Aire fresco a la política en la rebelión larroqueña – por Daniel Tirso Fiorotto

Aire fresco a la política en la rebelión larroqueña…

29-10-2015 / Un conocido peronista pidió perdón a su comunidad en la ciudad de Larroque por el nepotismo de un intendente de su mismo partido, luego de protagonizar una inusual campaña por transparencia.
*Por Daniel Tirso Fiorotto.

Rubén Virué. El exsecretario de Justicia fogoneó la transparencia.

El régimen de arbitrariedades que asaltó a Larroque está llegando a su fin. Todo gracias al esfuerzo de obreros, periodistas, vecinos independientes, profesionales, ecologistas, peronistas o radicales, sin distinción, que hicieron de 2015 el año de la rebeldía popular.

La intendencia de un empresario y su esposa, caracterizada por el patrimonialismo y el nepotismo, halló primero un camino más o menos allanado hace unos años ante la sorpresa de muchos lugareños que no estaban acostumbrados al modo de los “barones” del conurbano, o que se sentían impotentes para zafar de los aprietes. 

Pero la demorada resistencia se fue tejiendo en voz baja al interior y en las veredas, y este año hizo eclosión en las urnas.

La rebelión larroqueña, con sus complejas aristas que no podríamos agotar aquí, da para un estudio de las ciencias sociales y políticas.

“Es una vergüenza lo que ha pasado. Como justicialista le pido perdón a la comunidad por este desastre de conducta al que nos ha llevado el señor Raúl Riganti, le pido perdón a la comunidad”, reiteró afligido el conocido abogado larroqueño Rubén Virué, de larga militantes justicialista, en diálogo con periodistas de su ciudad. Luego le reprochó al matrimonio de Riganti y Mónica Gayosa que decidiera las candidaturas oficialistas “en el dormitorio”.


Riganti-Gayosa. El matrimonio deja la intendencia ante un alto desgaste.

 

………………….

  • Darío Benedetti. Intendente electo, enfrentará una pesada carga de división.

La identidad herida

*Larroque es la ciudad de maestros como Teresa Peralta, Graciela Caram, Tito Chaia, escritores como María Esther de Miguel y José Toledo, deportistas como Héctor Pirincho Lonardi, líderes como el cura Alberto Paoli, artistas como Luis Lonardi, y tantos de similares condiciones, médicos, docentes, profesionales, luchadores sociales, músicos, que generan en el vecindario un comprensible orgullito paisano.

Medio urbana y medio rural, bastante peronista y no menos radical a la vez, la comunidad de los Sanduende, Peláez, Ronconi, De Zan, Yabrán, Sellanes, bien criolla y un poco gringa, con alta incidencia de los canarios orientales por su cercanía con el río Uruguay, de pronto fue convertida en escenario de tropelías políticas de corte local, apañadas en otros órdenes donde algunos funcionarios que conocían la situación optaron por hacer la vista gorda por años.

Fue notable, entonces, que las campañas políticas de 2015, incluso en sectores díscolos del partido oficial, pusieran el eje en la necesidad de “transparencia y recomposición del tejido roto” por las arbitrariedades del intendente y su esposa.

Las denuncias

En comunidades inadvertidas, los poderosos suelen hacer norma el maltrato a los vecinos, el uso irregular de los bienes, las contrataciones innecesarias con fines espurios, el cobro irregular de obras, las negociaciones incompatibles, los acosos a quienes denuncian casos de desnutrición, la venta irregular de terrenos. Ventajeros y listos para los atajos, los políticos suelen cebarse en el ejercicio despótico del poder.

En algunos casos, las tropelías son frenadas por denuncias, y el pretendido señor feudal se excusa, aunque parezca mentira, en la “discrecionalidad del poder”.

Es decir, abusa de una facultad sin observar que esa discrecionalidad exige criterio, razonabilidad, proporcionalidad, equilibrio, transparencia. Confundir discrecionalidad con arbitrariedad es propio de corruptos.

Y de allí, el apriete a los trabajadores, la persecución a periodistas.

A propósito, el gran Aníbal Sampayo contaba que los militares uruguayos le habían prohibido cantar “hasta Las Margaritas” (la ranchera). En Larroque, a un periodista lo fueron empujando hasta el punto de impedirle siquiera pasar música folclórica en la radio.

Los abusos encontraban cómplices, pero también vecinos dispuestos a la resistencia, por ejemplo en el grupo ecologista Mingaché, o los periodistas Mario Escobar y Hugo Benítez, por citar algunos en el rubro de la prensa, y así en otras áreas, a veces soto boche para no despertar represalias del poder autócrata municipal.

Claro que seremos injustos al nombrar unos pocos, pero insistimos en que habría que multiplicar esos nombres por cientos, de los que no se resignaron a los atropellos.

