La investigación, dirigida y presentada en una rueda de prensa por el investigador del CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas) Xosé R. Bustelo, se publica en Nature Communications y ha sido financiada por la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC).
El estudio preclínico realizado con ratones confirmó que al inhibir esta proteína no solo se impide el crecimiento de los tumores de mama más comunes y de la metástasis de pulmón, sino también de los dos tipos de cáncer de pecho más agresivos: el Her2 y los triples negativos, los subtipos más difíciles de tratar debido a su alta malignidad.
El estudio también permitió descubrir que la inhibición o inactivación crónica de esta proteína “puede hacer que el tumor desarrolle mecanismos de resistencia para combatir la inhibición de esta proteína”, un riesgo especialmente elevado en las terapias crónicas o muy largas, según Bustelo.
Sin embargo, los investigadores también identificaron los mecanismos moleculares que desencadenarían esa resistencia, “lo que significa que también se podrán desarrollar estrategias terapéuticas para prevenirla”, puntualizó el investigador.
“Hemos demostrado que esta proteína puede ser una buena ayuda terapéutica para el cáncer de mama porque su inhibición no causa daños al organismo y, en cambio, sí es muy efectiva para frenar los tumores de mama y las metástasis de pulmón”, pero a partir de ahora los esfuerzos de la investigación se centrarán en encontrar inhibidores de esta proteína.
“y de multitud de fases y pruebas hasta llegar a una terapia efectiva” en pacientes pero “vale la pena apostar por ello”, aseguró Bustelo.
Finalmente Balbino Alarcón, investigador del CSIC y uno de los coautores del estudio, explicó que la inhibición también es efectiva para otra clase de tumores como los linfomas, aunque inútil como diana terapéutica para otros tipos de cáncer como el de piel, el de colon o el de pulmón.