*8/dic./20 – *El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) está realizando una convocatoria para encontrar a los familiares de más de 600 cuerpos que fueron enterrados como NN durante la última dictadura cívico militar, y que aún no fueron identificados porque no cuentan con el material genético necesario para poder cotejar los datos.
“La historia de cada persona es importante y sabemos que los cuerpos que están en nuestro laboratorio esperan que sus familiares los vengan a buscar. Sin embargo, entendemos que cada persona tiene sus tiempos y que las generaciones van cambiando», expresó en diálogo con Página/12 Luis Fondebrider, miembro fundador y director ejecutivo del Laboratorio de Genética Forense del Equipo.
“Pedimos que aquel que tiene un familiar desaparecido entre 1974 y 1983, que aún no sabe dónde está y que quisiera tener un poco de alivio, se acerque a nosotros y se informe», agregó Fondebrider. Además, adelantó que este viernes firmaran un convenio de asistencia técnica y capacitación con la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación para facilitar el trabajo conjunto.
«Hay casos que han esperado 25 años y recién ahora pudimos identificar, otros han sido más rápidos, pero lo importante es que los restos en nuestros laboratorios son tratados con dignidad. La persona que se anime a venir será contenida”, aseguró Fondebrider y expresó que, si bien lo que necesitan para cotejar los datos es una gota de sangre, “no les pedimos que nos den una muestra, ni nada, sino que se informen e interesen. Eso solo, ya será muy importante”.
Hasta hoy el Equipo tiene en resguardo un banco de datos genéticos que contiene más de 11.000 muestras que representan a unas 4.500 familias. Sin embargo, todavía falta obtener muchas más.
La historia
En 1984, de la mano del forense estadounidense Clyde Collins Snow, el Equipo fue el primero en aplicar la arqueología a un procedimiento forense en un caso de derechos humanos y con los años se transformaron en una institución de referencia a nivel mundial en la materia. Fueron convocados para casos como el de la identificación del cuerpo de Ernesto “Che” Guevara; de los jóvenes asesinados en Ayotzinapa; de las víctimas de la masacre El Mozote, en El Salvador. Y en Argentina participaron en casos como el de Luciano Arruga y Santiago Maldonado.
Desde el momento en el que el Equipo comenzó su trabajo, se han recuperado unos 1.500 cuerpos de personas desaparecidas durante la última dictadura cívico militar en todo el país. «Durante estos años hemos identificado unos 850 cuerpos, pero aún resta identificar unos 600 más», especificó el director ejecutivo del laboratorio de genética forense del Equipo.
En el año 2007 comenzaron una campaña en todo el país para, a través de la genética, convocar a los familiares de personas desaparecidas: “Eso implicaba tomar datos físicos y muestras de sangre y lo hicimos en conjunto con el Ministerio de Salud y la Secretaría de Derechos Humanos”, repasa Fondebrider. “Ahora estamos convocando a familiares que no se han acercado nunca por diferentes razones, porque tenemos nuevas posibilidades gracias al avance de tecnologías en genética que nos permiten lograr mayor cantidad de informaciones”, puntualizó.
Los hallazgos
Virginia Urquizu es coordinadora de la Unidad de Casos del EAAF. Su trabajo está vinculado al acompañamiento y la relación que el Equipo tiene con los familiares y la búsqueda de los mismos, y con la investigación de los casos. Cuenta que en el EAAF tienen claro, de la cantidad total de desaparecidos durante la última dictadura, va a haber un número de casos que, por distintos motivos, no podrán encontrar y tampoco identificar. Pero eso no les impide sostener «un enorme compromiso activo» en la identificación de esos 600 restos que están esperando en sus laboratorios, asegura también.
Con respecto a los lugares donde esos 600 cuerpos fueron hallados, la coordinadora detalló que la mayor cantidad fue encontrada en el cementerio de Avellaneda, de allí faltan aún identificar más de 100 cuerpos. Pero otros fueron encontrados en cementerios de diferentes localidades de Buenos Aires, también en la provincia de Tucumán, en el cementerio Norte y en el tristemente célebre Pozo de Vargas. Urquizu repasa que también hay casos de Córdoba, del cementerio de San Vicente, y de la provincia de Santa Fe. «Los restos fueron encontrados principalmente en los grandes centros urbanos, donde la represión actuó de forma más fuerte», señala Urquizu. Y puntualiza que la edad de la mayoría, al momento de su asesinato, era de entre 20 y 50 años.
Según detallaron fuentes de la Secretaría de Derechos Humanos, el convenio que se firmará este viernes implicará asesoramiento al Equipo «para la realización de entrevistas que podrían integrar una nueva colección del archivo oral del Archivo Nacional de la Memoria, acerca de la importancia que tiene la recuperación de los restos para los familiares de los desaparecidos». El acuerdo facilitará el trabajo conjunto «para la óptima clasificación y conservación de los archivos y la documentación a través del Archivo Nacional de la Memoria».
Las nuevas generaciones
Pasaron 44 años desde el inicio de la última dictadura cívico militar y muchos de los padres de los desaparecidos fallecieron. Eso, según explican los expertos del Equipo, es un problema. Sin embargo, están sorprendidos porque cada vez más nietos de los jóvenes militantes de aquella época se comprometen con la búsqueda de la verdad. «Estamos teniendo mucha comunicación con nietos de desaparecidos, no hermanos, padres o primos, sino nietos. No son contemporáneos a los crímenes, pero inician y movilizan a sus familias para llevar a cabo la búsqueda», remarca Urquizu.
«Somos conscientes de que cada proceso es único, de que hay que respetar los tiempos y que, muchas veces, al interior de las familias hay opiniones encontradas. También entendemos que buscamos familiares de gente que murió y que eso implica un paso que muchas familias no están preparadas para dar», erflexiona la coordinadora del EAAF sobre los obstáculos que aparecen al momento de hallar a esas familias que aún faltan.
Fondebrider aseguró que «sirve que se acerque el familiar que sea. Algunos, desde el punto de vista genético, son más importantes, como un padre o un hijo, pero todo sirve. En principio, nos importa que el familiar que llame nos de su muestra y nos cuente cómo está constituido su grupo familiar desde el punto de vista biológico, porque quizás hay otros familiares que también pueden dar sangre para la comparación».
¿Qué le dirían a un familiar que a lo menor está leyendo esa nota, y que todavía no se anima a llamarlos? «Que la verdad siempre es mejor que la incertidumbre. Que es muy importante poder aportar un granito de arena, para poder cerrar parte de la historia personal y abrir otros procesos. Pero también para poder aportar a la memoria colectiva», dice sin dudar Urquizu.
La manera más práctica de comunicarse con el Equipo es llamar de lunes a viernes, de 9 a 17, al teléfono 0800 345 3236. «Allí van a ser atendidos y escuchados, y siempre ante todo respetados», asegura Fondebrider. Si el proceso de identificación avanza, de acuerdo a dónde viva la persona, será recibido en el EAAF o derivado a alguno de los hospitales con los que el Equipo trabaja. El procedimiento es completamente gratuito y confidencial.