Historia – 200 años de una Victoria soberana, en Arroyo Ceballos

*Días atrás «Mingaché» el grupo Ambiental y de Reflexión de Larroque, se trasladó hasta el Arroyo Ceballos, el último viernes. Allí en 1817 se desarrolló una significativa batalla, doinde Francisco «Pancho» Ramírez, con ayuda de otros entrerrianos y voluntarios derrotaba al ejército porteño comandado por Montes de Oca…
Al respecto el periodista, copoblano Daniel Tirso Fiorotto, publicó en diario Uno de Paraná una Nota al respecto que a continuación compartimos en «Portal Larroque». Daniel Tirso Fiorotto
 

*Larroque conmemora los 200 años de una victoria soberana*
En esta Navidad y hasta la primera semana de enero recordamos los dos siglos de un combate en dos tiempos que logró quebrar una peligrosa alianza del poder porteño con los portugueses, a espaldas del pueblo. Un grupo le rindió homenaje con arte y conciencia ambiental.
                                                    *Juan L. Ortiz
*No es un combate la mejor forma de expresar un reconocimiento a la fecha religiosa, claro, pero quiso el destino que el choque de los autonomistas del Litoral con el despotismo Porteño fuera un 25 de diciembre de 1817 y que allí apareciera en el firmamento una de las duplas históricas de la unidad a dos bandas: esta vez Gorgonio Aguiar y Francisco Ramírez.
Ya sabemos que el último gran caudillo federal de la Argentina fue el entrerriano Ricardo López Jordán nacido en Paysandú, es decir: oriental. Y sabemos que era paraguayo el padre del caudillo Francisco Ramírez (Ramírez Jordán, tío de López Jordán). A través de los nombres de nuestros luchadores de ayer se trasluce la unidad de nuestros pueblos por encima y por debajo de las fronteras estatales.
Así ocurre con el presidente de la primera junta de gobierno criollo, Cornelio Saavedra, nacido en la hoy Bolivia, y con el nombre mismo de la Argentina extendido desde ese territorio que hoy constituye un estado distinto.
En la unidad histórica de los entrerrianos y orientales encontramos juntos el alzamiento de Gualeguay y Asensio a principios de 1811, a dos bandas, con Venancio Benavidez y Bartolomé Zapata. Tres años después otro dúo: Eusebio Hereñú con Fernando Otorgués, en la batalla del Espinillo. En esa línea, a las cuatro décadas brillaría en la defensa de Paysandú la dupla de Lucas Píris y Leandro Gómez, para soldar de nuevo la hermandad a través de un panzaverde y un hijo de Montevideo.
Y bien: en esta Navidad recordamos a Gorgonio Aguiar, un abogado y guerrero sin par, que juntó lanzas con Francisco Ramírez en el arroyo Ceballos y días después en la estancia Santa Bárbara para romper la alianza de porteños y portugueses contra José Artigas.
El grupo de reflexión ambiental Mingaché, de Larroque, organizó una visita al arroyo Ceballos para recordar el comienzo de la victoria entrerriano oriental con poemas, canciones y una caminata en las orillas de un arroyo histórico.
Allí plantaron dos árboles, un canelón y un algarrobo, para saludar a los héroes que supieron interpretar la voluntad del pueblo y conducirlo por los caminos de la libertad. Así lo comentaron luego.
En esta columna señalamos el contexto del combate y la importancia actual, cuando el Federalismo y la independencia siguen siendo un anhelo, tanto como la unidad de los pueblos de ambas márgenes del río Uruguay.
Monárquicos
Los brasileños atacaban a la Banda Oriental, los porteños a Santa Fe y Entre Ríos. Era un movimiento monárquico de estrangulación contra el artiguismo republicano.
En nuestros estudios sobre las luchas por la emancipación solemos hacer mucho hincapié en las apetencias coloniales de España y poco decimos de Portugal (con Brasil) y su aliado Inglaterra.
En esos días todo parecía casi perdido, pero la connivencia del centralismo argentino con la corona portuguesa (como antes había ocurrido con el virrey instalado en Montevideo), iba a coser para siempre el sentimiento de hermandad de entrerrianos y orientales.
Ese punto histórico fue la Navidad de 1817, nada menos, en un lugar entre Larroque y Cuchilla Redonda, en las nacientes del arroyo Ceballos. Se cumplen dos siglos.
Hacia ese afluente del Gualeguay marchó un grupo de larroqueños esta semana, para hacer memoria de la importancia que tiene para nuestra constitución social, cultural y política ese triángulo que forman Gualeguay, Larroque y Galarza en el sur entrerriano.
Es que esa zona vio nacer al primer gran caudillo independentista entrerriano, Bartolomé Zapata, y fue testigo también de la explosión política y guerrera del segundo gran caudillo entrerriano, Francisco Ramírez.
Zapata inauguraba con sus hermanos la revolución criolla en 1810. Antes incluso que José Artigas. Y Ramírez iniciaba el camino de salvataje (aunque pasajero) de la revolución federal artiguista un 25 de diciembre de 1817.