El privilegio en cargos públicos fue otro aspecto de la autocracia local, y también allí la resistencia, como la que encararon dos vecinas que decidieron encadenarse ante los Tribunales en Paraná en protesta por las arbitrariedades de los Riganti.

Beneficio personal

Rubén Virué, un profesional arraigado y respetado en Larroque, ejerció el cargo de Secretario de Justicia durante gran parte del gobierno provincial de Sergio Urribarri.

En este año 2015 lanzó junto a vecinos independientes y radicales de su ciudad una campaña de esclarecimiento sobre las actitudes patrimonialistas de la familia Riganti, que pertenece a su propio partido y gobierna desde hace ocho años.

El sinceramiento provocó un sacudón histórico

El caso es que armaron una lista de candidatos en dos meses y estuvieron a punto de arrebatarle la postulación, en primarias, al oficialismo local. Una verdadera proeza.

La propuesta de Virué a la intendencia tuvo altas adhesiones pero no alcanzó para reemplazar la de Gayosa, favorecida por el manejo del estado comunal.

Luego de las primarias, decía Virué al periodista Hugo Benítez: “Tenemos absolutamente claro el mensaje que dieron las urnas el domingo 9 de agosto: basta de personalismo, basta de ocultamiento de las cuentas, basta del uso de los bienes públicos en beneficio personal; construcción de la ética pública, participación de la comunidad y superación de los enfrentamientos a que nos ha llevado este esquema de conducción que dividió a la sociedad”.

Patrimonialismo

La distorsión en el ejercicio del poder llamada patrimonialismo consiste en borrar los límites entre la propiedad pública y la propiedad privada, es decir: poner los bienes del estado al servicio del gobierno, el partido gobernante o la persona misma del gobernante y su familia.

Y se potencia cuando va acompañado de nepotismo, es decir, el nombramiento de parientes directos en los cargos relevantes para acumular poder o aumentar las arcas familiares con fondos del pueblo, por distintas vías.

En los municipios se sostiene con dádivas, silencios, complicidades, aprietes. Punteros políticos aquí y allá, obras a cambio de; contrataciones de servicios brindados por la familia del gobernante pero acallando a trabajadores estatales que advierten las corruptelas; reemplazo de organizaciones sociales, actividades, reuniones, por gestiones directas del gobernante para controlarlo todo y poner todo bajo su férula.

Disgusto de moteros

Jóvenes de la ciudad habían trabajado con instituciones de prestigio (cooperadoras del hospital y de los bomberos, scout, etc.), para realizar un encuentro de motos, como ocurre habitualmente en Diamante. Poco antes de concretarlo, el intendente decidió que no. Y punto. Adujo que la movida traería drogas, destrozos en la vía pública y personas con malas intenciones. La bronca de la juventud, un poco por la prohibición y más por la altanería con que actuó el matrimonio gobernante, se expresó en las urnas el domingo pasado.

Es que la autocracia se puede derrumbar como un castillo de naipes cuando los popes que se creen invencibles e impunes se topan con vecinas y vecinos dispuestos a denunciar, a poner sus esfuerzos, a organizarse, a no callar.

Un ejemplo

Los verdugos crean una suerte de síndrome de Estocolmo, donde las víctimas se sienten agradecidas con los victimarios y generan vínculos afectivos o se convierten en cómplices más o menos cándidos de sus fechorías. Es decir, hay vecinos a los que no les parece del todo mal que la familia gobernante se las rebusque en los fondos del pueblo para pagar viejas deudas de empresas fundidas, por ejemplo, o frustren una iniciativa social para impulsar una similar pero ya bajo su control.

Muchas de estas complicidades involucran a inocentes, sin dudas.

Y desde afuera suelen recibir por respuesta alguna indiferencia, como en los casos de maltrato a la mujer, cuando no hay hechos quizá gravísimos pero sí una cadena de ofensas diarias.

Larroque hacía pensar en cierto estado de resignación, parecía que los acomodaticios y la sumisión eran la norma. Entonces emergió una resistencia vecinal dispuesta a contestar, y en esa lucha auténtica empezaron a recuperar la dignidad pisoteada.

Había, claro, tensiones internas en los vecinos, energías que no estaban a la vista. Muchos que veían el problema y no hallaban el cómo, se animaron mutuamente.

El año 2015 será recordado, entonces, como el año de reencuentro colectivo, el año en que los larroqueños le trazaron una raya al despotismo.

Habrá que ver cómo cicatrizan las heridas, y cómo se perdonan los errores.

Orgullito paisano

Hoy muchos larroqueños expresan una inocultable sensación de alivio, por el esfuerzo colectivo. Hubiera sido igual de alentador con resultados adversos. Pero se completó con un triunfo en las urnas de un sector que promete erradicar esas prácticas. Ni patrimonialismo, ni nepotismo, ni autocracia: transparencia y participación.

