Cada vez que el tiempo y sus compromisos de agenda se lo permitían –recordámos- la escritora María Esther De Miguel regresaba a su ciudad natal. Para ella, volver significaba un sentimiento, una imperiosa necesidad. Años atrás disfrutaba plácidamente de los verdes de su ex residencia “La Tera” su lugar en el mundo, su centro de inspiración.
El paisaje pueblerino, su gente y sus afectos la ayudaban a buscar los estímulos para la creación y una de las tantas veces antes de partir a Capital Federal para reformar su trabajo habitual se produjo un diálogo con María Esther. Recordamos aquella nota…
Fieles lectores.
-“Y… en estos momentos disfrutando de Larroque, junto a mi familia y feliz por la publicación de “El Palacio de los Patos”. Es un momento delicado pero afortunadamente uno tiene sus fieles lectores. La presentación del libro fue en Cap. Fed. el pasado diciembre en una tradicional librería y con mucho agrado recibí el cariño de la gente. Los lectores siempre te saludan, te alientan y esos pequeños gestos emocionan”.
Eje temático de la obra.
-“El Palacio de los Patos” cuenta la historia que ocurre en una casa muy grande, en Bs. As. existe un Palacio… hermoso en la calle Ugarteche. He tomado el nombre para el lobro invento un Palacio y allí pongo historias. Casi todas son historias reales, sí he deformado los nombres de los protagonistas –porque hay que tener cierta mesura porque hay gente que vive todavía. Está la historia de una escritoria chilena que conocí que tenía dos hijos muy conflictuados, la de una Sra. Alemana que en el siglo pasado supo ser la dueña de todos los burdeles de la Tierra del Fuego y se hizo muy rica. Además casó a su hija con un estanciero muy rico y es uno de los apellidos importantes de Bs. As. hoy en día.
Otra historia, es la de un escritor que pierde la inspiración, la capacidad de trabajo y se entrega a la bebida… Todas esas historias pasan a lo largo del siglo en el país. La casa se construye a fines del siglo pasado, después de la Revolución del 90’ cuando nace la Unión Cívica. Y continúa hasta el fin del siglo pasado es decir hasta diciembre de 1999.”
Disfrutar escribiendo.
-“Son historias complicadas, algunas divertidas, enriquecedoras e historias de inmigrantes. En esta oportunidad casi no trabajé con documentación porque es la historia oral que he recogido. Tuve la posibilidad de recorrer el país lo que me permitió recoger historias que me contaron en Tucumán, Misiones o la propia Buenos Aires que en definitiva son las que cuento en el libro.”
Críticas y proyectos.
-“Las primeras críticas recibidas reconfortan y realmente ahora me siento tranquila. En enero siempre empiezo mis libros, así que en pocos días empezaré a escribir. Quiero escribir una historia simple de amor, para mí las relaciones humanas son lo básico. Cuando uno observa que está fallando la política, los bancos, falla todo… lo que permanece es la relación entre yo y tú. Cuando podemos formar el nosotros.”
Vendedora de ilusiones
-“En algún momento le comentaba a un sobrino que la verdad de la situación está tan mal convulsionado, que me da ganas de irme de este país. Juan Pablo –el sobrino me miró con sus grandes ojos azules, me contestó “ay! Tera! –así la llama su círculo íntimo- ¡Pero como te vas a ir de aquí si vos vendés ilusiones! Y dijo: “Nunca me habían dicho algo así… uno crea historias que a la gente la entretiene en el momento que tratamos de salir de situaciones difíciles.”
Fantasía y creatividad
-“La fantasía y la posibilidad de la creatividad me ha ayudado a salvarme del entorno, no para eludirlo y hacer como “el avestruz que esconde la cabeza” para no ver lo que pasa. Ver la realidad pero saber que uno hace lo que puede y después Dios es quien resuelve.”
Finalmente María Esther, expresó aquella vez que para precentar su Libro había recibido invitaciones de diversos puntos del país. Sin embargo dijo que estaba evaluando las propuestas debido a la situación que todos padecemos. Y además enfatizó: “Si hay que esperar, así lo haremos, porque este es un país demasiado rico, demasiado joven como para que dejemos caer los brazos.”