«Rondeau ni se despeina, mientras Mario Alarcón Muñiz paga su rebeldía» por Daniel Tirso Fiorotto.
(13/oct./2024)
Hace dos años se promulgó en Paraná una Ordenanza que da el nombre Mario Alarcón Muñiz a la calle 1578, a pedido de cientos de artistas y periodistas, pero van a cumplirse cinco años de la muerte del maestro del periodismo entrerriano, y la norma no se aplica.
El sábado 26 de octubre recordaremos a Mario Alarcón Muñiz, que dijo adiós un sábado así de 2019.
Artistas y periodistas entrerrianos pidieron que una calle de Paraná llevara su nombre para recordar su obra, su talento, su actitud notable frente a la censura de todos los vientos, y hubo buena recepción y hasta se dictó esa ordenanza, pero todo está en veremos.
Cuando el centro de estudios que integraba Mario Alarcón Muñiz propuso devolver a la Alameda de la Federación ese nombre antiguo (tras décadas en que recibió por capricho el nombre Rivadavia), el periodista nacido en Victoria apuntó la paradoja de que la capital de la provincia, que sufrió a personajes como José Rondeau y el propio Bernardino Rivadavia, los homenajeara con sus nombres en calles importantes.
“Rondeau le mandó cinco comunicaciones a San Martín para que abandonara la expedición y viniera a combatir a los caudillos del litoral, luego encabezó el ejército de Buenos Aires en Cepeda contra los gauchos de Francisco Ramírez y Estanislao López”, recordó. Respecto de Rivadavia, indicó que perjudicó a los entrerrianos desde que el Triunvirato firmó ese armisticio con el virrey Francisco Javier de Elío. “Yo no acepto, no acepto que una calle de Paraná se llame Rivadavia, que una calle de Entre Ríos se llame Rondeau”, tronó la voz de Alarcón Muñiz.
A nadie se le ocurre (fuera de Alarcón) borrar a Rondeau de la calle, pero con qué facilidad se entorpece, en cambio, la voluntad de esos cientos de artistas y periodistas entrerrianos de que una calle lleve el nombre del periodista y fogonero cultural que se caracterizó por no chuparle las medias al poder. Y vaya si la pagó caro.
La calle saldrá, sin dudas, porque la determinación de los artistas y colegas no tiene vuelta atrás. Aquellos que censuraron una y otra vez a Mario Alarcón Muñiz tendrán que fruncir la nariz nomás. Aunque, nobleza obliga, la decisión es también una sana autocrítica y un pedido de disculpas post mortem que enaltece. Paciencia y el desagravio será un hecho.
Hace dos años fue votada la ordenanza que denomina “Mario Alarcón Muñiz” a la calle nro. 1578. Dice su artículo 1: “Desígnase con el nombre de “Mario Alarcón Muñiz” a la calle N° 1578 de nuestra ciudad. Artículo 2°: Colóquese el correspondiente cartel nomenclador con la nueva denominación propuesta”.
Largo sería enumerar los méritos de Mario Alarcón Muñiz, cuando se cumplen 5 años de su muerte, el 26.
Sin dudas, una de sus obsesiones fue el federalismo. Este mes, él estaría recordándonos que el 20 de octubre es una fecha nefasta y a la vez inspiradora. Día de traición de la metrópolis contra los entrerrianos y orientales, y a la vez fuente de aliento en el litoral para declarar nuestra autonomía, un principio siempre vigente, pero en veremos, como la calle.
Por qué octubre
En esa fecha claudicó Buenos Aires y entregó todo el territorio del Uruguay y gran parte de Entre Ríos a los europeos. Corría 1811. Había pasado casi un año y medio de la revolución de Mayo, y Gualeguay, Gualeguaychú y Concepción del Uruguay, más toda la Banda Oriental, quedaban para el virrey.
Tremendos esfuerzos habían hecho los gauchos entrerrianos por sostener la revolución, con Bartolomé Zapata a la cabeza, pero el despotismo porteño con Bernardino González (Rivadavia) a la cabeza ignoraba estas luchas y “devolvía” nuestros territorios a la colonia. Le tiraba un hueso al perro para apaciguarlo, y ese hueso éramos nosotros.
