
María Esther de Miguel se volvió eterna un 27 de julio. Su mirada cristalina como lo eran los cielos de su pueblito natal protege la finca arbolada que generosamente nos donó, en vida.
La » cuentera» de Larroque, la niña de piernitas flacas , «La Tera» vuelve hecha magia, duende, pájaro a la casa de techos verdes y vitrales luminosos.
En ése altillo está su máquina de escribir, pero también está su perfume y la gracia de los pies diminutos.
Están sus premios y libros, sus sombreros y el poncho que le obsequió una amante del folklore.
Cada 27 de julio la memoria me traslada a la cuchilla, al lugar alto de la ciudad. Allí donde un puñadito de compoblanos esperamos sus restitos bajo una persistente llovizna y una tristeza infinita.
Leerte emociona, conmueve, traslada , nos hace viajar en la historia y sus vericuetos y pensarte me enorgullece.
Siempre el agradecimiento por tu legado literario que trasciende fronteras y por tu desprendimiento inigualable aquel 9 de julio donde tu casa pasó hacer de todos.
Gracias María Esther de Miguel!
En el centenario de tu natalicio tu legado se agiganta. Nuestro sentido homenaje, siempre!
*Celia y Mario