Desde la hembrura antigua de la vida, del primigenio soplo y su legado, por su arcilla floral nos viene el tiempo,
toda esta recua humana que ha sembrado.
Digo mujer y digo Tierra misma cuando digo maíz, cuenco de barro, pueblos que andan en mi, piedra y madera, con el hondo lenguaje de los barcos.
¿Cómo se dice madre sin nombrarte? ¿cómo invocar lo puro y lo sagrado? Luna, comarca, lluvia, primavera, Patria, huerta, paloma, harina… Parto…
Digo la luz frutal que las habita por el don natural que les fue dado: una misión de especie, nada menos, y apenas un Adán para lograrlo.
Digo mujer y digo todas ellas en una misma piel y el mismo espacio, la que trabaja y sueña que cocina y atiende hijo y marido en sus reclamos.
Cuando a veces la vida se descuida, sucede una mujer y obra el milagro de una revolución o una familia y entonces el planeta sigue andando.
Digo mujer y digo la poesía, la tiza, mas también digo el arado, la que sopla el ardor y cura el mundo, la libertaria flor muerta en los campos.
Digo mujer y tiembla el universo desde la altura cósmica del canto ¿Cómo no ver la forma femenina que tiene la canción en su costado?… Cuando se alza en guitarra la silueta de su cintura azul hasta los astros.
…No puede haber anhelo más profundo que el de morir por vos… Enamorado.