La Empresaria 2014 de la ONU es la paranaense Lorena Picasso.

La emprendedora fue premiada días atrás en Ginebra. Egresada del Cristo Redentor, arquitecta radicada en Santa Fe, hace cuatro años decidió diseñar juegos didácticos y de uso terapéutico. (Daniel Caraffini/ UNO E.R.

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11/2014- Emprender con la mirada puesta en el futuro con optimismo, con vocación de transformar la realidad, comprometidos con valores, son algunas de las reflexiones de Lorena Picasso, elegida días atrás como Mujer Empresaria 2014 por la Conferencia de Naciones Unidas (ONU) sobre Comercio y Desarrollo, desarrollada en Ginebra, Suiza.

La premiación fue por Somno Almacén Didáctico (www.somno.com.ar), emprendimiento iniciado hace cuatro años en Santa Fe, que diseña y produce juegos didácticos que estimulan y desarrollan aptitudes cognitivas, motoras, emocionales y sociales en niños; otros destinados a fines terapéuticos, adaptados a las necesidades de diferentes profesionales de la salud –como nutricionistas, terapistas ocupacionales, psicólogos–; y también para adultos y personas con capacidades diferentes.

El criterio de evaluación ponderó, fundamentalmente, la captación de necesidades y el aporte para la sociedad.

Su maternidad actuó como disparador de esa destreza o talento que aplicaba en manualidades, desde chica. Empezó con hacer los regalos para los compañeritos de sus hijas: “Porque no me gustaba el mensaje que traían algunos juegos” y finalmente se dedicó a diseñar y construir juegos.

Su labor se desarrolla en un taller en su casa de la vecina capital provincial, y tiene como colaboradora a una diseñadora de Comunicación Visual, también paranaense radicada en Santa Fe, Heidi Sterger.

Sus padres, Pedro y María Ester Pichi Pressenda, viven en Paraná.

En el marco de la entrevista, remarcó su propósito de aportar su granito de arena en la sociedad, para transformar la realidad. Divertir y al mismo tiempo enseñar, jugar y aprender a compartir, escuchar, haciendo especial hincapié en el otro, en su necesidad, en estimular para crecer o salir adelante ante algún inconveniente.

—¿Cómo surgió esta idea de diseñar juguetes didácticos o terapéuticos?

—Cuando yo empecé la Facultad, lo que hoy se conoce como Diseño Industrial no existía. La forma de canalizar en ese momento fue estudiar Arquitectura. Es una carrera tan abierta y de formación tan amplia, que uno puede estar diseñando desde una ciudad hasta un objeto muy pequeño, con los mismos criterios. A veces me preguntan ‘¿para qué estudiaste una carrera tan larga para hacer objetos?’, y la verdad que lo veo como implícita en cada cosa que diseño, no solo desde lo estético o del color, sino en esto de atender necesidades que es una formación que te da la Arquitectura. Esto de ir captando una necesidad y trabajarla, y transformarla en un producto o en un objeto, que puede ser una casa. Desde ese lugar no reniego de mi profesión, si bien me gusta más el diseño de objetos.

Sus comienzos en el diseño, en realidad, se remiten a cuando era chica. Su taller era el fondo de su casa de calle Cervantes al 300 de Paraná. Durante la Secundaria –egresó del Instituto Cristo Redentor– confeccionaba manteles, paneras, moisés y ajuares para bebés, que comercializaban locales de la capital entrerriana. Por esa razón, cuando empezó a estudiar Arquitectura en la Universidad Nacional del Litoral (UNL), ya contaba con esos equipos –tablero por ejemplo– al que los estudiantes de la carrera recién acceden en 2º o 3º año. Se recibió y ejerció durante unos 10 años

“Me encontré con esto de la maternidad y se me hacía difícil despegarme de ellos, y estar tantas horas en obras como por ahí requiere. Entonces empecé a diseñar cosas para mis chicos, no me gustaba el mensaje que traían algunos juegos, entonces empecé a hacerlos y fue una forma de canalizar el diseño a través de los objetos. Con el último –es mamá de Sofía (10 años), Mora (8 años) e Ivo (4 años)– me empecé a dar cuenta de que los compañeritos de mis hijos estaban esperando el regalito de la mamá de Mora o de Sofía”.

—Ahí fue el paso de la idea a la acción.

