«Es loza que corresponde a la segunda mitad del siglo XIX que fue fabricada en Inglaterra y que posiblemente estaba destinada al comercio en la costa pacífica», asegura Atilio Zangrando, arqueólogo del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET).
En aquellas remotas playas es posible encontrar una diversidad de utensilios y pertenencias de marineros y expedicionarios que hace cientos de años surcaron estas aguas con mayor o menor suerte. «Es un lugar donde hubo muchos naufragios. Es un lugar donde el mar se ‘tragaba’ los barcos; y queda todo ese vestigio que hace que haya toda una mística a descubrir e investigar», explica Rosana Bertone, gobernadora de Tierra del Fuego.
Sin embargo, cuando baja la marea el equipo tiene que apresurarse a desenterrar las piezas más importantes antes de que el agua vuelva a cubrir todo, con el riesgo de que el material se dañe y ya no pueda ser recuperado. Luego, se lleva un registro del contexto donde fueron hallados los objetos y se empieza un proceso de conservación para amortiguar el impacto de su cambio de ambiente.
Las piezas hablan y su contexto histórico es fundamental para reconstruir una historia. En este caso se trata de las huellas del encuentro de dos mundos que empezó con la conquista española y continuó con la era industrial, en la que Europa se siguió lanzando a las aguas para ocupar esas latitudes. (Fuente: Actualidad RT)
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