El Bandoneón -Enigma de la llegada del instrumento al Río de la Plata…

El enigma de la llegada del bandoneón al Río de la Plata

El instrumento musical más representativo del tango tuvo su origen en la concertina alemana, creada a comienzos del siglo XIX, y no puede precisarse cuándo ingresó a nuestro país. Las diferentes versiones

El bandoneón, un emblema argentino que aún no se sabe cómo llegó al país
El bandoneón, un emblema argentino que aún no se sabe cómo llegó al país Crédito: shutterstock

Nadie ignora que el instrumento musical representativo del tango es el bandoneón. Nuestro oído asocia de inmediato su sonido con esta música y, por extensión, con la images (2)ciudad y la vida urbana. Si bien en la Argentina se lo conocía desde la segunda mitad del siglo XIX, su popularización como instrumento característico del género llegaría recién con la divulgación de la orquesta típica, a la que le otorgó un timbre que, en adelante, sería imposible de excluir. Curioso destino para un aerófono cuyo propósito original, aparentemente, fue acompañar oficios luteranos en la Renania.

El bandoneón nació por la necesidad de perfeccionar un instrumento anterior: la concertina. Existían dos tipos, similares y casi paralelos en cuanto a su historia, uno alemán y otro inglés, cuyo diseño, a su vez, se basaba en aerófonos anteriores más sencillos. La concertina alemana fue creación del luthier Carl Friedrich Uhlig, quien se había propuesto obtener un sustituto del armonio que fuese portátil; su primera presentación fue en 1834 y su forma más desarrollada apareció veinte años más tarde.

El tipo inglés, por su parte, se debe al fabricante Charles Wheastone; fue patentado en astor_piazzollamga51829 y quince años después se presentó mejorado. Tanto la concertina alemana como la inglesa eran instrumentos de lengüeta libre y funcionamiento por fuelle, con botones en ambos extremos que seguían la misma dirección de aquel.

Eso las diferenciaba notablemente del acordeón, cuyas teclas, al oprimirse, toman una dirección perpendicular al fuelle. Los botones estaban dispuestos sobre cajas cuyas formas sufrieron varias modificaciones (octogonal, hexagonal, cuadrada) y la cantidad de tonos solía variar mucho entre distintos modelos de cada una. En el tipo alemán, al estirar o comprimir el fuelle las teclas ofrecían sonidos diferentes (es decir, eran teclas bisonoras), mientras que el tipo inglés tenía un único sonido por cada botón, independientemente de que el fuelle estuviera abriéndose o cerrándose.

albumcover.ATroilo (1)La concertina que evolucionó hacia el bandoneón fue la alemana. El profesor de música Heinrich Band comenzó con las reformas hacia 1840. Normalizó la sección cuadrangular y dispuso los botones de modo diferente, dándole a este nuevo instrumento el nombre de bandonion.

La cantidad de tonos varió entre cincuenta y seis (veintiocho botones) y ciento treinta (sesenta y cinco botones) según el modelo. Posteriormente, el modelo adoptado por los músicos del tango tenía setenta y un botones y ciento cuarenta y dos tonos, y se convirtió en el bandoneón «estándar» para el género.

La portada de «Nueva historia del tango», de Héctor Benedetti (siglo veintiuno editores).

No se tiene una idea exacta de cuándo ingresó el bandoneón al Río de la Plata. Más aún, a efectos históricos, tal vez deban considerarse en realidad varias entradas desconectadas entre sí en el lapso que va de 1870 a 1890, y que podría extenderse entre 1860 y 1900.

Varios protagonistas de la «Guardia Vieja», al ser consultados en su momento, consignaron distintos años entre 1865 y 1884; el problema principal y quizás irresoluble a la hora de precisar una fecha es que sus recuerdos eran poco definidos, ambiguos, seguramente de segunda o tercera mano, e incluso basados en referencias de acontecimientos históricos situados en años equivocados, y hasta es probable que en sus «memorias» no diferenciasen concertinas y acordeones de bandoneones auténticos.

De acuerdo al citado trabajo de Zucchi, es posible extraer algunas presunciones, aunque el resultado sigue siendo sólo aproximado:

Bandoneon_Player• 1863, introducido en Uruguay por un inmigrante suizo de apellido Schumacher (de quien luego se pierde todo rastro); informado por un periodista en una crónica de 1995.

• 1870, de la mano de Bartolo el Brasileño; informado por un bandoneonista (¿Antonio Chiappe?) en un reportaje de 1919.

• Antes de 1883, sin datos de quién fue el responsable; informado por Vicente Loduca en un reportaje de 1913.

• 1884, por Don Tomás el Inglés (= ¿Thomas Moore?); informado entre otros por los hermanos Bates en su libro de 1936. También se lo habría visto en 1870 con nacionalidad irlandesa.

• Antes de 1900, por un marinero alemán; informado por Luis Adolfo Sierra en su libro de 1976, donde se permite agregar unos detalles propios de still life (naturaleza muerta): «envuelto en un rudimentario paquete junto a un viejo pantalón de pana y unas pipas de tapa metálica».

• Antes de 1900, «un tropero de carros llamado Pascualín que servía en Yatay y Bogado trajo de Alemania el primer bandoneón»; informado por Eros Nicolás Siri en una crónica de la revista Sintonía, en 1936 (suponemos que este Pascualín habrá tenido un largo tirón con su carro desde Hamburgo hasta Almagro).

• 1900, por un marinero alemán establecido en La Boca; informado por Antonio Bucich en una crónica de 1965.

Un suizo que se esfuma, un brasileño Bartolo que volvía de la Guerra de la Triple Alianza, un inglés casi mitológico que hasta podría ser irlandés, uno o dos marineros alemanes encariñados con Buenos Aires, Pascualín y su carro eficiente… En concreto, muy poco.

Lo que importa, en realidad, es tener en claro que el vínculo firme entre el Bandoneón y el Tango aparece tardíamente: apenas un tiempo antes de 1910.

El texto forma parte del libro «Nueva historia del tango», de Héctor Benedetti (siglo veintiuno editores).

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