*Un desequilibrio que somete a las provincias y desnaturaliza al país. El poder omnímodo del Área Metropolitana de Buenos Aires (ciudad y provincia) ya atenta contra los propios bonaerenses y promete empeorar... (Nota de Daniel Tirso Fiorotto)
*Un desequilibrio que somete a las provincias y desnaturaliza al país. El poder omnímodo del Área Metropolitana de Buenos Aires (ciudad y provincia) ya atenta contra los propios bonaerenses y promete empeorar.
Estudiosos de los más diversos grupos coinciden en que el llamado “gobierno nacional” (en realidad, facción del AMBA), compra energía a Salto Grande a 1 peso y se la vende a los vecinos de Salto Grande a 10 pesos. Lo que la Nación gana a costa del bolsillo de los pacificados entrerrianos lo usa luego para subsidiar y condonar deudas a empresas que prestan el servicio en Buenos Aires, provincia y ciudad.
El dislate es reconocido en las universidades y en los distintos partidos de la oposición y también del oficialismo.
En este mismo espacio hemos demostrado que en Buenos Aires ciudad y Buenos Aires provincia las familias pagan por la energía eléctrica un tercio de lo que pagan sus pares de Entre Ríos. Es decir, al pie de la vaca lechera (Salto Grande) se paga más caro que a 600 kilómetros.
Eso no beneficia al conjunto de los habitantes del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA -ciudad y provincia), porque las distorsiones que padece la Argentina son causas principales de estancamiento y conflictos, se vuelven contra los pueblos, y en especial contra los amontonados por el sistema, muchos de ellos arreados por la fuerza desde las provincias.
La estafa
Los poderosos de Buenos Aires ciudad y provincia estafan a los entrerrianos. Y se nota más por ilegítima, si a la ley la domina el poder económico y político concentrado en Buenos Aires. Aunque también es una estafa legal porque infringe artículos principales de la Constitución.
Eso ocurre desde hace décadas en varios rubros, además del energético. En estos meses se suma otra burla: la nación decidió que las deudas de las empresas distribuidoras de energía en Buenos Aires ciudad y provincia fueran afrontadas por todos los argentinos, incluidos los entrerrianos que no tienen deudas y que ya fueron perjudicados antes.
Lo correcto sería revisar las asimetrías y sumarlas a la estafa de distribuir en todo el país los déficits de servicios que Entre Ríos no tiene, y que la nación “socializa” entre todas las provincias para favorecer al AMBA (provincia de Buenos Aires y ciudad de Buenos Aires), de donde salieron los candidatos anteriores y saldrán los de mañana, a diestra y siniestra. Sin embargo, eso no mostraría siquiera la punta del iceberg, de los privilegios de Buenos Aires en materia de comunicaciones, rutas, obras diversas, servicios, tarifas, lo que produjo ventajas comparativas por décadas para la instalación de empresas, y traccionó migraciones de las provincias empobrecidas.
Reparación histriónica
Debido a esos privilegios, fue abismal la diferencia de crecimiento demográfico de la provincia de Buenos Aires y la de Entre Ríos. En los 63 años que van del Censo de 1947 hasta el censo de 2010, la población de Entre Ríos creció un 57% en cantidad, y la población de la provincia de Buenos Aires un 265%. Los que faltan aquí sobran allá, es evidente: son los desterrados.
¿Méritos de Buenos Aires? No: privilegios en todos los rubros. Y cuando el poder porteño y bonaerense vio que su sistema desarraigaba y desterraba a las familias entrerrianas y de otras provincias, para hacinarlas en Buenos Aires, en vez de revertir el proceso, ¿qué hizo? Pidió una tajada más grande todavía, más privilegios, y le llamó “fondo de reparación histórica”. Reparación histriónica, mejor dicho. La casta dirigente porteño bonaerense, en vez de reparar la historia amañada, tergiversada de cabo a rabo, lo que hizo fue empapelar su bolsillo. Estaba borracha y pidió como remedio una damajuana.