El arroyo es poco conocido incluso por los lugareños, pero guarda un tesoro que ha vuelto en estos años con los resplandores de Artigas.
En octubre de 1811 Buenos Aires pactó con los españoles de Montevideo y entregó la Banda Oriental y parte del territorio entrerriano a los europeos. Poco después, los orientales iniciaban el éxodo con José Artigas y los entrerrianos los recibían en el Ayuí, Concordia. Como se puede suponer, la pica con los porteños se fue cocinando a fuego lento.
Si ya vivíamos una unidad con 1.800 años de historia común, con los alfareros orilleros, los chanás, los charrúas y otros pueblos, entonces la traición nos juntaba de nuevo para la resistencia.
En 1814, los mismos entrerrianos y orientales resistieron una invasión porteña enviada para matar a Artigas, en la Batalla del Espinillo, cerca de Paraná. Aquel 22 de febrero nació la Entre Ríos soberana, en el campo de combate, y el mundo conoció la potencia federal.
En esa cadena de negociaciones de Buenos Aires a espaldas de los territorios hermanos aparecerá en 1817 el combate del Arroyo Ceballos, cerca de Larroque. Ese encontronazo fue completado con el combate de Santa Bárbara un poco más al norte días después, ya en enero de 1818.
Los historiadores han dado mayor o menor importancia a Ceballos o Santa Bárbara, en un debate de escaso significado si vemos la zona, la región, más que el punto exacto. Lo cierto es que el poder porteño se enteró por fin del poder de Artigas en la figura brillante de Ramírez, y no ya de otros caudillos (Samaniego, Correa, Hereñú) que se habían pasado al bando centralista.
Este Combate (Ceballos y Santa Bárbara) debe ser entendido dentro de la resistencia entrerriano oriental a la connivencia de Buenos Aires con el imperio de Portugal y Brasil. Todavía entonces el poder porteño soñaba con un monarca de la corona portuguesa en el Río de la Plata, y hasta José de San Martín prefería a los portugueses en la Banda Oriental antes que a Artigas. «No estoy por que se declare la guerra a los hidalgos… con franqueza prefiero (su vecindad) a la de Artigas», decía San Martín, y lo recuerda el historiador entrerriano Juan Vilar en su obra Revolución y lucha por la organización.
El mejor Ramírez
«Mientras Artigas defendía el territorio oriental, el director organizaba un ejército tras otro para someter al Litoral e impedir que auxiliara a los orientales», dice Vilar.
«En agosto de 1817 Eustaquio Díaz Vélez comandó la invasión más feroz y destructiva que sufriera Santa Fe… En septiembre, el Directorio logró que Eusebio Hereñú se pasara nuevamente a sus filas y junto con Gregorio Samaniego y Gervasio Correa apoyaran al ejército porteño que, a las órdenes de Luciano Montes de Oca, invadió Entre Ríos. Fueron derrotados el 25 de diciembre en Arroyo Cevallos por Francisco Ramírez, auxiliado por Gorgonio Aguiar». (Cevallos o Ceballos, ha sido indistinto entre los estudiosos, como a Gorgonio le han llamado también Gregorio).
«Después de larga ausencia había reaparecido Ramírez y nada menos que como General al frente del ejército. ¿Dónde estuvo durante cinco años?.. Había servido a los españoles de Montevideo», apunta el historiador de Paraná.
El brasileño Carlos Federico Lecor le había respondido a un enviado argentino en 1816: «El ejército de mi mando sólo viene a tomar posesión de la Banda Oriental, y finalizará sus marchas en el Uruguay. Ignoro si después pasaré a ocupar la provincia de Entre Ríos; pero tengo órdenes de guardar con Buenos Aires la más completa neutralidad».
Está muy claro que la irrupción de Francisco Ramírez en Larroque complicó la alianza de Portugal con Buenos Aires. Era aquel el mejor Ramírez: no olvidemos que sólo dos años después, tras una batalla histórica, firmó el Tratado de Pilar que sellaría la pelea interna, la derrota federal y el destierro de Artigas.
Los historiadores
Dice José Traibel del 25 de diciembre de 1817: «Las divisiones orientales al mando de Gregorio (sic) Aguiar derrotan completamente a las fuerzas de Buenos Aires mandadas por Montes de Oca y Domingo Sáenz, en el combate de Arroyo Cevallos en Entre Ríos».
Beatriz Bosch hace alusión a Santa Bárbara, y antes explica: «El congreso nacional, trasladado de Tucumán a Buenos Aires, discutía al otro mes las cláusulas de un convenio con Portugal. Se le permitía a esta nación ocupar la Banda Oriental con el fin de perseguir a Artigas y desalojarlo de allá».
Dice Aníbal Vásquez que Ramírez «cayó inopinadamente sobre la fuerza invasora, a la altura del arroyo Ceballos, derrotándola y obligándola a regresar a Buenos Aires».
Vázquez repite la historia de Mitre, y subraya la pericia de Ramírez para poner en fuga a los invasores y sostener así al artiguismo.
