*Cinco rarezas en el periodismo / Opinión. *No hablaremos aquí de mejores o peores. No está en nuestro ánimo la comparación o la selección. Queremos señalar algunas singularidades en el periodismo argentino, que podrían acompañar los estudios sobre nuestro oficio.
El periodismo tiene ramas incomparables entre sí, de manera que elegir a tal o cual periodista sobre el resto es una tarea inconducente, como elegir entre una banana y una papa, entre un auto y un vino, entre una rosa y un jazmín.
No caeremos en esa tendencia. ¿Cómo preferir a un periodista (hombre o mujer) que hace análisis económicos, frente a otro que divulga asuntos ecológicos, o un tercero que trabaja en el móvil de exteriores como cronista? Muchos de estos servicios son complementarios, no se excluyen ni compiten.
Nos gustaría subrayar hoy el trabajo de periodistas de medios de alcance nacional, provincial y local, destacados por condiciones especiales, en un mundo que ofrece muchos méritos y pocos escrúpulos. Nos referimos a Daniel Enz, Fortunato Calderón Correa, Rodolfo Borini, Ana Cacopardo, Martín Ciccioli. Cinco rarezas.
Pese a que transitan caminos distintos, y en diferentes medios masivos, vemos un hilo conductor que los emparenta: logran lo que se proponen, y con perseverancia.
Cinco mosqueteros
Ahora los porqués: Borini es un loquito suelto en Paraná, como diríamos en la jerga. Él solo, cubriendo varios oficios a la vez, tomó la actitud de hacer un seguimiento a los anuncios, las obras y las decisiones del gobierno municipal de Paraná con espíritu crítico, y se ha convertido en un contralor insustituible del poder político. A puro pulmón. Tal vez ese voluntarismo le da independencia, quién sabe. Cada edición de su programa La Columna es un dolor de cabeza para el intendente, y con razones. Sus burlas opacan un tanto los frutos, claro, pero por encima de ciertos vicios a la vista, el trabajo y el compromiso asumidos por un arquitecto es una rareza, cuando los profesionales suelen, mejor, amoldarse a las circunstancias.
Enz revolucionó el periodismo entrerriano con actitud de fierro para la investigación y la denuncia del poder, político, económico, corporativo, represivo: no son pocos los que han sentido el chirlo de la pluma de Enz. Su determinación no lo hace infalible, obvio, y él lo sabe, pero con esa tozudez marcada ha logrado, sin fondos, piezas comparables a las de otros colegas rodeados por millones de pesos y altos intereses empresariales.
Calderón Correa es un caso único en el periodismo argentino, y por supuesto poco conocido porque sus análisis de los asuntos cotidianos de la región, abordados desde los saberes milenarios del mundo, sean de la India, China, África, Abya yala (América), no son políticamente correctos ni van a encontrar propagandas que los sostenga. Además, sus críticas demoledoras al sistema capitalista, la modernidad, las instituciones naturalizadas, el Estado mismo, el poder concentrado, el capital financiero, el eurocentrismo, el racismo en sus variantes, la poltrona de las academias, le han cerrado casi todas las puertas de los medios.
Su solvencia para tratar asuntos de la economía, la metafísica, los conocimientos tradicionales y las ciencias desde una mirada holística, y también el box, el fútbol, la música, en fin, lo convierten en una excepción en el país. Y es difícil hallarlo, no solo porque vive medio aislado en La Picada sino porque, cuando se lo permiten, no firma siquiera sus columnas porque entiende (con razón) que no somos dueños de las noticias ni de los saberes.
Ana Cacopardo sobresale por la hondura de sus entrevistados, y de sus entrevistas, y por la línea inequívoca para mostrar los saberes y las luchas del Abya yala más profundo. Sus charlas huelen a pueblo, a biodiversidad, a comunidades milenarias y vigentes, a arte auténtico, y por ellas conocemos a mujeres y grupos extraordinarios que dan muestras de otros mundos posibles, que los medios masivos casi siempre ignoran.
Es una excepción total en los medios de gran alcance, y habla muy bien del espacio que ha brindado el Estado a esos conocimientos a través del canal Encuentro, otra excepción. Nunca saldrá de Cacopardo una charla de compromiso, como para cumplir: está metida en la entrevista, y sus sentidos están puestos amablemente en el interlocutor.
Ciccioli nos pone las patas en el suelo. Quizá sin darse cuenta (no lo hemos escuchado analizar en profundidad las razones de lo que descubre), está denunciando los casos de racismo más escandalosos del siglo XXI en la Argentina: el racismo por hacinamiento.
El mensajero
Metido en los barrios marginales, en las familias menesterosas, en los conflictos más agudos propios del amontonamiento y la indigencia, Ciccioli nos da una materia prima insoslayable para comprender los resultados (catastróficos) del sistema imperante. Si estuviéramos en la era de la esclavitud del africano, Ciccioli se metería en las plantaciones, las senzalas (que estudió Gilberto Freyre); y mostraría las violaciones naturalizadas por los amos. Vale por el coraje para enseñarnos los rincones más crudos del presente.
Ciccioli, Enz, Calderón Correa, Borini, Cacopardo, cinco vías poco comunes, algunos de ellos poco conocidos en el país, otros odiados. Interesantes experiencias para valorar desde ángulos menos frecuentes este bello y peligroso oficio: el periodismo.
Peligroso, porque en algunos casos nos exige poner en riesgo la vida, el trabajo, la familia, la salud. Estos nombres que mencionamos dan fe. Y más peligroso todavía porque los periodistas tenemos muy a mano el micrófono, el teclado, la pantalla, el poder. Tratar con aparente solvencia los temas que ignoramos por completo es toda una habilidad aceitada en los tiempos que corren. Lo mismo que reírnos con la murga. Así es como aportamos sobradas energías para colaborar con la confusión y la decadencia.
Pese a todo, hay excepciones honrosas, y hoy señalamos sólo algunas de ellas que nos ayudan a mirar con más cariño al mensajero. (*por. Daniel Tirso Fiorotto)