*Dura crítica y advertencia de la Pastoral Social. Pobreza y falta de trabajo.
23/06/2018 – Los obispos Oscar Ojea y Jorge Lugones trazaron una dura descripción de la realidad nacional y reclamaron una mayor atención del Estado a los sectores vulnerables. La gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal; y la ministra de Desarrollo Social de la Nación, Carolina Stanley, formaron parte de la Semana Social que todos los años se realiza en Mar del Plata convocada por la Comisión Episcopal para la Pastoral Social.
La dura crítica de la Iglesia también se interpretó como una suerte de apoyo al paro que convocó para el lunes la CGT; además de trazar una preocupante advertencia sobre el crecimiento del desempleo y la pobreza, que requiere de una mayor atención por parte del gobierno.
Con un guiño al paro que la CGT realizará el lunes, la Iglesia trazó ayer una cruda y preocupante descripción de la realidad nacional, y marcó el desempleo y el crecimiento de la pobreza como principales urgencias.
El presidente de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social (Cepas), monseñor Jorge Lugones, al abrir en Mar del Plata la Semana Social, advirtió sobre miles de despidos y suspensiones, empresas y comercios que cierran, parques industriales inactivos o que no abren y niños no escolarizados que ni siquiera tienen una copa de leche al día.
Sentado junto a la ministra de Desarrollo Social de la Nación, Carolina Stanley; y la mandataria bonaerense, María Eugenia Vidal; el obispo Lugones recordó a los gobernantes que además de estar y hacer “también falta sentir, falta sensibilidad social”, publicó el diario La Nación.
“Tenemos en la Argentina un número importante de indigentes, que nos duele”, aseguró monseñor Lugones, en la apertura del encuentro, que tuvo una descarnada impronta social, como pocas veces se había visto en las últimas ediciones.
Previamente, como para anticipar que durante el encuentro -que se clausura mañana-, se hablará sin eufemismos, el presidente del Episcopado, monseñor Oscar Ojea, había advertido sobre las secuelas del modelo económico y sobre que el ajuste “no lo tienen que pagar los pobres”. Y después agregó: “El nivel de inequidad es enorme y se acentúa cada vez más”.
Obispo de Lomas de Zamora y considerado una de las voces de la Iglesia más cercanas al papa Francisco, Lugones reclamó creatividad y participación desde el Estado para atender a los más vulnerables, entre ellos a los jóvenes y a los jubilados. “No vivimos con los pibes chorros todos los días. Estos chicos quieren salir adelante, pero lamentablemente no tenemos recursos”, afirmó el obispo, al pedir un trabajo mancomunado por la paz social “y desde la justicia social”, añadió.
“El ajuste no lo tienen que pagar los pobres”, abrió Ojea, tras plantear que más del 60 por ciento de la masa laboral cobra salarios por debajo de los 15 mil pesos. Y se llevó un sonoro y largo aplauso del auditorio.
Vidal, quien junto con Stanley visitó a Francisco hace dos semanas, admitió que le toca estar al frente de una provincia que “todavía duele” y donde “la pobreza clama”. Pero dejó bien en claro que aún con aciertos y errores sabe dónde va a estar parado este gobierno: “No va a ser en la reducción de la inversión social”, aseguró.
El mensaje de los obispos fue contundente y crítico de punta a punta. Ojea resaltó la inquietud que existe a diario sobre a quién recibe o a quién le envía un rosario el Santo Padre, pero cuestionó esas mezquindades y lamentó que en el país del Papa “se escamotea el pensamiento del Papa”. Y acusó a los que “miran para otro lado” frente a una doctrina y “magisterio social” que en estos años baja desde el Vaticano.
No por casualidad recordó el documento en el que Francisco presentó nuevas normativas éticas para el sistema financiero internacional, proponiendo alternativas más humanitarias “ante consecuencias desastrosas del capitalismo salvaje”.
“Han demostrado crear crisis sistémicas en todo el mundo”, recordó. Frente a estos escenarios, con impactos sociales directos, Ojea reclamó “escuchar el grito de los pobres”.
Las críticas de la Iglesia encontraron gestos de aprobación desde las primeras filas, donde se ubicaron el presidente del PJ, Gustavo Menéndez; su futuro sucesor a fines de año e intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray; el exprecandidato a gobernador provincial Julián Domínguez, y el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, quienes casi a coro coincidieron con el diagnóstico que presentó Lugones.
Más de 200 participantes tuvo la primera de tres jornadas programadas con el lema: “Democracia: un camino al servicio de los pobres”. Con distintos paneles y participación de funcionarios, dirigentes gremiales y referentes de organizaciones sociales, además de enfocar los 35 años de gobiernos elegidos por el voto popular, se hará hincapié en la cuestión de los que menos tienen.
Gray, cuyo municipio está en la órbita del obispado que encabeza Lugones y que mantuvo esta semana un encuentro con el Papa, coincidió con la descripción que realizó el presidente de la Pastoral Social y, en particular, con las consecuencias de las medidas económicas del actual gobierno nacional.
“Esos problemas nos caen a diario a los intendentes”, dijo sobre quienes pierden empleo o requieren asistencia social urgente, publicó La Nación. “No venimos a hablar de abstracciones, no es una reunión de académicos”, explicó otro reconocido obispo al admitir que la Iglesia tuvo palabras más duras que de costumbre para un acto de apertura de una Semana Social.
“Acá estamos reunidos muchos de los que todos los días tenemos los pies en el barro”, agregó, al destacar el compromiso de organizaciones sociales aquí representadas que cubren desde sus operadores voluntarios muchas de las obligaciones del Estado.
Pérez Esquivel, que hoy será panelista en la segunda jornada, admitió que en la provincia de Buenos Aires puede haber alguna respuesta más que desde la Nación, pero “no alcanza”. Y fue aún más pesimista frente a los recientes acuerdos con el FMI. “Hay una recolonización de la economía porque nos vuelven a decir lo que tenemos que hacer”, consignó La Nación.
Además de las críticas al modelo económico y el agravamiento de lo que se remarca como deuda social, también hubo ayer una mención recurrente a las iniciativas que avanzan hacia la legalización del aborto, un tema que avivó el malestar de la Iglesia con el Gobierno.
Tanto que Lugones afirmó el jueves que se lo utilizó para ocultar otras cuestiones más preocupantes y urgentes, como la pobreza y la desocupación. “Si no apostamos a la familia estamos fritos”, remarcó el propio Lugones, quien lamentó que a contramano de su planteo se sigue atentando contra esa unidad mínima de la sociedad, “primero con el divorcio y ahora con el aborto, y de eso la tenemos que defender”. (Agencias nacionales)