Los privilegios a lo largo de muchas décadas son incontrastables. En el servicio de luz hieren los ojos. Pero veamos por caso en el ferrocarril.
Los trenes son deficitarios, y está bien porque dan una mano a los pueblos humildes. Pero Entre Ríos tenía hace pocas décadas más de 1.000 kilómetros de líneas de pasajeros y hoy tiene sólo 15 km, de manera que aquí trabajan unos poquitos obreros, de los 30.000 que paga la empresa estatal y que viven principalmente en Buenos Aires. Ergo: los entrerrianos pagan el déficit de un servicio que necesitan y que no tienen.
A valores actuales, en los 90 la nación cerró los trenes (que en Entre Ríos funcionaban repletos de pasajeros y daban vida a los pequeños pueblos) porque tenían un déficit de 2 millones de dólares diarios; hoy sigue el déficit de 2 millones de dólares diarios que pagamos todos, pero no tenemos tren de pasajeros… Es tan absurdo que resulta increíble.
Diferencia abismal
Un obrero que vive a 50 kilómetros de Paraná y viaja todos los días a trabajar debe desembolsar la friolera de 1.200 pesos ida y vuelta en colectivo. Si no toma dos coches. El tren de pasajeros dejó de existir aquí hace décadas. Un obrero del conurbano, en vez de 1.200 ida y vuelta por esa misma distancia pagará 100 pesos en tren, pero con la posibilidad de pagar 50 pesos si tiene tarifa social, que en el caso entrerriano no existe. A fin de mes, el obrero entrerriano habrá pagado 25.000 pesos, sin opciones, y el bonaerense 2.000 pesos, o 1.000 si consiguió tarifa social. Claro que ese tren de Buenos Aires, deficitario, está subsidiado por la familia entrerriana, entre otras familias del país…
En la Argentina hay diversos sectores que estudian con espíritu crítico el capitalismo. Otros que estudian el colonialismo. Otros que estudian el colonialismo interno que es distinto. La sinergia de los tres explica bastante el verticalismo despótico que sufre el país, y que debiera encontrar su opuesto en ese otro mundo que es el de las comunidades, lo que más o menos se llamó soberanía particular de los pueblos en confederación, en tiempos de unidad de criollos, guaraníes, charrúas, afrodescendientes, con José Artigas al frente.
Las víctimas de esa sinergia destructiva están en todos lados, principalmente en Buenos Aires ciudad y provincia que, merced a los desaguisados de su clase dirigente, vieron amontonarse las familias por miles y miles. La macrocefalia argentina es padecida primero por la gran cabeza, en barrios enfermos por la falta de espacio y la sobra de violencia y drogas. Y luego por el resto que sufre el despoblamiento y también las distorsiones del sistema parasitario.
Si Entre Ríos hubiera crecido al mismo ritmo que la provincia de Buenos Aires, en 2010 hubiera sumado 1.600.000 habitantes más, es decir, hubiera más que duplicado sus habitantes. (La provincia de Buenos Aires tenía en 1947 más de 4,27 millones de habitantes, es decir, el 26,8% del país. Hacia 2010 su población concentraba casi el 39 % de los habitantes de la Argentina. Del 26% al 39% en 63 años. La tendencia es abrupta y abrumadora, y la explicación se encuentra fundamentalmente en los privilegios heredados de la colonia e impuestos a sangre y fuego).
El historiador Juan Antonio Vilar ha demostrado hasta el hartazgo los métodos usados por Buenos Aires para someter con violencia extrema a las provincias y a los pueblos originarios después de la batalla de Pavón. De esas prepotencias abreva hoy la dirigencia política y empresaria y sindical y mediática de Buenos Aires ciudad y provincia para seguir sometiendo al resto del territorio por diversas vías, la principal: ocultar información o distorsionarla. Las pretendidas grietas entre sectores políticos desaparecen, cuando de colonialismo interno se trata.
