-Descubriendo Entre Ríos. Bella experiencia compartida entre cordobeses y panzaverdes Ciento sesenta niños y padres, llegados de distintas zonas de Entre Ríos y Córdoba, cantan con el alma en un encuentro que no distingue edades Tirso Fiorotto De la Redacción de UNO tfiorotto@unoentrerios.com.ar
Los protagonistas transmiten una honda emoción y no siempre encuentran palabras. Interpretar la Cantata a los Santos Latinoamericanos, más que una experiencia musical es un encuentro integral, un verdadero logro de la obra de un cura joven nacido en Galarza y que en la actualidad ejerce el sacerdocio en Larroque, el padre Jorge Leiva, junto a otros autores.
La cantata inspirada, didáctica, sencilla, alegre, entradora, presenta cada región de América con un ritmo propio, desde el corazón y el agradecimiento de un católico. Emoción, además, porque las actividades conjuntas entre los niños y sus padres parecen una utopía. Aquí en cambio confluyeron, junto a los músicos y profesores, en un formidable desafío de intercambio que los gurises quieren repetir. Y también porque durante meses ensayaron a cientos de kilómetros de distancia, cada cual por su lado en sus pueblos, dirigidos de lejos por el talentoso maestro Ariel Rodríguez, para encontrarse luego en Gualeguaychú y en Larroque, y fundirse en una sola voz que no distinguía entre vecinos de localidades diversas, con diferentes historias, modos. Si la música inspira el encuentro de las almas, los entrerrianos y cordobeses dan fe.
De Brochero a Angelelli
Chicos, jóvenes y no tan jóvenes de Larroque, Galarza, Paraná, Gualeguaychú, Berrotarán, Ucacha, Bengolea, Adelia María, Hernando y otras ciudades, fueron los protagonistas y sería interminable enumerar a los que colaboraron y participaron de una u otra manera en esta movida cultural de excepción.
Los coreutas comienzan con una huella: Invocación. Siguen con los homenajes: una baguala a Santo Toribio de Mogrovejo, una chaya a Monseñor Enrique Angelelli (“Mientas la noche se acerca y tu sangre cae en silencio / mientras la noches se acerca La Rioja llora en silencio”). Un kaani a la Beata Laura Vicuña, un gato al Cura Brochero (“De lejos vengo a verte Cura Brochero, / te busca por las sierras todo mi pueblo”). Para Santa Rosa de Lima un vals peruano, para San Francisco Solano una vidala, para San Martín de Porres un candombe. Y así le cantan al Beato Ceferino Namuncurá un loncomeo (“Sobre la agreste llanura / lucero de la alborada / la tierra enciende tu brillo / y a la tierra das tu llama). A San Pedro Claver, servidor de los esclavos, una guajira. Todo es obra del padre Jorge Leiva.
Terminan con un huaino de otros autores llamado América latina levántate y anda.
Junto al cura galarceño participan en la autoría de algunos temas Sebastián Silvera Ramos, Hipólito Balleré, Osvaldo Catena, Luis Maria Vazzano, Daniel Chamero, Marcos Picaroni.
Hay que decir que la obra completa incluye también una chamarrita a María de Guadalupe, un samba a José de Anchieta, apóstol de Brasil, un chamamé a Roque González.
En los dos encuentros realizados en el sur entrerriano, en la Catedral de Gualeguaychú y el templo de Larroque, estuvieron el coro Inti Enia de Berrotarán, el coro Municipal de Ucacha, el coro municipal de Hernando, el coro municipal de Adelia María, el coro municipal de Bengolea, todos dirigidos por Ariel Rodríguez; junto al coro infanto juvenil municipal de Larroque, con la participación de padres y ex coreutas, dirigido por Celia Taffarel, de Larroque, y el paranaense Mario Escobar.
Relato emocionado de la “casualidad”
Celia Taffarel fundó con su esposo Mario Escobar el Coro Infanto Juvenil Municipal de Larroque, y lo dirigen. Aquí nos cuenta una bellísima historia que parece ficción. Lo primero que uno piensa, como ella, es que no puede haber tanta casualidad.
La anécdota: los músicos que admiraban una obra sobre los Santos de Nuestra América, y no conocían el autor.
Un día el cura párroco de Larroque tomó la guitarra, interpretó uno de las composiciones de la Cantata, y como la conocían, le preguntaron si sabía del autor… Allí empezó esta verdadera historia de amores, este encuentro que llama a conocerlo porque habla de una “comunidad”.
¿Cómo cultivar lazos en el pueblo? ¿Cómo intercambiar experiencias entre niños y sus padres, con una causa noble como norte?
Veamos qué nos dice Celia, textual:
Las cosas no se dan por “casualidad” y prueba de ello es la concreción de la interpretación de una obra conmovedora en cuatro conciertos (dos entrerrianos, dos cordobeses) en octubre y noviembre 2010.
