«Canción de Cuna Costera»: La canción que arrulla a los niños entre el agua de los ríos

*Nota que publicó diario La Nación de Buenos Aires (de Francisco Luis Lanusse 19 nov.) sobre el Patriarca Entrerriano Rubén Martínez Solís (Linares Cardozo) sobre “Canción de Cuna Costera” un emblema de la entrerrianía y clásico del folklore argentino. (*Portal Larroque)

*Canción de Cuna Costera, de Rubén Manuel Martínez Solís, conocido artísticamente como Linares Cardozo, es, para mí, la nana por excelencia. Y tomo nana en su primera acepción del Diccionario: “Canto con que se arrulla a los niños”.

El autor, nacido en La Paz, al norte de Entre Ríos, tiene en su libro Júbilo de Esperanza, un capítulo “Las nanas regionales”. De su lectura se desprende que su nana costera no pudo dejar de nacer. Señala, entre otras cosas:

“La canción de cuna es el recurso de la madre humilde; la he comprobado en las eventualidades de su vida, parece dialogar, dulcemente, con el pequeñuelo. Tiene cotidianamente tareas seguidas que la apremian. El pequeño es un obstáculo, una pesadumbre, le brota la canción como la flor en los cardales de su vida azarosa?

La Canción de cuna costera reproduce un instante quieto, donde, sin embargo, proliferan pequeños y callados movimientos. Tiene índole impresionista: la captación del momento, la impresión generada, temas caros a dicha escuela. Podría ser hermana del cuadro “La Mazamorra” de Fernando Fader u otro parecido. Veamos: Sobre la noche calma sobre el río andan, inmóviles aunque latentes, el sueño, el trabajo y el querer.

Estos tres componentes parecen desprendidos no del ambiente sino de su autor, Linares Cardozo. Porque, según el ojo o las sensibilidades, otros componentes podrían llenar la laxitud del momento, componentes agónicos o festivos, de fuerte testimonio o de puro arte. Pero el autor es jubiloso de esperanza, orgulloso de entrerrianía, amante de una entereza que él tiene como emblema de sus comprovincianos.

Y en esa inmovilidad llena de sigilosos movimientos, algo se desliza en el agua. Y un adjetivo -curtido- evita acusar al artista de no hacerse cargo de las privaciones y los sufrimientos costeros: Ya va el pescador curtido / recorriendo el espinel/

Ese “Ya va” señala rutina, un acto cotidiano. Y quien se encamina a ver si enganchó un “Pan del Agua” -al decir de Ramón Ayala- no va riendo ni llorando. Va curtido. Y allá en el rancho que acaba de dejar para el último repaso de anzuelos del día, hay un verbo de acción -mecer- que sin embargo no altera la quietud. Y nombra una provincianía neta, en la cuna de árbol nativo:

Mece con suave emoción/una cunita de sauce

Y enseguida el estribillo con su clásico Gurisito costero, duérmase?, que comparte popularmente el título con el que encabezamos, pues muchos la conocen así. Y el cantar de la madre nos adentra aun más en su provincia y en sus ríos, con lo que promete a su hijo:

Chalanita de ceibo,/collar de caracol

Finalmente, en la segunda parte, el niño se duerme. Lo cual contribuye a la quietud imperante. Sin embargo, otra vez se suceden desplazamientos silenciosos, aunque en este caso notorios:

El niño ya se ha dormido,/la luna salió a mirar?/El canto de la madre acunando parece incluso rozar al astro:/Hamacándose en las aguas/por entre el camalotal?

Y a la cuna que se mece, a la luna que se hamaca y a una brisa que parece que viene y va -todos juntos en el suave vaivén de la Canción de cuna costera– la madre augura un destino a su hijo:

Crecerá junto al río, mi cielo,/será buen pescador

Cerraré con una duda o fantasía. Años después de esta creación imperecedera, Jorge Méndez compuso el Chamamé Canción a Puerto Sánchez, es decir, al mismo sitio donde, Linares Cardozo compuso la Canción de cuna costera. El niño amamantado, ya adulto, reside en Crespo. Ahora bien, en el ínterin creció y un día se fue, ¿integró el cardumen de niños en la orilla, que menciona Méndez?

Los gurises de la costa /qué lindos que son, /melenita despeinada,/sonrisa de sol. /Noche y día mojarreando,/sublime ilusión?

Capaz, sí, que uno de ellos era él.