Buenos Aires e Inglaterra
Buenos Aires ciudad y provincia son a Entre Ríos lo que los países de Gran Bretaña a la Argentina. (Señalamos a los poderosos, no a los pueblos) Uno puede presentar miles de razones sobre Malvinas pero Gran Bretaña escuchará como quien oye llover y hará valer la fuerza de las armas. Uno puede presentar miles de razones sobre los privilegios que en 150 años han tenido Buenos Aires ciudad y Buenos Aires provincia y la dirigencia porteña y bonaerense hará oídos sordos para hacer valer la fuerza también de las armas. Así son las cosas, Buenos Aires sostiene sus privilegios también con armas, es decir: los mejores servicios, las mejores tarifas, las mejores posibilidades para las industrias, los comercios, el manejo de la información, la intermediación, todo se sostiene con los cañones Krupp, las ametralladoras Gatling y los fusiles Remington que hicieron la diferencia a favor de Buenos Aires tiempo atrás (con plata de la aduana y el puerto arrebatados) y dieron a esa región del país un halo de impunidad. (Esa impunidad de hoy no opaca, hay que decirlo, desvelos de otros tiempos por la libertad).
La misma indiferencia del poder inglés con los argentinos se repite en la indiferencia del poder porteño y bonaerense con los demás provincianos.
El sostenimiento de esos privilegios colonialistas se explica en la violencia que ejerce Buenos Aires sobre el resto del país, pero también en creencias bien consolidadas por la historia amañada, mentirosa, que ha enfermado a diestra y siniestra.
Son relictos del racismo cultivado en nuestro territorio por 500 años y afirmado después de la colonia. Hace poco tiempo un alto dirigente docente porteño de “izquierda” y un político de “derecha” se disputaban a Sarmiento, es decir: aquel que sugería matar a los niños guaraníes o mapuches, aniquilar a los pueblos criollos (incluido Entre Ríos), porque heredaban el mal en la sangre. Para estos porteños, el racismo es un tema menor, una anécdota. Otro sería el cantar si Sarmiento hubiera sugerido aniquilar a las niñas y los niños de Buenos Aires, claro está. La fe en la supremacía es parte de la religión colonialista. Lo de Buenos Aires es un supremacismo por derecha y por izquierda.
De ahí deriva que la dirigencia de hoy, en Buenos Aires ciudad o provincia, entienda sin decirlo (porque suena horrible), que en realidad la ciudad y la provincia merecen, por méritos propios, o mejor, por supremacía, ser las más ricas y aventajadas del país.
Recordamos la vez que un gobierno nacional aceptó como moneda nacional un bono de la provincia de Buenos Aires, y no aceptó otros bonos idénticos de provincias hermanas, hace pocos años. El colonialismo soborna a dos manos, por eso también se sostiene, y encuentra claque entre los partidizados en las provincias.
AMBA hasta en la sopa
Sería largo enumerar los ejemplos y testimonios del colonialismo interno heredado y vigente. Los medios masivos de mayor alcance son vehículos fundamentales para reproducir esta distorsión.
Pero detengámonos en las jerarquías políticas. Estamos en pleno siglo XXI, año 2023: el presidente de la Argentina es de Buenos Aires, la vicepresidenta de Buenos Aires. Ciudad o provincia, da lo mismo. ¿Casualidad? El anterior presidente, de Buenos Aires, su vicepresidenta de Buenos Aires. Y antes de estas dos gestiones, la presidenta de Buenos Aires y su vicepresidente de Buenos Aires. ¿Los candidatos a sucederlos en las próximas elecciones? Mayoría de… Buenos Aires.
En el gabinete actual, el ministro de Economía de la Argentina es de Buenos Aires, el Canciller argentino es de Buenos Aires, el ministro del Interior es de Buenos Aires, el ministro de Seguridad es de Buenos Aires, el ministro de Defensa es de Buenos Aires, la ministra de Desarrollo Social de Buenos Aires, la ministra de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de Buenos Aires. La grieta desaparece cuando de supremacismo se trata. (No supermassismo, vale aclarar).
