*Oreste Berta, en la mirada profunda de Marcelo Camisa, periodista de Cadena 3.
*Marcelo Cammisa, es un viejo amigo que conocí -en mi época de estudiantina- en los ’80 en Saldán uno de los pueblos cercanos a la ciudad Córdoba. Con los años uno regresó a Entre Ríos y «el» Zurdo -como lo apodamos cariñosamente los amigos de aquellos años- abrazó su carrera de periodista.
Siempre fue una apasionado de la buena música, del mate compartido, el fútbol y especialmente de los fierros, el automovilismo y todas sus categorías.
Más tarde «el Marcel», formó su hermosa familia y como cosa del destino como suegro a Oreste Berta un notable, un pionero, una gloria del automovilismo deportivo nacional.
Como yerno conoce profundamente a don Oreste además de trabajar con él y ser por seguro su primer admirador allá en la bella Alta Gracia, donde residen.
Marcelo Camisa, es desde hace años la voz del Rally, internacional en Córdoba y el Dakar, acérrimo hincha de Talleres de Cba. siempre predispuesto a brindar una mano, una nota y un excelente periodista deportivo de Cadena3/Cba.
*Mario Escobar /editor *Portal Larroque*
A cerca de Oreste Berta, nuestro amigo escribió en 2016 lo que a continuación compartimos.
*Hace doce años, recibí un llamado del Senado de la Nación. Por pedido de los senadores Urquía y Reutemann, escribí este texto que respaldaría un proyecto de homenaje en la Cámara Alta. Aunque solo recorre lo sustancial -pues, era ese su objeto- siempre que lo leo vuelvo a asombrarme de la tremenda tarea de Oreste.
Sé que trabaja en un libro que contará en detalles todas estas cosas. Espero que esta breve reseña les guste.
«Su abrazo a la mecánica fue precoz. A los diez años de edad armó por primera vez un motor y dos años más tarde -allá por 1950- era un preparador que ganaba algunas carreras de motocicletas de la zona de su Rafaela natal, a las que concurría acompañado por su madre.
Sus ansias por el conocimiento de la ingeniería lo llevaron a los claustros de las universidades nacionales de Rosario, primero, y de Córdoba, en segunda instancia. Pero el mismo vértigo que marcó su trayectoria lo impulsó a buscar caminos por los que las cosas sucedieran más rápidamente.
Así, la historia profesional de Oreste Berta, comienza a principio de los ’60, como responsable del área de diseño de la fábrica de máquinas y herramientas Bofelli y Finazzi.Durante los años 1961 y 1962 será seleccionado por Industrias Kaiser Argentina, para realizar un programa de entrenamiento industrial en Kaiser Jeep, en la ciudad de Toledo, Ohio, en los Estados Unidos.
Becado por esa empresa, realizará un curso sobre diseño y fabricación de engranajes en Gleason Works, Rochester, Nueva York.A fines de 1962 fue nombrado Adjunto a la Gerencia General de IKA Renault, en la ciudad de Córdoba, y a partir del año 1965 se le designa Adjunto a Dirección de Ingeniería de la mencionada empresa.
Su relación con las motocicletas de competición nunca se había interrumpido. Un «trabajo» que le ocupaba el tiempo libre, irá madurando como profesión para convertirlo en paradigma de los preparadores argentinos.
En 1966 fue nombrado Jefe de Desarrollos Avanzados de IKA Renault, coronando una meteórica carrera dentro de esa firma industrial.
Ese mismo año comenzó a trascender al plano nacional por los éxitos deportivos que como preparador de automóviles cosechaba desde un par de años antes en carreras zonales cordobesas y santafesinas. Un Renault 1093 de su factura ganó el Campeonato Argentino de Turismo Clase B, inaugurando una serie de 56 títulos nacionales con los que sus autos y motores certificaron la calidad de sus producciones, que fueron marcando el ritmo evolutivo del auto de carrera argentino.
Dio el salto definitivo a las primeros planos argentinos cuando en 1967, como Director del Equipo Oficial IKA Renault, preparó los automóviles «Torino» que dominaron el Campeonato Argentino de Turismo Carretera y que convertidos en las conocidas «Liebres» reorientaron el perfil técnico del automovilismo local.