El 20 de octubre se anunció ya con claridad lo que sería el histórico atropello porteño, heredero de la opresión colonial.
De ese espíritu despótico viene la enfermedad argentina llamada macrocefalia. A la concentración del poder político, económico, comercial, financiero y corporativo le siguió la concentración poblacional. Y a ello el sistema de gobierno que se resuelve con los votantes de la metrópolis, su conurbano y poco más.
Arbitrariedades
El poder de la alta burguesía y la oligarquía se adueñó de los pueblos y se envició en las arbitrariedades. Eso generó incontables enfrentamientos y hoy continúa, sea en la política como en los medios masivos y las corporaciones.
Dice Juan Vilar en su obra Revolución: “el 20 de octubre de 1811 los representantes de los gobiernos de Buenos Aires y de Montevideo firmaron el Armisticio. Sus principales disposiciones fueron: Artículo 1: ambas partes… no reconocen ni reconocerán jamás otro soberano que el señor don Fernando VII y sus legítimos sucesores y descendientes… Artículo 6: las tropas de Buenos Aires desocuparán enteramente la Banda Oriental del Río de la Plata hasta el Uruguay, sin que en toda ella se reconozca otra autoridad que la del excelentísimo señor Virrey. Artículo 7: los pueblos del Arroyo de la China, Gualeguay y Gualeguaychú situados en Entre Ríos quedarán de la propia suerte sujetos al gobierno del excelentísimo señor Virrey”.
Eran las ciudades con cabildo, allí donde Bartolo Zapata encendiera la revolución con sus gauchos.
El 20 de octubre recuerda la entrega de los entrerrianos atados de pies y manos al imperialismo europeo. Pocos años después, Buenos Aires ofreció a José Artigas la independencia de Uruguay y sugirió que Entre Ríos podía hacer lo que le pareciera… Ahí se entiende por qué los entrerrianos le tienen pica al poder porteño.
El “prócer” Rondeau
Aníbal Vásquez lo sintetiza bien: “Montevideo, sitiada por los patriotas, estaba a punto de rendirse cuando el virrey Elío pidió a Brasil que invadiera el territorio oriental para atacar a los revolucionarios. En esos trances, cuando el ejército libertador había experimentado el desastre de Huaqui, en el Alto Perú, el general Rondeau, jefe de las fuerzas sitiadoras (de Montevideo), firmó, a nombre del gobierno de Buenos Aires, un armisticio con el virrey, por el cual se levantó el sitio, se retiraron las tropas y se reconoció la autoridad de España en toda la Banda Oriental y la banda occidental del río Uruguay”.
“El tratado produjo una ingrata impresión en Entre Ríos que se había pronunciado contra el español, no conformándose a la realidad de volver a ser dominado por un régimen contra el cual estaba combatiendo. Por su parte el pueblo oriental signó su protesta con el impresionante éxodo al Ayuí (Concordia)”.
“El armisticio constituyó uno de los tantos antecedentes que concurrieron a originar el violento desacomodo que sobrevino entre las campañas del litoral y Buenos Aires y ha sido estimado como una desafortunada disposición que exasperó a los caudillos responsables de la Banda Oriental y de Entre Ríos”.
Pleno siglo XXI y el colonialismo interno continúa, más o menos maquillado. Ese colonialismo sostiene a los Rondeau como próceres en los territorios que los Rondeau despreciaron. La resistencia, en cambio, sufre en vida todo tipo de censura y, tras la muerte, el poder se le empaca. La calle Mario Alarcón Muñiz es un hecho entre los artistas y los periodistas. No hay retirada. Confiamos en que esta demora en pintar los carteles será, en breve, una anécdota.
*Opinión de Daniel Tirso Fiorotto/ Diario Uno E.R.)
*MARIO ALARCÓN MUÑIZ, periodista, escritor, maestro de ceremonias, creador del progr. radial
«La Calandria» una tradición de la provincia, que continúa su hijo junto a su esposa…*