Y la lista sigue: el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible es de Buenos Aires, el ministro de Turismo y Deportes de Buenos Aires, el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de Buenos Aires, el ministro de Cultura es de Buenos Aires, la ministra de Salud es de Buenos Aires, el ministro de Obras Públicas es de Buenos Aires, el Secretario General es de Buenos Aires, la Secretaria Legal y Técnica es de Buenos Aires, la Secretaria de Asuntos Estratégicos es de Buenos Aires, la secretaria de Comunicación y Prensa es de Buenos Aires. Incluso el embajador argentino en Uruguay que por lógica debiera ser entrerriano o santafesino, es de Buenos Aires. Y el embajador en Brasil, de Buenos Aires.
Para los medios masivos de mayor alcance, todos con sede en Buenos Aires, la dirigencia de mayor peso está en Buenos Aires, por eso le llaman “cumbre” a una reunión del presidente, el gobernador de Buenos Aires y el jefe de gobierno de Buenos Aires. A la mesa de café de tres porteños le llaman cumbre. Salvando distancias, es el mismo síndrome que sufre Europa cuando le hace creer al mundo que es un continente. Colonialismo a la enésima.
Sojeros porteños
Los medios masivos que más dinero reciben de todo el país están en Buenos Aires. En la era de las privatizaciones, Buenos Aires presionó para privatizar los bancos pero dejó en manos del poder bonaerense y porteño el Banco Ciudad, el Banco Provincia, el Banco Nación, el Banco Central… Y muchos bancos que eran provinciales o municipales (como los de Entre Ríos) pasaron a manos privadas, de banqueros amigos del poder centralizado, y cuyas sedes centrales están en… Buenos Aires.
La Argentina es víctima de muchos desatinos en sinergia, como la concentración del poder y de los medios de producción, y el amontonamiento de las familias en grandes urbes, principalmente en Buenos Aires. Y las responsabilidades mayores de esta estructura perversa que ha destruido las comunidades campesinas y las culturas distintas del país y también ha destruido las comunidades urbanas por la proliferación de barrios hacinados, marginados; esas responsabilidades están en la dirigencia porteño bonaerense y en sus seguidores en las provincias.
Todo el poder económico, político, mediático, corporativo, militar, policial, está en manos de porteños y bonaerenses, allí anidan las cabezas de los pulpos, y sus tentáculos tocan todos los rincones.
Además de casi todos los miembros principales del gobierno actual y de los anteriores, veamos otros ejemplos: la sede de Bayer Argentina está en Munro, provincia de Buenos Aires. La sede de Monsanto Argentina está en la Capital Federal. Syngenta tiene su sede central en Vicente López, Buenos Aires. El sistema de agronegocios tiene su corazón en Buenos Aires, no por nada quien puso la firma para que ingresara fue un alto dirigente de… Buenos Aires.
Policías buenos y malos
La sede del Grupo Petersen que controla nuestros bancos está en Buenos Aires. Cargill tiene su sede central en Buenos Aires. Chango más en Buenos Aires. Coto en Buenos Aires. Supermercados Día en Buenos Aires. Grupo IRSA (bancos, un millón de hectáreas, principales shopping del país) en Buenos Aires. Unilever con sede central en Buenos Aires. Mercado Libre tiene su sede central en Buenos Aires. Toyota en Buenos Aires. Incluso Arcor tiene su oficina central en Buenos Aires. Y el Banco Galicia en Buenos Aires. Y el Banco Santander en Buenos Aires. Y el Banco Macro en Buenos Aires. Y los dueños de Ledesma son de Buenos Aires. Coca Cola argentina con sede central en Buenos Aires… Y para qué seguir contando. Allí los bancos, allí las industrias, allí los políticos, allí los medios masivos de mayor alcance, allí los dueños y señores de la Argentina y también los que se oponen al sistema pero son beneficiados por el movimiento económico que allí se genera, producto del devastador colonialismo interno que parasita al país desde hacer 200 años. La dirigencia de Buenos Aires ciudad y Buenos Aires provincia hacen, en la Argentina, las veces del policía bueno y el malo, y se quedan con casi todo. Desde ahí oprimen al resto del país y desde ahí nos dan consejos sobre la opresión, sin tocar, claro, sus privilegios para no molestar a vecinos, amigos, clientes, votantes.
