En un abrir y cerrar de ojos pasaron 39 años. El 5 de noviembre de 1975 murió Agustín Tosco, en la clandestinidad no deseada por él pero impuesta por un régimen que pronto se mostró con los definidos rasgos de la dictadura. En Córdoba había sido desplazada la institucionalidad, intervenido el gobierno e implantada la represión criminal. Tosco escapó de los cazadores de brujas, hasta que una infección generalizada en su cuerpo le arrebató la vida, a los 45 años de edad. (*Por Guillermo Alfieri esp. p/ Análisis Digital)
El 28 de mayo de 1969 sucedió el Cordobazo. Tosco fue uno de los dirigentes gremiales detenidos y sometido a Consejo de Guerra. En la cárcel de Villa Devoto escribió: “El sistema se defiende con saña, con terror, con opresión. A quienes puede comprar, los compra. A los que puede doblegar, los doblega. Con los que no puede hacer nada de eso, los mata o los encarcela. Nosotros no nos doblegamos ni nos vendemos. Nosotros luchamos en la máxima medida de nuestras posibilidades. Y estamos (en prisión) con esos conceptos, sin cambiar de convicciones, dispuestos a seguir en la lucha.
El doctor Hipólito Solari Yrigoyen fue abogado defensor de Tosco. La relación creció hasta la amistad y a compartir la condición de víctimas del terrorismo paramilitar. Solari Yrigoyen será uno de los oradores en el acto central de homenaje a Tosco, que se realizará el 5 de noviembre, a las siete de la tarde, en la sede del Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba, en calle Deán Funes 672. Representantes gremiales y directivos de la Universidad Nacional de Córdoba completarán el panel.
Manifestaciones culturales se incluyen en el programa. Se estrenará la obra teatral “Tosco”, de Alejandro Finzi, dirigida por Jorge Villegas. Actuará “Contra coro al resto”, integrado por ex presos políticos, de la agrupación Patria Grande. Se rehabilitará el mural dedicado al líder gremial, frente al edificio de la Empresa Provincial de Energía. Actuará el ballet “Esencia de mi pueblo”, conducido por Oscar Arce.
El cine documental, la música y la literatura, también tomaron la vida y obra de Tosco para que el olvido no castre al conocimiento de una época que lo tuvo como protagonista. Ahí están la voz del Gringo, el testimonio sobre su conducta, sin retórica vacía, incómoda para los transigentes, que pierden en la comparación.
Tosco fue el líder que no abandonó su condición de trabajador, que practicaba su oficio técnico, sin sueldo de privilegio. Que no cambió de casa. Que rendía y exigía cuentas claras. Que estando preso, rechazó las gestiones que por su libertad querían realizar oportunistas, a los que calificaba de “traidores” de la causa popular. Que debatió a fondo con compañeros decentes y nada negoció con los farsantes.
La clandestinidad de Tosco fue inevitable. El Sindicato de Luz y Fuerza había sido asaltado. Su captura era recomendada. El derechizado gobierno nacional no controlaba el gatillo fácil, que eliminaba enemigos del autoritarismo. Las garantías constitucionales eran letra inutilizada. Sin embargo, no se refugió en la comodidad de un escondrijo. Corrió riesgos constantes, al igual que los compañeros con los que mantenía contacto, para elaborar estrategias de resistencia. Al interventor del Sindicato de Luz y Fuerza, de apellido Molina, se le ocurrió convocar a Asamblea general, con el fin de legalizar su función, en setiembre de 1975. La sala cinematográfica se llenó de afiliados, en la sede de calle Deán Funes. A la hora del recuento de votos para consagrar titulares de comisiones laborales, la lista del interventor reunió 71 boletas; la de la Azul y Blanca sumó 370. Desde las butacas comenzó a
pronunciarse un nombre, hasta llegar al grito: “Tosco”. Él y sus camaradas de fierro, recibieron la consagración extendida por las bases, mientras en la Empresa de Energía de Córdoba se incurría en el absurdo de cesantearlo por abandono de trabajo.
En el homenaje a Tosco estarán sus familiares directos: esposa, hijos con sus parejas y cinco nietos. Cuando lo detuvieron después del Cordobazo, lo alojaron en los penales de La Pampa y de Chubut, sucesivamente. Escribió por entonces: “Malvina y Héctor (sus hijos) vinieron con su madre… Los pobrecitos van conociendo miles de kilómetros viendo al padre encarcelado. Para el día del niño les hice una larga carta, explicándoles para cuando entiendan mejor… Ahora (Héctor) quería que volviera a Córdoba con él. A Malvina le regalé dos lápices de estos con que escribo… En la escuela van más o menos… Les resulta difícil entender que se esté preso por intentar hacer el bien”.
Agustín Tosco tendría hoy 84 años de edad. Nació en Moldes, sur cordobés, el 22 de mayo de 1930. Lo imagino intelectualmente joven, consumiendo la pastillita de la esperanza sobre el futuro de la humanidad y reiterando: por pertenecer a un mismo gremio, un compañero peronista, radical, socialista o comunista, tienen potentes puntos en común, entre sí, que no deben malograrse por la pertenencia partidaria.