Es bastante común que la oposición critique, denuncie, controle. Eso ocurre en la mayoría de las ciudades. Lo que subrayamos aquí es la fuerza de ánimo de grupos, desde diversos sectores, es decir, desde adentro del oficialismo, y gente cercana, independiente, que se hartó del régimen despótico y rompió.

El peronismo entrerriano, ese del gran Fermín Chávez que llevamos en el corazón, ese peronismo del Gallego Juan Carlos Esparza, verdaderos panzaverdes de pura cepa, en los que nos podemos sentir expresados; ese peronismo es el que se rebeló en el corazón de muchos larroqueños que, junto a sus vecinos de la UCR como lo fue María Esther de Miguel, y otros ecologistas que tienen a Jorge Rulli de maestro; y docentes, independientes, en fin, nos están haciendo una gauchada enorme. Y nos están pintando una sincera lagrimita de gratitud. Ellos hicieron el esfuerzo, nosotros aplaudimos a la distancia.

El futuro

El matrimonio del empresario Raúl Riganti y Mónica Gayosa de Riganti acaba de perder por lejos la intendencia.

Pocos casos así, de confluencia entre radicales y peronistas acordando políticas de estado para tratar un mal que padece la comunidad.

Quizá los políticos entrerrianos no calibren aún el significado de la lucha de sus pares larroqueños, que vuelve a las fuentes de la dignidad.

(No nos referimos aquí a inclinaciones partidarias, que es otra cuestión, donde los ciudadanos votan por opciones a mano).

Deber cumplido

La ciudadanía valora la valentía y el talento puesto por peronistas como Rubén Virué, Raúl Monti o Silvia Recalde. Digo solo por nombrar algunos entre muchos que se animaron contra el apriete.

Ese mismo pueblo ha dado el mandato en la intendencia a un joven agricultor independiente postulado por el radicalismo, Darío Benedetti, conocido por su dedicación desinteresada en cooperadoras locales, y podríamos dar varios nombres pero no es el caso, porque Larroque ha actuado con los Riganti casi como en Fuenteovejuna.

Algunos dirigentes desembarcan para escandalizar a la comunidad. Creen que pueden llevar al pueblito de las narices, que pueden desairar con impunidad los esfuerzos y talentos y modos de ese pueblito.

La cultura se teje por décadas, siglos. Muchas de nuestras ciudades recuerdan su fundación a la vera del ferrocarril, pero esa es una fecha de reunión de las casas: la cultura viene de milenios atrás, y en Larroque reconoce raíces charrúas, chanás, guaraníes, africanas, canarias, orientales, correntinas, así como italianas, alemanas, rusas, árabes, francesas, españolas, en fin.

Larroque ha dado un mensaje de valentía. ¿Pasará mucho tiempo para que ese gesto sea reconocido? No importa, en el corazón de los larroqueños vibrará esta sensación de serenidad que da la satisfacción del deber cumplido.

Apriete sistemático

“Habíamos detectado un fuerte rechazo a la candidatura de Mónica Riganti”, comentó el abogado Rubén Virué al término de las elecciones del domingo, en que Gayosa perdió las elecciones para suceder a su marido Raúl Riganti.

En una entrevista del periodista Julio Sartori, de la página Acción de Larroque, Virué dijo que vio en su pueblo “un hastío generalizado hacia un sistema, una conducta de gobierno que es absolutamente ajena al sentir de los larroquenses”.

El dirigente había participado de una autoconvocatoria junto a otros peronistas como Recalde o Monti, y ecologistas como Rubén Kika Kneetemann, o dirigentes de pymes como Sergio De Luca, con vistas a “restablecer el vínculo comunitario que consideramos que han roto estos ocho años de gobierno de Riganti porque ha establecido un mecanismo en el cual la presión, el apriete sistemático y permanente ha generado una reacción muy fuerte que se exteriorizó ayer con este resultado contundente en favor de Darío Benedetti”.

La agrupación llamada “Somos Larroque” planteó durante la campaña la necesidad de recuperar una suerte de entrerrianía local. “Ratificábamos nuestra pertenencia al Frente Para la Victoria, pero a nivel comunal, sin indicar hacia dónde debía orientarse el voto porque el voto es de cada ciudadano, decíamos que aspirábamos a que la comunidad orientara su voto a quien tuviera la mayor posibilidad de reinvindicar los principios que habíamos planteado en la campaña: la transparencia en el manejo de las cuentas públicas, y la recomposición del tejido social roto producto de este sistema permanente de apriete que instaló Riganti y que se profundizó”, dijo Virué.

(*Daniel Tirso Fiorotto / periodista larroquense en Paraná)