Buenos Aires se autoadjudicó los mayores comercios y las mayores industrias, por tanto, recibe buenos ingresos impositivos, pero se queja porque la coparticipación nacional es menor en proporción a su población. Ya veremos dónde está el engaño.
Sin derecho a ser pobres
En Buenos Aires hacen hincapié en que la ciudad y la provincia han dado lugar a miles de migrantes de todo el país y por eso reclaman más coparticipación. Y su creencia racialista les hace pensar que recibieron a toda esa gente porque se organizaron mejor, porque son mejores; no se les ocurre pensar que destruyeron al resto del país y como consecuencia, ahí están las víctimas, golpeando las puertas del amo por un mendrugo. Lo mismo que pasa en Europa con los africanos, en Estados Unidos con los sudamericanos. Conquistan, destruyen, menosprecian, reducen a servidumbre, y luego no se aguantan las consecuencias.
El engaño radica en circunscribir la coparticipación a la cantidad de habitantes, ocultando las razones del crecimiento desproporcionado, principalmente de la provincia de Buenos Aires, es decir, del gran Buenos Aires, que es la ciudad de Buenos Aires expandida en territorio de la provincia. AMBA, se llama ahora.
La mayoría de los economistas ocultan un factor esencial, el “índice destierro”.
Miles de familias pobres de Buenos Aires provienen de otros lugares del país, como Entre Ríos, porque aquí no tenían derecho siquiera a ser pobres. Sin caminos, sin electricidad, sin servicios elementales, sin industrias, con modelos de la economía llamada “de escala” (que exigía máquinas que a su vez desplazaban la mano de obra humana), las familias se vieron obligadas a emigrar. Fue así como Buenos Aires ciudad y provincia lograron establecer zonas de sacrificio, para que las abastecieran de granos, carnes, leche, frutas, con presencia principal de empresas con sede central en… Buenos Aires.
La Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la provincia de Buenos Aires (el AMBA) han sojuzgado por siglos a la Argentina, y todo sigue parecido, aunque antes el resto de los territorios ejercía alguna resistencia mayor.
El colonialismo interno que parasita al país se reproduce en los partidos mayoritarios, y es ocultado por algunos sectores sociales en lucha, por conveniencias del día. Como la mayoría de las agrupaciones en pugna tienen jefes bonaerenses o porteños, crecidos al fragor de los privilegios de Buenos Aires, tolerantes con el racismo, y la mayoría utiliza los privilegios mediáticos de Buenos Aires y otras prerrogativas, entonces en conjunto, los que se declaran adversarios entre sí y hasta enemigos, coinciden en sostener los privilegios de Buenos Aires ciudad y provincia, porque eso les da aire a sus jefes.
La organización vertical de la Argentina llega a casi todos los ámbitos, y es habitual en los estamentos políticos, sindicales, universitarios, periodísticos, de modo que esta verdadera casta reaccionaria ha logrado dar vuelta la realidad con relatos a medida, para que la palabra federalismo suene reaccionaria, cuando el federalismo artiguista, la soberanía particular de los pueblos en confederación, es la revolución inconclusa de la Argentina. Esa memoria asegura que no está dicha la última palabra.
*Daniel Tirso Fiorotto – periodista ! Nota publicada en diario Uno/ Paraná E.R.