El espacio coral que creamos en abril de 1992 nació como un taller que incluyera a niños y jóvenes de todos los ámbitos de Larroque.
El canto compartido
Y continúa la directora del Coro: Desde entonces cada año es un desafío, porque algunas voces se van y otras vienen. Es un continuo “formar” cantores y “contagiar “ las ganas de cantar… de cantar a coro… de sentir la emoción del canto compartido.
Indudablemente la semilla fue germinando y la planta creció con dificultades a veces pero con la íntima convicción de que el espacio conseguido no se debe perder.
Es así que el coro Infanto Juvenil Municipal de Larroque el año pasado y con motivo al centenario de la ciudad convocó a Padres de actuales coreutas y ex coreutas que quisieran unir sus voces para cantarle al pueblo. Se corría el riesgo de que los niños y jóvenes se sintieran “molestos” por esta intromisión, pero no fue así “la gran familia coral” se consolidó y pudimos lograr que dos generaciones armonizaran acordes y almas.
A finales de 2010 llegó a un ensayo el Padre Jorge Leiva (cuando escucha música, es más fuerte y pasa…), y luego del ensayo tomó su guitarra y comenzó a tocar un candombe (Martín de Porres). Al preguntarle de quién era la obra nos comunicó que le pertenecía, y a su vez que formaba parte de la Cantata a los Santos Latinoamericanos.
La sorpresa fue grande. Nuestro viejo amigo el Negro Ariel Rodríguez nos había hablado muchísimo de esa obra. La cual la quería como propia y la venía interpretando con los coros del sur de Cordoba hacía más de 20 años sin conocer el autor.
De inmediato hubo un contacto con el Negro que no salía de la sorpresa. Una obra tan querida, un pueblo tan querido para él y sus coros (Larroque), y el autor desconocido se develaba… vivía aqui: es el Cura Párroco de Larroque…
Desde entonces tomaron contacto personal nuestro amigo el Director de Coros, y el autor de la obra. Nosotros fuimos “puentes”, vasos comunicantes para que el entusiasmo por interpretar la obra en Larroque “prendiera” fuerte en los corazones.
El jueves Santo se hizo la primera reunión en el salón Parroquial… desde allí los ensayos todos los jueves en las aulas de la Escuela Nº 66 (cada cuerda en un aula con el material discográfico y las partituras de los 11 temas) y la “juntada” en el Salón del Instituto (¡Gracias!, a estas instituciones por el préstamo… no tenemos un espacio municipal a pesar de que el Coro pertenece a la Municipalidad).
Seis Coros y un sueño
Mientras tanto en cinco ciudades cordobesas (Berrotarán, Ucacha, Bengolea, Adelia María y Hernando), 120 voces más hacían lo propio. Nunca ensayamos juntos los seis coros pero el sistema implementado por el Maestro Ariel (que de esto sabe mucho) no falló, no dio lugar a errores y la conjunción de las 150 voces y los seis músicos en vivo (grossos) sorprendió a propios y extraños. El Negro viajó dos veces a ensayar el Coro de Larroque, nosotros sus Directores nos sumamos como coreutas. El 9 de octubre se realizó el concierto en la Catedral de Gualeguaychú donde gracias al apoyo del Padre Mauricio Landra, la Directora de Cultura Olga Lonardi y el presidente del Club Recreo se pudo concretar en un templo repleto (600 personas) y con la presencia del Obispo Jorge Lozano disfrutando de 11 historias de vida y 11 ritmos latinamericanos que no dejan quedarse quieto en ningún momento al espectador. Éxito en Gualeguaychú, prueba de fuego, debut y (digámoslo) aplausos explosivos. El 10 de octubre el desafío fue en casa… ¡Maravilloso! ¿Nuestro sueño? Interpretar la obra en 2012 en Lima Perú, donde descansan cuatro Santos.
San Toribio de Mogrovejo
Había nacido en España en el 1538. Era un prestigioso laico doctor en leyes: pero el Señor lo llamó y lo envió para que sea Obispo con sede en Lima (Perú) en estas lejanas tierras, en una extensa diócesis que iba desde Panamá hasta el norte argentino.
Y fue un incansable misionero, un padre de los pueblos originarios de quienes aprendió su lenguaje, un valiente profeta contra las injusticias. Y organizó la Iglesia en América Latina a través de sínodos y fundó el primer seminario latinoamericano. Murió pobre en el camino; murió cantando salmos en el lejano año del Señor 1606. Es el patrono de los obispos de América Latina.
Monseñor Enrique Angelelli
Nació en Córdoba. Nos situamos ahora en el siglo XX, tiempo de contradicciones. Angelelli, Obispo de La Rioja, trabajó para defender la dignidad de los pobres.
