Maria Angeles Lonardi – Una Poeta larroquense que en Almería -España- acrecienta su experiencia enriquecedora y su pasión por las letras

995036_734964916560201_7349099793926012890_nLa poeta, escritora larroquense María Ángles Lonardi, con la valija cargada de proyectos y sueños desde Larroque un día decidió marchar a España donde hace mucho tiempo vive con su familia en Almería. Allí comenzó una nueva vida junto a su familia y la nueva experiencia fue y es enriquecedora a la vez de fortalecer su pasión por las letras escribiendo mucho, perfeccionandose, aprendiendo y compartiendo bellas veladas con otros colegas además sentirse respetada, alentada y recibiendo el aliento y consejos cálidos y certeros.
Los premios -estimulos, caricias para el alma- no tardaron en sorprenderla y su obra siguió creciendo participando en numerosos encuentros poéticos recibiendo el reconocimiento por la creación de su emotivo arte.

Durante este abril el Instituto de Estudios Almerienses junto a la Diputación de Almería -que es el gobierno Provincial- publicaron un libro llamado «Cuatro Poetas». En la convocatoria a publicaciones del año 2013 participaron diversos trabajos pero fueron seleccionados cuatro libros de cuatro autores almerienses. Estos libros no se relacionan con otros libros pero se publicaron de manera conjunta y dentro de estas obras de los cuatro poetas esta el libro de María Ángeles Lonardi titulado «El Jardín Azul».

11150413_870828216307203_3384508727144290937_nLa presentación oficial -cabe recordar- tuvo lugar el último 17 de diciembre en la UNED Universidad Nacional de Educación a distancia ante un colmado salón. Al respecto el
prólogo del Libro estuvo a cargo de la prestigiosa escritora y Delegada de la Asociación de Escritores Españoles en Almería, Pilar Quirosa Cheyrouze. Precisamente la reconocida escritora acompañó en la mesa a los poetas aquella noche junto a Don Rafael Leopoldo Aguilera -Presidente del Instituto de Estudios Almerienses- y los otros tres autores: Perfecto Herrera, Francisco Ortiz y Jose Moreno.

La repercusión del hecho cultural fue excelente y con ese estímulo feliz el grupo volvió a presentar dicho Libro el pasado 19 de marzo de 2015  que tuvo como escenario la ciudad de Carboneras -ubicada dentro de la Provincia de Almeria. También está programada otra presentación el próximo 23 de abril para celebrar el Día del libro y en Roquetas de Mar, otra ciudad de la provincia de Almeria. DSC_0811En otro orden María Ángeles, confío a Portallarroque.com.ar que tiene previsto un viaje a su querida Larroque para visitar a su familia y afectos el próximo agosto. Aprovechando su estadía presentará su Libro en su querida ciudad -con proyección de powerpoint videoconferencia por skype en Larroque- encuentro que tendrá lugar en principio en el Salón municipal. En ese sentido está pendiente confirmar la fecha entre el 21 o el 28 de agosto y en la oportunidad  la acompañarán en la presentación Malena Taffarel y Daniela Churruarín.Siguen los logros

María Ángeles Lonardi el último 16 de abril fue convocada por el diario El Ideal de Almería, porque la poeta resultó ser la ganadora del concurso de cuentos de Navidad con su hermosa obra «El pequeño David». Ella se presentó en la sede del Diario donde además de recibir feliz el premio le realizaron un extensa Nota.

A continuación publicamos y compartimos con nuestros lectores el Relato ganador del Primer premio del XXXIII Concurso de Relatos y Cuentos de Invierno del Diario El Ideal de Almería, que fue dedicado especialmente para Mirta Ines y Marianela.