Sus viajes a Europa, su amistad con Juan Manuel Fangio -a quién Oreste ha considerado como un segundo padre- su llamativa facilidad para la aprehensión del conocimiento y la habilidad para aplicarlo, lo proyectaron hacia desafíos cada vez mayores. No faltaron las propuestas para llevarlo a trabajar al viejo continente, pero su espíritu nacional lo retuvo en la Patria. Lejos de declinar el reto, se sintió capaz de afrontarlo desde su suelo y con su bandera.
Durante 1968, fundó ORESTE BERTA S.A., una firma dedicada a la ingeniería automotriz de avanzada y a la producción de vehículos y partes de competición. Desde su sede -que el ingenio popular denominó «La Fortaleza»- forjará los hitos más sobresalientes de la ingeniería de competición argentina.
Vivirá por siempre en los grandes recuerdos de nuestro deporte aquella gloriosa MISIÓN ARGENTINA DE LAS 84 HORAS DE NÜRBURGRING de 1969, que Oreste condujo con maestría junto con el gran Juan Manuel Fangio y que fue reconocida por propios y extraños como una demostración de la calidad industrial, técnica y deportiva de los argentinos.
Cuentan las historias de «boxes» de la época, que no muchos días después de aquella gesta, el gran balcarceño, quíntuple campeón del mundo -en su tono campechano y directo- le dijo «lo vas a tener que hacer vos, hermanito», refiriéndose al Sport Prototipo argentino que en sólo cuatro meses más debía participar de la Temporada Internacional de 1970 en el Autódromo de Buenos Aires.
Aquel enero fue testigo de otra de sus grandes proezas, el Berta LR asombró a todos por su calidad constructiva, se dio el lujo de clasificar 3º, y puntear una de las carreras, delante de los Porsche, Alfa Romeo, Ferrari, Matra, Lola, los más destacados productos del automovilismo internacional de aquellos tiempos. Ese mismo año, participó en los 1000 Kilómetros de Nürburgring, en Alemania.
Tras la hazaña de los Torino, otro auto argentino había despertado la admiración de los especialistas internacionales. Partes vitales de su carrocería estaban reforzadas con fibra de carbono, materia prima vital de los Fórmula Uno actuales.
Durante el año 1971, en busca del sueño de un auto construido íntegramente con piezas nacionales, diseñó y construyó el motor Berta-LR V-8 para Sport Prototipos y F1. Una obra de ingeniería capaz de entregar la aceleración y potencia para pelear en la pista con los grandes impulsores de los campeonatos mundiales de automovilismo. Como lo demostró en 1973, en los 500 Kilómetros de Brasil, donde se presentaron los equipos Ferrari, Porsche y Alfa Romeo y el Berta con motor LR fue el 3º en clasificación y 2º en carrera hasta su abandono.
En 1974 diseñó y construyó el Berta-F1, el primer y único Fórmula Uno Internacional íntegramente argentino. También fue el primer Fórmula Uno del mundo con suspensiones diseñadas con computadora, un recurso que la máxima categoría convertirá en indispensable varios años más tarde, en otra muestra de la gran visión prospectiva del preparador argentino.
En las puertas del Gran Premio de Argentina de F1 de 1975, con el monoposto listo y probado, la falta de un sostén financiero para el proyecto lo convenció de cerrar un ciclo que durante años lo enfrentó a dificultades gigantes.
En los años siguientes, la influencia de su conocimiento y de su afán de progreso dejará una impronta clara en todas las categorías argentinas a las que su actividad se volcaría de lleno.
Así, en el Sport Prototipo, en la Mecánica Argentina Fórmula 1, en la Mecánica Argentina Fórmula 2, luego Fórmula 2 y Fórmula 3 Sudamericana, y el Turismo Competición 2000, sus productos ganaron repetidamente campeonatos, y -como referentes técnicos- abrieron caminos de desarrollo que colocaron a la ingeniería del automovilismo argentino en niveles muy comparables con los internacionales.
Sus productos de los ’70, también ganaron campeonatos de Sport, Turismo, y Fórmula en Brasil. Y el Berta Fórmula 5000, -su ex fórmula uno equipado con motor Chevrolet – se destacó compitiendo en los Estados Unidos como un auto de vanguardia y gran performance frente a los principales monopostos americanos.