—La maternidad fue el disparador, por esto de elegir, manejar tus propios tiempos, generar cosas nuevas. Soy mediadora también y por eso también esto de generar juegos que favorezcan la comunicación. Por ahí hay muchas cosas en la sociedad que vivimos que a mí no me gustan, no me cierran como a un montón de adultos. Mi aporte para transformar fue el juego: por un lado te distiende, favorece la comunicación. Si uno como adulto puede conducir el juego de los niños, puede desarrollar virtudes de colaboración entre los chicos, principios y valores para toda la vida. Uno no genera en un niño o en el futuro adulto que será, si regala un arma. Hay un montón de cosas que por ahí los papás en la vorágine que vivimos no nos damos cuenta, pero estamos marcando qué es importante para nosotros y qué no. Tenemos que empezar a tener conciencia del mensaje que transmitimos a los chicos: cuando elegimos regalar una computadora en lugar de sentarnos a jugar; o le decimos que juegue a un juego de memoria de la máquina en lugar de jugar con ellos. Sentarte delante de tu hijo y decirle ‘muy bien te acordaste cómo era, lo estás haciendo bien’. Son mensajes totalmente distintos.

—Hay justamente en el emprendimiento una fuerte mirada puesta en el otro, esto de pensar en la necesidad del otro, en ayudarlo, en verlo, algo que no tenemos muy presente hoy.

—En definitiva, es eso lo que valió el premio. Es un emprendimiento que en términos de facturación es muy chico. La producción hasta hace muy pocos meses, porque lo hago yo en forma artesanal, era pequeña. Hacía baberos, delantales, unas 150 unidades; juego de pesca, 50 unidades. Eran números muy pequeños que me permitían vender en el mercado local y algunas tiendas de diseño. En este momento –durante la semana que pasó– se está desarrollando en Santa Fe un evento sobre Nutrición y Alimento Saludable. Me lo comentaron unos meses atrás y para ello diseñé un abecedario didáctico, que tiene en cada letra un mensaje de alimentación saludable, un alimento, una verdura o fruta. Entonces es como te decía: se premió más al abrir el nicho, el hecho de hacer juegos didácticos para la aplicación de uso terapéutico, y también esto de no enfocar la mirada en el número o la plata rápida, sino en generar redes con las personas a las que uno le vende los productos, asociarse con actores de la salud que por ahí necesitan un juego para un nene. Para mí el pedido individual por un chico vale, no espero que me pidan 200 unidades para hacer un juego. Sea una persona mayor que necesita un juego, mi emprendimiento se moviliza detrás de esa persona. Para mí eso es una premisa y voy a seguir instalando juegos que van a crecer en ventas, pero cuando llegue ese cliente que necesita un solo juego, para mí será prioridad.

—¿Cuál fue el primer objeto que diseñaste?

—Los primeros objetos fueron baberos, que tienen un balcón de plástico. A los chicos cuando comían, se les caían los alimentos al piso, lo juntaban y lo volvían a comer. Entonces hice un babero con un balconcito, donde caían los restos, entonces los juntaban de ahí y los volvían a comer. Los hice con un plástico que se llama plástico cristal. Cuando hice la primera producción, la presenté en la Santa Fe Diseña y todos los miraban sorprendidos. Y como juego fue uno de pesca, con cañas con imanes para levantar fichas, que hace que el chico coordine la vista con la manito; a su vez, las fichas siempre están en pareja, entonces puede ser para dinámica de juego, como juego de memoria y asociación. Este juego es de lo más importante que tiene el emprendimiento, porque está como seriado con animalitos, pero cuando viene un nutricionista lo pide que haga con imágenes de alimentos y qué cosas aporta; o vienen de un geriátrico o un centro de día de rehabilitación. Es un juego que las ilustraciones van cambiando de acuerdo con el usuario. Casi todos los juegos tienen la posibilidad de ser adaptados, incluso hasta con los materiales para su manipulación, de acuerdo a las distintas necesidades.

Lo otro interesante que se generó es la posibilidad de asociarse a otros emprendimientos, por ejemplo como haré con un taller de madera en Buenos Aires. Esto de poder tomar conciencia de un colectivo que va a salir en conjunto, de que uno emerge de una sociedad y sale también de la mano de otros emprendedores y personas que tienen la misma polenta y filiación, desde su lugar para cambiar la sociedad.

—Es romper el concepto de competencia con el otro, para desarrollar un camino juntos.

—En una primera instancia, los emprendedores tienden a pensar que sus producciones son sus hijos y que cuesta mucho ponerles un precio razonable para el mercado, asociarse con otros, ser solidarios. Es todo un paso de maduración del proyecto y de uno como persona, tomar conciencia que yo tengo mucho que aprender del otro. Cuando hay una, 10, 100 marcas en una ciudad, que toman relevancia, empiezan a traccionar a todos los otros emprendimientos. Pueden ayudar, visualizan. Yo siempre les digo a los chicos que están en la Diseña Santa Fe: ‘cuélguense de las marcas que venden y que venden caro, de los precios de las marcas grandes, para subir y traccionar toda su producción. Ver qué cosas de las marcas funcionan bien para copiar y apropiarse de ese aprendizaje y llevarlo a su propio producto, ver la prolijidad de los detalles. Tenemos que salir todos juntos, pero es un camino comunitario que lleva su tiempo, y se tiene que demostrar en la acción.

