La industria, los médicos y las obras sociales frenan el despegue de los genéricos

Comprar en una farmacia un medicamento de marca puede resultar entre un 20% y un 85% más caro que adquirir la misma droga de un genérico o un similar de un laboratorio menos conocido. A pesar de la ley sancionada en 2002. Pero en el caso de las vacunas esta diferencia se amplía hasta diez veces. Este margen de precios podría quedar en el bolsillo del consumidor. Sin embargo, en la Argentina la connivencia entre los grandes laboratorios y algunos médicos le puso un límite al crecimiento del mercado de los genéricos. Las obras sociales también juegan un rol fundamental porque mantienen acuerdos con la industria y empujan a sus médicos a recetar medicamentos de los laboratorios con los que arreglaron. Por consiguiente esa diferencia entre lo que cuesta un remedio de marca y un genérico o similar se la apropia la industria farmacéutica y, en mucha menor medida, los visitadores que realizan un trabajo incisivo para persuadir al médico con el fin de que prescriba la receta con el nombre comercial.