Empujado por una verdadera vocación investigativa, Oreste Berta abarcó -como autodidacta- en sus estudios personales casi todas las áreas de la ingeniería mecánica y la de competición. Su biblioteca personal -hoy puesta al servicio de los estudiantes argentinos- está compuesta por miles de títulos de los más variados temas científicos y técnicos, con los que enriqueció sus conocimientos y construyó una formación intelectual integral que tiene pocos precedentes conocidos en el mundo.
Con similar soltura, Berta ha transitado el desarrollo y producción de los motores y todas sus piezas especiales; el de los chasis, sus estructuras y materiales; las carrocerías, los sistemas aerodinámicos; las suspensiones, sus geometrías, sistemas, y elementos; los frenos, con sus partes y compuestos; los comandos; las transmisiones; los combustibles y lubricantes; los neumáticos y llantas; los sistemas eléctricos y los electrónicos. Casi todos los elementos que componen un vehículo.
Precursor de muchísimos adelantos en sistemas de investigación y ensayo, fue avanzado en el país en el uso de flujómetros, dinamómetros, sistemas de prueba de encendido, métodos de experimentación aerodinámica, computación aplicada al cálculo de estructuras y geometrías, análisis de materiales, medición de resistencia de estructuras, sistemas de adquisición de datos, programas de simulación y un sinfín de técnicas para la labor experimental.
Su Túnel de Viento para ensayos aerodinámicos de automóviles de competición en escala es único en Sudamérica. No son muchas en el mundo las firmas que poseen esta herramienta clave para el desarrollo de los prototipos modernos debido a la inversión millonaria en dólares querequiere su montaje, obstáculo que Berta sorteó con ingenio y no poco esfuerzo para materializar otro de sus ambiciosos sueños.
Los chasis tubulares, los alerones, la inyección de combustible, las estructuras autoportantes, las suspensiones progresivas, los motores multivalvulares, el sistema de frenos a la salida de la caja de velocidades, el cárter integral, el efecto suelo, los fondos planos, los materiales compuestos, los amortiguadores regulables, los sistemas de barras comandados, la inyección electrónica, los sistemas de adquisición de datos, las cajas secuenciales, por nombrar sólo algunos de los adelantos que marcaron en los cambios evolutivos del automovilismo en las décadas precedentes, tuvieron en nuestro país un puerto de ingreso y fueron invariablemente a través de los desarrollos y adaptaciones de Oreste Berta.
Con algunas de estas armas, se nos hicieron familiares las proezas de enormes campeones. En la memoria colectiva de la afición automovilística, perdurarán las carreras y títulos ganados con su autos y motores por: Eduardo Copello; Carlos Ruesch; Jorge Ternengo; Héctor Luis Gradassi; Gastón Perkins; Luis Rubén Dipalma; Carlos Franco;
Néstor Jesús García Veiga; Carlos Marincovich; Agustín Beamonte; Miguel Deguidi; Guillermo Maldonado; Jorge Recalde; Ernesto Soto; Gabriel Raies; Juan María Traverso; Silvio Oltra; Miguel Ángel Guerra; Henry Martin; Daniel Cingolani; y Gabriel Ponce de León.
Reconociendo sus atributos, la Universidad Nacional de San Juan le otorgó en 2001 el título de Doctor «Honoris Causa», destacando «su contribución a la ingeniería del país, y la trascendencia internacional que muchos de sus proyectos alcanzaron». Por la misma época, Ford Motor Company (EE.UU.) lo contaba como asesor técnico para sus programas de Fórmula Uno e Indy Car.
Amigo de lo plausible, Oreste Berta ha concretado la mayoría de los proyectos que generó con inagotable creatividad. La reconversión de su empresa, en un polo de ingeniería de avanzada es prueba de ello. Su planta de Alta Gracia atiende hoy programas de ensayos, investigaciones, desarrollos, y asesoría, para industrias automotrices, aeronáuticas, nacionales e internacionales, y de todo su amplio espectro relacionado.
Seguramente todo el automovilismo sentirá su retiro, pero agradecidos por las incontables conquistas deportivas que dejó y por sobre todas las cosas su destacado ejemplo empresarial y de vida del cual los argentinos, los cordobeses y en particular, los habitantes de la Ciudad de Alta Gracia pueden dar testimonio. (*Marcelo Camisa)
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