Ventajas comparativas

“Santa Fe tiene una sociedad muy emprendedora, que se está asentando desde incubadoras en universidades. Hay una incubadora específica de emprendimientos de base cultural, y se está gestando la ciudad y la provincia como polo de diseño, hay mucha movilidad en ese sentido. Hay una Feria de diseño Santa Fe Diseña a la que pertenezco desde hace cuatro años, y en el último evento se presentaron más de 260 marcas. Hay también un edificio donde se hacen las muestras, se difunde, tiene una fuerza que imprimen los propios emprendedores Es como que a nivel académico y municipal se valen de esta energía y la transforman en eventos.

—Hay una multiplicidad de factores que influyen: culturales, económicos, de demanda.

—Es un salto ver las cosas hechas a mano, de lo que uno piensa que es una manualidad, a un producto de diseño hecho artesanal. El posicionamiento es totalmente distinto de la persona que piensa que hace pulseritas para ganarse el mango, a la persona que piensa y diseña el producto y lo manufactura. Entonces por un lado está la mirada del que compra, pero también la autoestima del que vende: eso es lo que se empezó a valorar acá, poner precio a las cosas hechas, que lo hecho a mano tiene que valer mucho más que lo hecho por una máquina, porque hay una persona que le está poniendo energía a su diseño, su empeño, para que eso salga como un objeto bien terminado y único. Eso se está logrando. Por ejemplo, cuando llega la Diseña Santa Fe de diciembre, me viene pasando que van personas con una lista de los regalos que van a comprar, que ya toman la premisa de que en lugar de ir a las jugueterías tradicionales, van a la Diseña a comprar los juegos para sus nietos o sus hijos. Se necesita ayuda para dar el salto, pero también hace falta un convencimiento de la persona que lo hace, de que las cosas valen.

La apuesta en crecer

Lorena destacó también la importancia de los procesos. “Uno cuando empieza, sea en la cocina o en el lavadero de la casa, como yo empecé hace muchos años, tiene que tener la mirada puesta en que yo voy a salir de este estado, crecer y formalizar, y transformarme en emprendedora y ojalá en una empresa. Son pasos que cuestan en una sociedad en que todo se piensa en el minuto que sigue y nada más. Si uno quiere crecer tiene que tener la mirada puesta en el futuro, y una mirada optimista”. Asimismo, marcó que el paso a la formalidad de los emprendimientos, que en principio parecen un gasto, permiten insertarse más plenamente, y vender a cooperadoras, instituciones, al Estado.

La premiación internacional

“Destaco haberme encontrado con otras mujeres de lugares tan distintos, sus colores de piel, sus ojos, sus emprendimientos, pero todas con el mismo espíritu: independientemente de lo que hiciéramos, todos teníamos la mirada puesta en el futuro, en el otro, en el servicio, en querer transformar donde vivimos, haciendo nuestro aporte. Para mí fue maravilloso cotejar esto y que se haya valorado en todos los emprendimientos no una cuestión de facturación ni el éxito empresarial con los términos que uno está acostumbrado, sino que la mirada está puesta en que sean potenciadores del lugar donde viven los emprendimientos”, razonó la paranaense, que viajó con los costos afrontados por la organizadora. “Yo no hubiese tenido acceso a viajar en años, con recursos propios”, citó.

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El 14 de octubre fue elegida Mujer Empresaria 2014 –junto con otras dos mujeres de Zimbawe y Jordania–, entre emprendedoras de 36 países, luego de un proceso que comenzó con evaluaciones en 2013, preselección en marzo y tres finalistas por cada país.

Se trata de un premio bianual que se realiza desde 2008, y tiene como fin proporcionar oportunidades para ampliar el potencial empresarial, aumentar la confianza y fomentar el intercambio de los conocimientos en las mujeres que emprenden sus propias empresas. Surgió luego de participar en talleres de Empretec, una fundación mundial que desarrolla aptitudes emprendedoras. “Hace más de 20 años, en Inglaterra, una psicóloga y socióloga investigó las características de los empresarios exitosos, y constataron que no tenía nada que ver con lo que habían elegido para vender ni con los lugares donde estaban, sino con el espíritu que tenían las personas que lideraban esas empresas. Entonces diseñaron un formato de taller vivencial donde uno durante seis días, en forma intensiva, seis o 10 horas por día, se forma mediante un taller que te parte la cabeza. Uno transita por ese taller, en esos días que no podés hacer otra cosa que estudiar y cursar, y no podés volver a mirar la vida de otra forma. No solo el emprendimiento, sino la vida. Ese taller lo hice en 2012 y esta premiación viene a consecuencia de ese taller”, explicó.