Leandro Ruiz Moreno titula una de sus páginas: «Encuentro del 25 de diciembre de 1817 en Arroyo Cevallos y batalla de Santa Bárbara del 4 de enero de 1818». Luego recuerda un trabajo de Ignacio J. Camps, que defiende la postura de que el combate fue en Santa Bárbara y no en el arroyo Ceballos. (Por eso habla del «encuentro» en ese lugar). También Olegario Andrade apunta Santa Bárbara.
Dice Leoncio Gianello, como si fuera un punto de encuentro de las dos posiciones: «El 25 de diciembre Ramírez atacó a las fuerzas porteñas en el Arroyo de Ceballos, venciéndolas en el combate de Santa Bárbara».
Dice Jorge Newton: «el 25 de diciembre, el grueso del ejército expedicionario llega al arroyo Ceballos, más preocupado por la falta de víveres que por la posibilidad de ser atacado, ya que no se vislumbra enemigo al frente. De pronto, las tropas de Ramírez aparecen como un ciclón sobre los flancos de los expedicionarios…».
Los cañones ni siquiera pudieron disparar un tiro, los entrerrianos enlazaron las armas y degollaron a los que intentaban recuperarlas. Y añade Newton: «tal es el debut de Francisco Ramírez como caudillo militar, o como comandante en jefe de fueras ‘montoneras’, cuando el año 1818 está casi en sus comienzos».
Comentan los estudiosos que en el poema titulado El Gualeguay de Juan L. Ortiz se reproducen «todas las imágenes de la poesía de Ortiz, las imágenes del territorio y de su historia: la lira y el laúd, por ejemplo, con los que se da cuenta de la forma del ‘entre ríos'»
Recuerdan que en una carta de 1959 «Ortiz nombra a El Gualeguay como un poema ‘en preparación’, y lo define de este modo: ‘aspira al sentimiento de este río a través de las distintas categorías de tiempo'».
En ese poema –dicen los estudiosos- «el río Gualeguay mira las cosas desde una perspectiva única, y sólo desde abajo hacia arriba».
En una entrevista que le realizara Mario Alarcón Muñiz, dijo Ortiz en 1976: «El río, ya se sabe, es el tiempo, como el Gualeguay, que ha sido el protagonista, casi más testigo, de tantas cosas de la historia nuestra, a la que ha asistido desde abajo».
Y bien, es una línea de tiempo que fluye, un río contando la historia. Juan L. menciona ahí la aparición del genio de Francisco Ramírez en las navidades de 1817 para apuntalar la Revolución Federal encabezada por José Artigas, en las puntas del Arroyo Ceballos y luego en Santa Bárbara (a la que Juan L. alude en una forma un tanto hermética con la «virgen de Nicomedia»).
Antes enumera los árboles ribereños, y las aves, y los afluentes del Gualeguay: el Sauce, el Ortiz, el Jacinta, el Ceballos, y guarda referencias a los pueblos originarios y a Rocamora y a Bartolomé Zapata, el primer caudillo entrerriano que apareció en estas tierras precisamente para iniciar la revolución. Después de aquel diciembre de 1817, de la irrupción de Francisco Ramírez para sostener la revolución artiguista, también vendrán otras batallas y encuentros a la vera de nuestros arroyos, con victorias y derrotas claro está, hasta que el poema se irá como esfumando.
Se lee en el poema: «Oh, por qué, por qué esas cañas/ debían ser la misma tempestad/ para seguir a Mayo,/ junto a su «Ceballos» de idilio,/ y en el día, justamente, de la dulzura de la harina/ sobre las mesas del «Niño»?/ Y por qué / Oh, sobre él, el río, y sobre el arroyo de adivinación,/ o cuanto más, de lentejuelas,/ y sobre los misterios que ardían/ hacia la sed de arriba, ya blanca,/ Diciembre, Diciembre, era, a la vez, un espíritu de viñas…»
Poema El Gualeguay
(Fragmento). Juan L. Ortiz
Y he ahí la «primera caña» en una ráfaga de cañas,
con los relámpagos del país,
sobre los jinetes de «cielo», hasta reducirlos a arenilla
y dar alas a los tobillos…
por encima, y muy lejos, de la armería de allá…
Oh, por qué, por qué esas cañas
debían ser la misma tempestad
para seguir a Mayo,
junto a su «Ceballos» de idilio,
y en el día, justamente, de la dulzura de la harina
sobre las mesas del «Niño»?
Y por qué la virgen de Nicomedia daba el nombre
para este encuentro de las furias?
Oh, sobre él, el río, y sobre el arroyo de adivinación, o cuanto más, de lentejuelas,
y sobre los misterios que ardían
hacia la sed de arriba, ya blanca,
Diciembre, Diciembre, era, a la vez, un espíritu de viñas…
Y a través de ese espíritu, ay,
bajo los coros de las cigarras que medían
las profundidades de los montes…
y esas sílabas, de qué torcaces? que abrían, más vertiginosamente aún,
el silencio:
a través de ese espíritu,
los restos que buscaban las vendas de su «villa»…

*Portal Larroque*
E-mail: marhorac@arnet.com.ar