Una vez fue apedreado en una Iglesia por defender los derechos de los humildes. Murió en un “extraño accidente” con sabor a martirio. En el 2001, una declaración emitida por la Conferencia Episcopal estableció que “la muerte lo encontró mientras completaba una ardua misión, acompañando a la comunidad herida por las muertes de sus pastores”.
Sus palabras: “Un oído en el pueblo y otro en el Evangelio”. Su sangre derramada canta desde el silencio.
Beata Laura Vicuña
Había nacido en Chile pero siendo niña sus padres emigran a nuestra Patagonia por un conflicto político. Cuando muere el papá ella se aloja en el colegio de monjas salesianas en Junín de los Andes.
Quizá empujada por la miseria la mamá de Laura entabla relación con un hombre.
Ella vive el Evangelio como hija de María, trabajando, orando participando del Sacrificio de la Eucaristía. Ella entrega su vida por la conversión de su madre; y Cristo acepta su ofrenda: muere la niña de apenas 12 años en 1904 y su mamá abandona la vida de pecado.Con la beata Laura aprendemos a dar la vida por los demás, aprendemos a vivir el Evangelio.
El cura Brochero
José Gabriel del Rosario. El sacerdote más ilustre de nuestra Patria en la segunda mitad del siglo XIX y en los primeros años de siglo XX, el cura gaucho.
Incansable evangelizador del oeste cordobés, el que condujo a su casa de retiro a más de 70 mil almas; el que amó a la gente sencilla, a los pobres, a los pecadores más empedernidos.
El Cura Brochero, el de la palabra campechana y profunda y del combate ardiente por la evangelización y el progreso integral de su gente. El que murió ciego y leproso por compartir con un leproso. El que enseña a los sacerdotes a ser buenos pastores, el que entusiasma a los jóvenes en la vocación.
Santa Rosa de Lima, Patrona de América
La iglesia es Casa y Escuela de Comunión decía el recordado Juan Pablo II; y a esa casa no le faltan flores. La primera flor de América fue Sta. Rosa de Lima, la primera canonizada de nuestro continente. Sta. Rosa es la mujer de la penitencia y la oración. Si los poderosos buscaban en el Perú del Siglo XVII los tesoros del oro y la plata ella tiene como único tesoro el Reino de los Cielos.
Ella es la rosa deshojada por amor al Esposo Divino, único tesoro por el que vale la pena venderlo todo.
(Los textos de los santos de esta página son del padre Jorge Leiva)
San Francisco Solano
El santo del violín. Había nacido en España. Pero siguiendo al otro Francisco, el de Asís quiso venir a nuestras tierras.
Pacificó pueblos con sus palabras y gestos, aprendió la lengua de las comunidades originarias, cantó alabanzas en medio de su pobreza franciscana.
Y murió pobre como había vivido en julio de 1610 luego de desgastar su vida por las almas.
Francisco Solano: por los caminos de nuestro continente, enséñanos a ser discípulos misioneros del que es Camino, Verdad y Vida.
Beato Ceferino Namuncurá
El Lirio de las Pampas. Nació en Chimpay,. Era hijo del célebre Manuel Namuncurá. Se crió como un niño más de las comunidades aborígenes. Entre los padres salesianos descubre su vocación: “Quiero ser útil a mi gente “, dijo. “Quiero ser sacerdote”. Los compañeros lo recordaban como un muchacho alegre, piadoso, solidario, trabajador.Cantaba como los mejores.
La enfermedad empieza a quitarle las fuerzas y muere santamente el 11 de mayo de 1905.
San Martín de Porres
¡Santo de la piel morena! Es el santo de la escoba, porque en la Lima Virreinal del Siglo XVII Martín se dedicó a imitar al Cristo pobre y escondido sirviendo en la humildad del claustro dominico y ayudando a los más pobres.
Por ser hijo natural, y según las costumbres de entonces, no pudo ser sacerdote.
Lejos de resentirse desgastó su vida en un ardiente amor al Santísimo Sacramento del Altar y a los sufrientes de su comunidad.
Lo llamaron “Martín de la caridad”.
San Pedro Claver, servidor de los esclavos
Una de las vergüenzas de la humanidad es haber esclavizado a millones de hermanos de raza africana durante siglos.
Pedro Claver en el siglo XVII vino de España a nuestra América como jesuita para ordenarse sacerdote y servir a sus hermanos negros durante 40 años.
Lo hizo en Cartagena de Indias, Colombia, junto el puerto donde llegaban barcos con los esclavos. (Los textos de los recuadros de esta página son del padre Jorge Leiva).
*Nota de Daniel Tirso Fiorotto, en dirio UNO de Paranà, sobre la “Cantata a los Santos latinoamericanos” –otro de los inolvidables espectáculos corales-
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