«El pequeño Davi

El pequeño hace un tiempo que está en la calle. No sabe leer ni escribir; pero sí sabe a quién pedírselo. No sabe de climas pero sabe cuándo va a llover. No sabe de psicología pero conoce a las personas y sabe cuándo alguien le miente o le va a hacer daño.
Apenas levanta un metro del suelo y ya es todo un personaje. De su padre no quiere acordarse porque todavía le duelen las carnes. Y a su madre, hace mucho que no la ve, porque no va por el penal donde está detenida… Tiene miedo que lo encierren también a él y pierda su bien más preciado: la libertad.
No sabe de propiedad privada y sin embargo, ya ha elegido su parcela, ya tiene su sitio en este mundo. Es su rincón, justo al lado de una entrada para coches, donde las construcciones hacen un recodo y muy cerca de la panadería. Vive en una pequeña barriada tranquila y acogedora, con una calle estrecha y una plazoleta redonda al final, donde la calle se abre como un río hacia la carretera.
Un barrio de gente trabajadora que hace un tiempo que ya no trabaja y que sólo ve cómo se le caen las hojas a los árboles, cada vez más viejos y decrépitos… Después, inexorablemente, llegará el invierno con su frío, con su nieve, con su poco sol…y esa gente hará malabares para llegar a fin de mes, para no pasar frío y para comer caliente.
Mientras el niño, el habitante del recodo, que pedía cáscaras de frutos secos a cuanto vecino se le cruzara, un buen día conoció a un indigente que se había apropiado del mejor banco de la plaza, al que sólo le daba el sol por la mañana y siempre estaba caliente. Un hombre que tuvo una vida plena y por culpa de no se sabe quién perdió el trabajo, la familia, la casa, todo…y tomó la calle por vivienda, ese banco por refugio y los cartones por abrigo. Ese hombre tenía un cartel y todos los días lo ponía delante. David le pidió que le hiciera uno para él; uno que dijera: “Por favor necesito cáscaras de frutos secos, gracias.” David recorría casi todos los días las casas vecinas y golpeaba las puertas, pero muy pocos lo escuchaban, convencidos de que sólo pedía “algo para comer” casi todos le cerraban la puerta sin prestarle demasiada atención. Y hablaba con la gente, sobre todo cuando volvían del mercado, así de paso le regalaban alguna fruta o un mendrugo de pan. Y a todos, sin excepción, fuesen del barrio o no, les pedía cáscaras de frutos secos. Así como algunos piden las tapas de los envases plásticos para las campañas solidarias, David pedía cáscaras vacías: “Antes de tirarlas señora, acuérdese de este pobre niño y guárdemelas”-le decía- para luego alejarse saltando como un saltimbanqui.
De a poco, como goteando, la gente se fue acercando a leer el cartel y comenzaron a traerle cáscaras de nuez, de almendras, de cacahuete, de pistacho y David hacía montoncitos y luego los guardaba en papel estraza, el que conseguía de manos de la exuberante panadera, a sólo cinco metros, en la panadería. Estaba tan cerca…que por las mañanas, con sólo inspirar el aire se le llenaba la barriga al sentir el olorcito del pan recién horneado y se acercaba presuroso a la puerta trasera de la panadería, esperando su ración de hogaza. Claro que si se movía de “su rinconcito”, donde tenía sus únicas pertenencias, se quedaba con un ojo largo mirando, vigilando que nadie le robara sus cáscaras y las cuidaba mucho, sobre todo cuando llovía, para que no se le mojaran.
Tal era la curiosidad que había desarrollado en su vecino de condominio, el indigente, que un buen día, éste, no pudo más y vencido por los interrogantes le preguntó al niño: “¿Por qué pides cáscaras? ¿Para qué las quieres? Y el niño sonriendo le dijo: “Hombre, cuando tenga mi hoguera y llegue el crudo invierno, tendré que alimentarla no? Tú tan grande que eres ¿y no haces como las hormigas? Aquél hombre preso de la pavura y del desconcierto se abrazó a su abrigo y se quedó pensando…y luego de un rato preguntó: ¿Cómo hacen las hormigas? Y David contestó quitándose el flequillo de su carita sucia: “trabajan y guardan para el invierno…” y con una sonrisa burlona añadió el pequeño: “Sabes escribir pero, no sabes nada de la vida”. El hombre no daba crédito, no podía apartar los ojos de aquel niño tan pequeño…un pequeño que le había dado una gran lección de vida, en plena calle, donde vivían ambos desde hacía un tiempo. Un pequeño que le hizo pensar y para el que no tenía respuestas…un pequeño que esperaba como él, con sólo lo que llevaba puesto, que no fuera tan inclemente esta vez, el inminente invierno.
                       *María Ángeles Lonardi*

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