más al norte días después, pero sea como fuere no cambia mucho la realidad: la presencia artiguista en la primera hora, en nuestra zona, incluso antes de que Artigas se hiciera revolucionario, con Bartolomé Zapata. Recordar los 200 años nos ayuda a ver las raíces antiguas de nuestra pertenencia al territorio, a bañarnos en una historia de más de 10 mil años.
Hay que decir que en los aledaños de Larroque vivía don Bartolo, cuyo espíritu rebelde le cuidó las espaldas a la revolución de Mayo e inspiró a Artigas. Los paisanos de Bartolo asaltaban las estancias de las autoridades españoles, para poner caballos y aperos al servicio de la revolución, pero cuidaban las pertenencias de la peonada. Linda enseñanza de nuestros pagos. Y bien: el primer gran caudillo entrerriano fue medio larroqueño, medio gualeyo, de por acá nomás, y el segundo se volcó a la revolución, para sorpresa de la invasión colonialista porteña, en la misma zona que vio nacer a Zapata.
La referencia al “Bocha de sol” apunta a un paisano que fue mi compañero de aula, y a una familia con herencia seguramente en los pueblos originarios, muy querida, cuya vida misma nos alumbra la comprensión. El Bocha me ha contado de la vida de los suyos, como deschaladores. Un hermano suyo murió en situación muy confusa. Tal vez el apellido no le ayudó para que la justicia actuara como es debido. Algo parecido ocurrió con la familia de los Gill en cercanías de Crucecitas.
Las historias del molino harinero están inspiradas en el Molino San Antonio, cuyo nombre es un homenaje a mi tatarabuelo Antonio Taffarel. Fue la primera industria de la zona. Lo administraron mi bisabuelo Césaro Taffarel y su hermano Pedro David que fue primer intendente de Larroque. Mi nona Juana Taffarel De Zan no heredó nada de eso, sólo unos libros viejos con algunas anotaciones de principios del siglo XX.
Bueno, se trata de un milongón, o una milonga candombe, bien panzaverde y oriental. Por eso la mención a gringos y canarios. En Larroque hay muchos descendientes de las islas canarias y campesinos orientales, tanto como nietos de italianos, alemanes del Volga, judíos de distintos orígenes, árabes, africanos, brasileños, etc., dedicados al tambo, el pollo, la miel, las esquilas; faenas rurales y urbanas, pero siempre en ese intercambio tan jugoso.
Yupanqui decía que el sentido de la vida era conjugar el verbo “dar”, y recitaba esos versos de Antonio Machado, “la monedita del alma se pierde si no se da”. Creemos que la gauchada es una tradición muy nuestra, y que debemos cultivarla.
Nos detenemos un poco en el “piquete” porque tanto en la defensa del frigorífico de aves en su momento como en las posteriores luchas campesinos se ha usado el piquete como herramienta y sugerimos, de algún modo, que habría que apuntar alto ¿no? Lo nuestro es la biodiversidad y allí el ser humano, no la concentración de la tierra y la avaricia de unos pocos.
Bueno, eso es lo que vemos en Larroque: muy nuestro el silbido, el chamamé de alpargatas y el mate amargo, a la vera del ferrocarril, y con esas cadencias que sólo la mujer.  (*Colaboración: D.T.F.)

«Dar en Milonga» 
*Mi pueblo silba un son,
americano son,
guarda en su acento los silencios del chaná.
*Mi pueblo tiene voz
de primas y tambor,
y en un sudor callado el monte se le va.
Con caricias de lino, historias del molino;
(con caricias de lino)
y desvelos de riel y pluma y leche y miel…
cuando le oponga, serio,
un piquete al imperio
será un tornado bajo el velo, una mujer.
*Mi pueblo es más que yo, es más que vos,
¡es Juan Bellaco!
Tiene un Tola de cuentos, un Cura de las tablas,
tiene un Bocha de sol.

*

*Mi pueblo es una Mujer
con ojos de María Esther, sonrisa abierta. Dar para ser.
Mi pueblo es una mujer,
ahí va mi pueblo en Teresa, sonrisa abierta. Dar para ser.

*

*Mi pueblo echó raíz
en el río de Ortiz
que lame el rancho de Atahualpa y el palmar.
Con Pirincho gritó, con Pirincho,
más alas que motor,
¡bandera a cuadros para otra “tierra sin mal”!
Un mate en la fatiga, una misión, Artigas,
(un Cevallos de Artigas)
y un hoy fatal que pagará caro el zorzal.
Pero no habrá en el mundo
oro, ni latifundio,
oro que opaque el himno a la diversidad.
Mi pueblo es más que yo, es más que vos,
¡gringo y canario!
Chamamé de alpargatas en mil casitas chatas,
y en Central pinta un gol.
Mi pueblo es una Mujer
con ojos de María Esther, sonrisa abierta. Dar para ser.
Mi pueblo es una mujer,
ahí va mi pueblo en Teresa, sonrisa abierta. ¡Dar para ser!

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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